Praxis

El hacer humano se conoce como praxis. La persona siempre está haciendo algo, y lo que hace es cambiar al mundo que lo rodea al tiempo de transformarse a sí mismo. Lo trascendente es saber cuáles son sus propósitos y hacia dónde orienta su praxis; para esto, la base está en descubrir las formas de pensamiento y sus niveles de complejidad conforme a la experiencia directa o indirecta, el reconocimiento de estados superiores de introspección y la búsqueda para proyectar su persona dentro de un espacio y tiempo, donde la acción transformadora parte de las ideas organizadas lógica y estructural mente hacia un desarrollo concebido como posible.

Por el pensamiento aprendemos y elaboramos el significado de los objetos, proponiendo formas de representarlos y entender relaciones, su ubicación respecto al todo y su sentido. El pensamiento es una forma de la conciencia, pero no la única. En general, somos conscientes cuando nos percatamos de algo: de la luz, de un dolor, un gozo, un odio, lo sustancial es saber reconocer y nombrar aquello que miramos o descubrimos en la naturaleza o la sociedad.

Sabemos bien que de tomar cualquier decisión, es preciso conocer las alternativas a elegir y ponderar sus consecuencias. Es imposible valorar sin conocer. El problema que abordaremos ahora es la capacidad del hombre de tener un conocimiento moral, mismo que es considerado como algo natural en el hombre, todos queremos el bien, queremos hacer lo correcto, queremos ser buenos; el problema es que no siempre sabemos cómo ser buenos, por eso, se dice que el ser humano es un ser educable y un ser moral, en búsqueda de la verdad.

Conocer la verdad de la propia vida, es saber que no se conoce todo el camino, que conocemos tan sólo nuestro proyecto de vida. Cuando descubrimos la verdad pero no la incorporamos en nuestra acción, de nada sirve. En el dinamismo de la conciencia, la verdad es tan sólo un punto de partida.

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