Psicologia
Enviado por malejarosa • 11 de Diciembre de 2013 • 639 Palabras (3 Páginas) • 190 Visitas
El lenguaje puede ser chocante a oídos habituados a la crítica de la idea de pureza
cultural o de las clasificaciones socioraciales, en fin, al anti esencialismo. Puede
parecernos inclusive una posición equivocada por su pretensión de relación entre el
estado y la antropología. Pero más allá de constatar cuánto hemos redefinido la relación
con las políticas estatales es evidente que esos antropólogos no veían una dicotomía
entre objetividad académica y preocupación social por las poblaciones que estudiaban.
Es claro su afán por participar en la función constitutiva de la nacionalidad, similar al
papel de las cartografías, los museos y los censos de que nos habla Benedict Anderson
(1983). Pensaban, como lo dice la presentación del primer número, que la antropología
no podía escapar a interrogantes nacionales ni a la pregunta de cómo podemos
contribuir a la respuesta de qué es el ser americano.
Con todo, en esa primera generación no hubo unanimidad sobre cómo resolver la
relación entre conocimiento y posición política, cómo abordar los dilemas entre
conocer y comprometerse, o hasta dónde llegar en propuestas concretas sobre el
problema social. Mientras unos privilegiaban el conocimiento "objetivo" de sociedades
in vitro en peligro de extinción, otros, los denominados "indigenistas", asumían la
reivindicación política y cultural del indio. Entre 1940 y 1952 las tendencias
contrapuestas habían coexistido en tensión dentro del Instituto Etnológico Nacional,
mortalidad infantil en Colombia, y de allí a proponer que si se tomaran en cuenta los
patrones culturales de crianza y alimentación ese alto índice podría disminuirse.
Gutiérrez de Pineda comenzaba por entonces su carrera. Y el asunto de cómo traducir
los conocimientos antropológicos en políticas públicas sobre salud y familia según las
particularidades culturales de cada región colombiana fue el de toda su vida, en especial
como profesora de antropología en la facultad de medicina de la Universidad Nacional
de Colombia.
En las décadas de 1960 y 1970 las diferencias adoptaron otro carácter, pues algunos
antropólogos conservaron un marcado recelo crítico ante las políticas oficiales y
sostuvieron una posición de denuncia sobre la situación indígena -por ejemplo, Blanca
Ochoa en la Universidad Nacional-, y apoyaron abiertamente a los movimientos y las
organizaciones indígenas cuando se conformaron. En contraste, otros, como Guillermo
Hernández de Alba, hicieron toldo común con una corriente desarrollista dentro del
aparato estatal colombiano y participaron en la formulación de planes institucionales
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