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Pulciones De Vida Y De Muerte


Enviado por   •  14 de Febrero de 2014  •  6.343 Palabras (26 Páginas)  •  389 Visitas

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Pulsiones de vida y de muerte

El segundo dualismo pulsional que propone Freud, lo plantea en Más allá del principio del placer. En éste, distingue entrepulsiones de vida (o Eros) y pulsiones de muerte.

En las pulsiones de vida se unifican las pulsiones de autoconservación y las pulsiones sexuales. Éstas tienden a la unión y a la síntesis, a diferencia de las pulsiones de muerte, que tienden a la destrucción.

Los tres motivos por lo que introduce las pulsiones de muerte son:

Compulsión a la repetición de experiencias displacenteras: hay actitudes que se repiten más allá del placer, es decir que, aunque generen displacer, se siguen repitiendo.

Nociones de ambivalencia, agresividad, sadismo y masoquismo: la agresividad está en todo, aún en la consecución del placer. Por ejemplo, cuando uno come, arremete, ataca, pero a la vez satisface una función narcisista.

El odio: aquello que se rechaza es casi más primitivo que el amor. En la diferenciación del yo, se pasa por un yo de realidad inicial, un yo de placer purificado y un yo de realidad definitiva. En el segundo, el bebé se atribuye lo que le satisface y expulsa lo que le genera malestar. Esto no se podía deducir de las pulsiones sexuales.

Bibliografía:

Freud, S. (1920) Más allá del principio del placer en Obras Completas. Tomo XVIII. Amorrortu editores.

Laplanche, J. Diccionario de Psicoanálisis, Pulsión. Editorial Paidós.

Teorías de Freud: Pulsiones de Vida y Pulsión de Muerte: Freud consideró que todo el comportamiento humano estaba motivado por las pulsiones, las cuales no son más que las representaciones neurológicas de las

necesidades físicas. Al principio se refirió a ellas como pulsiones de vida. Estas pulsiones perpetúan (a) la vida del sujeto, motivándole a buscar comida

y agua y (b) la vida de la especie, motivándole a buscar sexo. La energía motivacional de estas pulsiones de vida, el “oomph” que impulsa nuestro psiquismo,

les llamó libido, a partir del latín significante de “yo deseo”.

La experiencia clínica de Freud le llevó a considerar el sexo como una necesidad mucho más importante que otras en la dinámica de la psiquis. Somos, después

de todo, criaturas sociales y el sexo es la mayor de las necesidades sociales. Pero, aunque debemos recordar que cuando Freud hablaba de sexo, hablaba

de mucho más que solo el coito, la libido se ha considerado como la pulsión sexual.

Más tarde en su vida, Freud empezó a creer que las pulsiones de vida no explicaban toda la historia. La libido es una cosa viviente; el principio de placer

nos mantiene en constante movimiento. Y la finalidad de todo este movimiento es lograr la quietud, estar satisfecho, estar en paz, no tener más necesidades.

Se podría decir que la meta de la vida, bajo este supuesto, es la muerte. Freud empezó a considerar que “debajo” o “a un lado” de las pulsiones de vida

había una pulsión de muerte. Empezó a defender la idea de que cada persona tiene una necesidad inconsciente de morir.

Parece una idea extraña en principio, y desde luego fue rechazada por muchos de sus estudiantes, pero creemos que tiene cierta base en la experiencia: la

vida puede ser un proceso bastante doloroso y agotador. Para la gran mayoría de las personas existe más dolor que placer, algo, por cierto, que nos cuesta

trabajo admitir. La muerte promete la liberación del conflicto.

Freud se refirió a esto como el principio de Nirvana. Nirvana es una idea budista usualmente traducida como “Cielo”, aunque su significado literal es “soplido

que agota”, como cuando la llama de una vela se apaga suavemente por un soplido. Se refiere a la no-existencia, a la nada, al vacío; lo que constituye

la meta de toda vida en la filosofía budista.

La evidencia cotidiana de la pulsión de muerte y su principio de nirvana está en nuestro deseo de paz, de escapar a la estimulación, en nuestra atracción

por el alcohol y los narcóticos, en nuestra propensión a actividades de aislamiento, como cuando nos perdemos en un libro o una película y en nuestra apetencia

por el descanso y el sueño. En ocasiones esta pulsión se representa de forma más directa como el suicidio y los deseos de suicidio. Y en otros momentos,

tal y como Freud decía, en la agresión, crueldad, asesinato y destructividad.

Freud designa a las pulsiones de muerte como la categoría fundamental de pulsiones que se opone a las pulsiones de vida, con el fin de reducir completamente las tensiones, o sea, volver al individuo vivo al estado inorgánico de quietud y reposo.

Estas pulsiones de muerte se orientan en un primer momento hacia el interior del sujeto e intentan destruirlo, y en segundo lugar, se manifestarían exteriormente en forma de agresión destructiva.

Esta hipótesis especulativa de Freud es una de las más controvertidas de su teoría, que para justificarla sería necesario relacionarla con la evolución de su doctrina para llegar a descubrir su necesidad.

La tesis de Freud con referencia a la pulsión de muerte, representa la orientación de todo ser viviente a retornar al estado inorgánico, si se admite que un ser vivo aparece después de lo no vivo; y desde esta perspectiva, cada ser vivo deja de existir necesariamente por causas internas.

La misión de la libido es hacer inofensiva a esta pulsión, derivándola hacia los objetos del mundo exterior, como pulsión destructiva, pulsión de dominio o voluntad de poder.

Una parte de esta pulsión desempeña un rol importante en la función sexual, por ejemplo en el sadismo y otra parte queda ligada en el organismo, como en el masoquismo erógeno originario.

Freud describe en el desarrollo de la libido, la combinación de la pulsión de vida y la pulsión de muerte, en su forma sádica y masoquista.

Uno de los motivos que llevaron a Freud a establecer la existencia de una pulsión de muerte fue considerar los fenómenos de repetición que se observa en los pacientes, que no se pueden reducir a la búsqueda del placer de la libido o al intento de controlar las experiencias no placenteras.

Otro de los motivos es la importancia de la ambivalencia, tal como se observa en la neurosis obsesiva y en la melancolía. El odio no proviene de la vida sexual sino de la lucha del yo para su afirmación y conservación. El odio es la relación de objeto más antigua que el amor.

Las pulsiones contrarias son las fuerzas que se enfrentan en el conflicto intra-psíquico.

Freud insistió en mantener esta tesis de la pulsión de muerte porque los hechos muestran que aún en los casos de mayor furia destructiva y ciega, puede coexistir una satisfacción de la libido.

La

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