Pureza Sexual
Enviado por hernaneliezer • 31 de Octubre de 2012 • 3.755 Palabras (16 Páginas) • 509 Visitas
Hablemos francamente de la pureza sexual
Nancy L. Van Pelt
Mónica fue educada en un hogar cristiano con principios morales que ella compartía plenamente. Al llegar a su mayoría de edad empezó a salir con Andrés. El no era cristiano, pero no había a mano jóvenes cristianos disponibles, de modo que siguió con él. Andrés era divertido, interesante y cortés, pero tenía diferentes intereses que Mónica. Empezaron a meterse en episodios de relaciones cada vez más íntimas, en las que él exigía cada vez más. A Mónica no le gustaba este aspecto de su relación, pero como no quería perder a su novio decidió seguir así y procurar tener cuidado. No pasó mucho tiempo hasta que él llevó las cosas más allá de lo que ella había imaginado que sería posible. A partir de entonces empezó a obsesionarla un sentimiento de repugnancia.
Las caricias eróticas (en inglés, “petting”) tienen una gran fuerza. Aquellos que se entregan a ellos tienden a cambiar las reglas a medida que van más lejos porque en realidad pocos conocen las reglas. El “petting” va unos pasos más allá de los abrazos y los besos, pero sin llegar a la relación sexual. Eso deja un amplio margen de actividades de exploración corporal abiertas al cuestionamiento, a la imaginación y a la negociación.
Cuando un hombre comienza a acariciar el cuerpo de una mujer, tantea las aguas. Se pregunta cuán lejos va a poder ir. Este proceso le produce un intenso placer porque le resulta sexualmente agradable. Su mente corre anticipando lo que cree que puede venir después. En este punto puede dar rienda suelta a sus mejores recursos : “Nunca he querido a nadie como te quiero a ti, nena”. Inundado por sus hormonas es capaz de decir o hacer cualquier cosa para conseguir lo que quiere.
El plan de ella es probablemente muy diferente. Ella disfruta con los abrazos, las caricias y los besos, y entregándose a los besos y caricias de él satisface sus necesidades emocionales de romance, amor y seguridad.
¡Espera un momento!
Entregarte a tales intimidades fuera del matrimonio, simplemente por la excitación del placer sexual, para disfrutar los estímulos del momento, sólo para pasarlo bien, es algo muy interesado y egoísta. Del mismo modo, permitir que alguien explore tu cuerpo antes de casarte, sólo para sentirte amada y segura es igualmente egocéntrico. Esta verdad es aun mayor en caso de una relación esporádica, cuando el casarse no entra en los planes de ninguno de los dos. Esto vulgariza la relación. Los riesgos son elevados y las ventajas escasas.
Aclaremos otro punto. El “petting” en sí no es algo “sucio”. Dentro del marco del matrimonio, las caricias son una hermosa experiencia. Son una expresión natural del amor, un juego amoroso que prepara directamente la relación sexual. ¿Cuál es, pues, la diferencia entre el “petting” y el juego amoroso? La diferencia está en la intención. El “petting”es la exploración del cuerpo del otro entre dos personas no casadas que no tienen la intención de entrar en una relación sexual plena.
Y ahí está el problema del “petting”. En que no se queda ahí. En que lleva naturalmente a la relación sexual. Por sí mismo, fuera del matrimonio, es más frustrante que satisfactorio. Nuestros cuerpos fueron diseñados y creados por Dios para responder a los estímulos sexuales y desear tras ellos la relación sexual plena.
Cuando dos personas solteras se entregan al juego amoroso sin la intención de llegar al acto sexual, deben mantenerse constantemente en guardia para detenerlo por miedo de llegar demasiado lejos. Este juego erótico no fue designado para ser interrumpido a voluntad. Quien se acostumbra a avanzar en los besos íntimos del juego erótico y después interrumpirlos, corre el riesgo de no funcionar bien sexualmente después en el matrimonio.
El “petting” se puede comparar a la travesía de un puente tendido sobre un gran abismo. A este lado está la no expresión física del amor, y al otro se encuentra el acto sexual. El juego amoroso puede llevarte a un cuarto del trayecto, a la mitad del trayecto o hasta que sólo falta la décima parte del puente. En ese punto la excitación es tal que es muy fácil que te encuentres al otro lado del puente antes de que te des cuenta.
Cruzar el puente no es algo que siempre ocurre de una vez. Por eso el juego del “petting” resulta cada vez más peligroso. Cada nivel de excitación te pide pasar al nivel siguiente. Hay una fuerza de atracción tremenda entre dos personas que se quieren y que sienten entre ellos la escalada de la química del sexo.
Unión de la pareja
Pero los jóvenes cristianos siempre quieren saber qué está bien y qué está mal hacer antes del matrimonio. La pregunta no formulada en palabras es: “¿Cuán lejos puedo ir sin llegar a pecar?” Hay muchas zonas grises para las que la Biblia no provee una orientación claramente delimitada. Sin embargo, he descubierto un trabajo de investigación acerca de los pasos que unen a la pareja, que aporta excelentes bases para tomar decisiones.
Los primeros estudios conocidos relativos al establecimiento del vínculo íntimo (“pair bonding”) se deben al zoólogo Desmond Morris en su obra Intimate Behavior. No obstante, fue la lectura del trabajo del Dr. Donald Joy sobre lo que une a la pareja la que me abrió los ojos a su importancia en el noviazgo. La unión de la pareja tiene componentes tanto físicos como emocionales, espirituales e intelectuales.
Cuatro fases, doce pasos
Se ha observado que los 12 pasos que vamos a detallar se dan de modo consistente en el 80 % de las 500 culturas estudiadas por Morris.
Primera fase: No hay contacto físico
Paso 1: Del ojo al cuerpo. La primera mirada no es una mirada sexual. Es una mirada de descubrimiento. Esta primera mirada capta la estatura, el aspecto, el color, la edad y la personalidad. Inmediatamente comienza un proceso de evaluación inconsciente, que sitúa al otro en una escala personal de menor o mayor grado de deseo. Esta primera mirada determina si la relación va a proseguir o no.
Paso 2: Las miradas se encuentran. Esto suele ocurrir frecuentemente en el marco de una biblioteca o en una oficina. Cuando las miradas se encuentran, hay una aceleración del ritmo cardiaco acompañado de un rubor de turbación, que provoca la interrupción y el desvío de la mirada. El contacto visual directo se reserva para las personas conocidas, en las que se confía. Así, cuando dos personas se ven por vez primera se suelen mirar entre sí en forma sucesiva más bien que simultánea. A menos que las miradas sean portadoras de un mensaje de interés la relación probablemente no avanzará.
Paso 3: Se entabla la conversación. Al principio, la conversación de la pareja se limita a lo más elemental:
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