QUE HACER CON LA VIDA
Enviado por cata.toro • 17 de Octubre de 2013 • 2.029 Palabras (9 Páginas) • 218 Visitas
¿QUÉ ESTOY HACIENDO CON MI VIDA?
PRINCIPIO
NOS ESTAMOS YENDO
Hace unos años, durante una sesión de psicoterapia, un paciente me
comentó que nadie le había enseñado a mirar las cúpulas. Por esos días,
transitando por una de las avenidas céntricas de la ciudad se dio cuenta de que
siempre caminaba mirando las veredas pero no las alturas.
Esta experiencia es muy común. Caminamos por la vida evitando pisar excrementos
de perros o buscando alguna moneda perdida y nos olvidamos de las bellezas de las
cúpulas. Estos dos estilos de mirar no tienen por qué ser excluyentes. Existe un arriba
y un abajo; una izquierda y una derecha. Sin embargo, a pesar de la movilidad que
tiene la cabeza, nuestras cervicales, con su artrosis, nos demuestran que hemos
optado por la rigidez.
En el nivel de lo psicológico algo parecido nos ocurre: nos encontramos con otro tipo
de endurecimiento. Se trata de aquel que es provocado por la apasionada necesidad
de ignorarnos en nuestros deseos. De la misma manera que la artrosis dificulta los
movimientos y nos causa dolor, la pasión por la ignorancia de nosotros mismos pone
obstáculos a nuestro encuentro con el bienestar.
Es notable observar la manera en que las personas desean y temen el cambio.
Consultan a psicoterapeutas y psicoanalistas, terapeutas alternativos o
complementarios, concurren a conferencias y talleres, consumen decenas de libros de
autoayuda. Sin embargo, todo parece quedar en la nada. ¿Qué pasa entre esa
información que les llega y su dificultad para autoaplicarla logrando la tan deseada
transformación?
Es que las personas quieren cambiar pero sin abandonar los viejos esquemas rígidos
con los que han preformado su vida. Están fuertemente convencidas de que el
cambio debe provenir desde afuera, del profesional, del conferencista, del autor del
libro quienes, se cree, conocen el secreto de la felicidad, del enigma de la vida, del
recóndito sentido profundo de la existencia. Aquellas personas se caracterizan por la
constante demanda del tipo: ¡"Dígame qué tengo que hacer para ser feliz!"
Cuando decidí reeditar este libro, me propuse agregarle otros conceptos de acuerdo
con los testimonios de los lectores. Por mi parte, estaba experimentando varios
cambios en mi vida. Uno de ellos, quizá el más trascendente, fue la toma de
conciencia del curso y transcurso de mi existencia.
En mis 54 años de edad y 26 de profesión no había vivenciado, como ahora, que todo
termina, que nos estamos yendo. Este "shock de realidad" lo tuve como reacción a la
enfermedad irreversible de una de nuestras amadas gatas: Charlinne. La habíamos
criado con Marta, mi mujer, desde los cinco días de nacida. Quince años después
tuvimos que tomar la decisión de sacrificarla. He visto la decadencia física de
muchos seres queridos. Desde mis cinco años de edad en que muere mi abuela
paterna hasta el día final de Charlinne he pasado por numerosas despedidas. He
tomado conciencia plena del fin de la vida y me he preguntado cuántas personas se
dan cuenta de que esto se termina. Tarde o temprano nos vamos... para siempre, por
lo menos en esta vida de la cual puedo dar testimonio de que existe. Si hay algo más
allá es un asunto de fe. Lo real es que, por ahora, esto es todo lo que tenemos.
La muerte por sacrificio de Charlinne sólo avivó lo que ya tenía y no quería
reconocer: hagamos lo que hagamos nos estamos apagando desde el día que
nacemos.
Desde el 20 de enero del 97 hasta el 15 de mayo la caída de nuestra gata fue
dramáticamente notable. Su belleza fue transformándose en una deformación facial
debido a un sarcoma témporo-mandibular. Ya no podía comer y el cuidado amoroso
de Marta, sus caricias, su incondicionalidad, hicieron que sus últimos momentos
fueran tan felices como cuando la poníamos dentro de un cajoncito de la mesita de
luz, con una bolsa de agua caliente y un reloj para que el tictac simulara los latidos
cardíacos de la madre. Fue criada a puro gotero con leche y tonadas de vals
tarareadas por Marta. Y murió a puro gotero, leche y otras sustancias sin contar con
la mortificación de los pinchazos de Decadrón que le tuve que dar, con mucho
remordimiento, para aliviarle la inflamación. En su día final, Alejandro Tirone, fiel a
su profesión y con todo el dolor y el amor que le profesa a sus pacientitos, se
transformó en el ángel protector quién, muy a su pesar, inyectó la sustancia letal en la
venita. Y así se fue, diciéndonos adiós con la mirada en un estado de plena paz y,
quiero creer, agradecimiento.
Mientras las cosas permanecen, en la medida en que nuestros seres queridos están
con nosotros, no tenemos plena conciencia de que todos, sin excepción, nos estamos
yendo. Da la impresión de que un día es igual a otro, de que siempre pasa lo mismo
como en la película "Hechizo del tiempo". Se trata de una ilusión. Muchas personas
consideran que nunca van a morir o que las oportunidades y la felicidad se
encuentran en el otro mundo.
El impacto de Charlinne hizo que me retornaran otros impactos: muchas muertes
algunas esperadas otras tan sorpresivas que aún hoy me cuesta creerlo, como la de
Alfonso Milito (Milo), a quién le agradecí en la versión anterior de este libro la
lectura crítica que hizo del prólogo.
Mucho de lo anterior lo viví a medias. Lo de Charlinne y lo de Milo, no. Hoy, un
poco por la edad por la que transito, otro poco por la experiencia vivida, otro por el
dolor por las pérdidas reales y las frustraciones acumuladas me dije "¡Basta de
estupideces!". He tomado conciencia plena, profunda, emocional de que nos estamos
yendo y de que no hay salida.
Alguna vez leí que un pensador (No recuerdo quién) dijo que "el ser humano es
como un paquete que el obstetra envía al sepulturero." Bastante pesimista, por cierto.
Otro afirma que la única obligación del ser humano es morirse. De todo puede zafar,
menos de la muerte. Jean Paul Sartre nos dice que los seres humanos somos "muertos
sin sepultura". Desde un lugar opuesto, los "sacerdotes" de la New Age nos
bombardean con que la solución a los problemas humanos es el perdón y el amor.
Como si perdonar y amar fuera así
...