Que Es Para Mi La Muerte
Enviado por TEPADE • 31 de Enero de 2014 • 2.812 Palabras (12 Páginas) • 341 Visitas
QUE ES PARA MI LA MUERTE
Ahora tengo 35 años, mucho o poco, no lo sé, pero a lo largo de este tiempo tal concepto ha sido cercano a mí, he vivido en un ambiente familiar un tanto hundido en la depresión con olor a muerte, por lo menos desde que tengo uso de razón.
Mi primer escrito sobre morir, fue alrededor de los 7 u ocho años, hasta la fecha, conservo esas hojas sueltas de cuaderno, con letra fea y escrita en lápiz ya algo borroso, fue cuando sentada en las escaleras de mi abuela, mirando al vacio pensaba en cómo alguien, se había atrevido a dejarse caer por ellas aún sabiendo que podía morir, en esos entonces que para mí, todo era amor, juego y diversión, no podía concebir que quisiera quitarse la vida por un regaño o por un castigo a sus padres.
Tiempo después, quizás 2 años más tarde, mi abuelo materno, quién era la figura principal de la familia muere a sus 62 años de edad, relativamente joven, aunque yo lo percibía muy anciano a causa del desgaste exagerado por la enfermedad, una diabetes mal cuidada. Me di cuenta que era triste la pérdida, aún así, era más triste estar con las personas amadas que no podían superar tal evento y que al paso del tiempo continuaban igual.
En momentos a veces difíciles, cuando pasaba de la adolescencia a la edad adulta, la melancolía se revelaba, me gustaba escribir y llenando páginas con diferentes contenidos y metáforas, entre ellos se encontraba alguno que ensalzaba a la muerte y comparto ahora:
“CUANDO LA MUERTE LLAMA”
Cuando suelto al viento mis pensamientos, regresan como retazos sangrantes del tiempo, cuando dejo escapar mis sentimientos, se desgarra el corazón a medida que va muriendo. Si quiero aferrar mis sueños, abrazarme a ellos, fundirlos en mis recuerdos, se van diluyendo en la letanía en que flotan ahogándome lentamente. Si quiero gritarle al cielo mi tormento, se desmiembra la voz, las palabras en mi boca se hacen agua y lentamente me asfixian. Voy dejando escapar gemidos de desaliento que se convierten en alaridos siniestros.
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