Responsabilidad Social

El ser humano se enfrenta día a día a la necesidad de relacionarse con los demás. Desde el mismo momento en el que una persona se despierta para iniciar su día, vive procesos de interacción con sus familiares para compartir el baño, al sentarse a la mesa a desayunar, en el trayecto hacia su lugar de trabajo o de estudio con el personal del transporte público o bien con las personas que se encuentren en el lugar donde estacionará su vehículo, en el transcurso de la jornada con sus superiores y compañeros. Estas son tan solo algunas de las innumerables situaciones que vive el ser humano cotidianamente en las que se ve reflejada su necesidad de interacción con sus semejantes, es decir, su interacción social. La interacción social trae consigo ciertos efectos sobre los individuos respecto a su manera de actuar, los cuales determinan su comportamiento dentro de la sociedad.

Uno de estos efectos es la conformidad que básicamente consiste en la respuesta que da una persona o la acción que ejecuta bajo una presión ejercida por el grupo al cual pertenece. En muchas ocasiones la persona está segura de que los demás están equivocados, pero prefiere ser coherente con ellos sólo por no quedar en ridículo ante todos; en otras situaciones, al escuchar las opiniones de los demás la persona opta por dar su respuesta o actuar de acuerdo a lo que dice la mayoría, pues cree que es imposible que estén equivocados y tan sólo unos pocos tengan la razón; así mismo es común encontrar personas que en primera instancia piensan de una forma, y luego, al escuchar a los demás tambalean en su respuesta y en sus actos dudando de sus conocimientos y principios, dejándose envolver por lo que piensan los demás.

Por otra parte, entre los efectos de las interacciones sociales se encuentra la obediencia como una respuesta a la autoridad. Toda persona como miembro de un grupo social se encuentra subordinado y debe acatar las normas establecidas en este, que pueden ser escogidas voluntaria o involuntariamente. La obediencia es vista como una conducta positiva, que debe ser enseñada desde la niñez por los padres y la escuela, para facilitar a la persona su vida en sociedad. Al hablar de obediencia se habla también de una disminución de la responsabilidad y por consiguiente de la culpabilidad. Si una persona tiene razones suficientes para obedecer a alguien por la autoridad que esta ejerce sobre ella, lo hará aun cuando sus acciones causen daños a los demás.

Las interacciones sociales suponen como finalidad una cooperación entre las partes con el fin de conseguir ambos objetivos de la mejor manera posible. Sin embargo, está situación no siempre se da, mientras algunas personas ponen de su parte para mantener esa cooperación, otras están empeñadas en desatar una competencia para ver quién obtiene los mejores resultados. Según estudios este dilema entre cooperación y competencia se ve condicionado a los intereses personales de cada una de las partes en determinadas situaciones. Existen personas, grupos sociales e incluso países que tratan de mejorar sus condiciones sin tener en cuenta el bienestar de los demás, entrando en una competencia absurda que finalmente deja sometidas a ambas partes a situaciones peores. No obstante,

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