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Resumen: “El yo y el ello” (1923), Freud, S


Enviado por   •  25 de Octubre de 2012  •  Reseña  •  3.216 Palabras (13 Páginas)  •  2.564 Visitas

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Resumen: “El yo y el ello” (1923), Freud, S

1.- Consciencia e Inconsciente:

Este capítulo es nombrado introductorio dado que Freud no pretende añadir nada nuevo a lo ya mencionado en las otras conferencias y artículos, sino que sólo recordar que lo consciente e inconsciente es fundamental para el psicoanálisis y la teoría de la represión, dado que con esta teoría partirá el concepto de lo inconsciente.

Se analiza los tres estados en sentido descriptivo del consciente (Cc), preconsciente (Prec) e inconsciente (Inc), y desde el punto de vista tópico, mientras nos cuenta que para algunos fines descriptivos se difieren entre lo preconsciente y lo inconsciente, ya que a veces es imposible saber con seguridad dónde ubicar lo que no es consciente en un momento dado. Con esto se puede decir que en sentido descriptivo hay dos clases de inconsciente, por otro lado ya que las resistencias parten del yo y son inconscientes, también se puede diferenciar una parte del yo que es consciente de otra que es inconsciente y hasta se conduce idénticamente a lo reprimido. Por consecuencia, debemos reconocer que si bien todo lo reprimido es inconsciente, no todo lo inconsciente es reprimido, y que además hay una parte del yo que no es latente en el sentido de lo Prec, porque no puede ser áctivada voluntariamente, y que constituye un tercer Inc no reprimido.

2.- El Yo y el Ello:

Nos habla que el sistema P-Cc está en la superficie del aparato psíquico, entre las percepciones externas e internas, y que las representaciones verbales corresponden a algo en el preconsciente, la conciencia no abandona su lugar ni lo Inc se eleva hasta lo Cc, sino que son las cargas de las huellas mnémicas (percepciones verbales) las que llegan al sistema Prec. De esta forma la percepción exterior con el “yo” es clara, pero no la de las percepciones internas, entre las que hay que incluir las de placer-displacer y las sensaciones de dolor.

En este punto nos indica que carece de sentido hablar de sensaciones o sentimientos Prec, porque sólo pueden ser inconscientes o conscientes, y que su acceso a la conciencia es independiente de que se hallen enlazados a representaciones verbales o no; mientras que los procesos de pensamiento inconscientes necesitan cargar las representaciones verbales correspondientes para pasar al Prec y llegar al Cc, para ser percibidos como desde fuera y ser tenidos por verdaderos. Con lo cual precisa en el inconsciente dos sectores, el de las representaciones y el de los afectos, señalando que las representaciones son el soporte de la combinatoria de la representación de palabra o representación de cosa, mientras que el afecto no puede entrar en ninguna combinatoria. Pero ésta es otra de las cuestiones que Lacan revisará más adelante, cuando analice la relación entre los afectos y el lenguaje.

Luego tenemos una idea del yo, salido del sistema P y comprendiendo primero lo Prec, inmediato a los restos mnémicos, pero que el yo es también inconsciente.

El yo es una parte del Ello modificada por la influencia del mundo exterior, que rige habitualmente el acceso a la motilidad, también en el yo actúa otro factor además del sistema P: el propio cuerpo, y sobre todo su superficie, de donde parten tanto percepciones externas como internas; y concluye en una célebre.

Finalmente explica que el yo es un ser corpóreo dado que la relación del yo con la conciencia no sirve para una valoración ética o social ya que las funciones intelectuales y anímicas pueden ser inconscientes.

3.- El Yo y el Superyó (Ideal del yo):

Parte citando una publicación anterior reafirmando que “la función del examen de la realidad no la realiza el superyó, sino el yo”. También afirma “el nódulo del yo es el sistema P-Cc”.

Luego habla de la melancolía y nos dice que se produce una sustitución de una carga de objeto por la identificaciones, esta sustitución es siempre parte del “Yo” y del carácter propio (acá habrá una dominación entre el Yo y el Ello).

Habla también de que lo más importante para trabajar son los efectos de las primeras identificaciones, “las realizadas en la infancia, ya que estas son las más duraderas en la vida de cualquier persona. Esto conduce a la génesis del ideal del yo, aquí menciona a los padres como principal objeto dado que los identifica directa e inmediatamente.

Posteriormente habla de las complejidades de estas primeras relaciones mencionando problemas de Edipo y o bisexualidad constitucional. Acá habrá una primera lucha entre el yo y el superyó.

Esta oposición del superyó al yo la vemos tanto en la advertencia “Así como el padre debes ser”, como en la prohibición “Así como el padre no debes ser, pues hay algo que le está exclusivamente reservado. Acá plantea que el superyó conserva el carácter del padre, mientras más estricto o fuerte de carácter sea este, mayor será el predominio del superyó contra el yo en su conciencia moral del individuo.

El superyó es el heredero del complejo de Edipo y actúa como el abogado del Ello ante el yo, constituyendo también el nódulo del que parten todas las religiones, la moral y los sentimientos sociales.

Para finalizar Freud señala que los antiguos conflictos del yo con el Ello pueden continuar transformados en conflictos del yo con el superyó, y que es la amplia comunicación que sostiene con el Ello lo que nos explica que el ideal del yo permanezca en gran parte inconsciente e inaccesible al yo.

4.- Las Dos Clases de Pulsiones.

A la división de parte del ser anímico en el yo, el Ello y el superyó se recalca la oposición entre el Eros (que integra las pulsiones sexuales, las sublimadas y las de conservación) y la pulsión de muerte (que tiene en el sadismo su representante). Nos vuelve a mencionar que la vida es un combate entre ambas tendencias que se enlazan, mezclan y alían entre sí, consiguiendo en el mejor de los casos la derivación hacia el exterior de los impulsos destructores por medio del sistema muscular y del componente sádico de las pulsiones sexuales. Pero antes de hablar de esta relación del sistema y las pulsiones hablará de casos como la paranoia y la homosexualidad en la que descubre el mecanismo en el que deben tales transformaciones y esta consiste en el desplazamiento de cargas psíquicas desde el impulso erótico a la energía hostil de la paranoia, hacia sentido opuesto de la homosexualidad (impulso erótico y impulso destructor). Esta energía desplazable es libido desexualizada, o también libido sublimada.

Son las pulsiones sexuales las que detienen la disminución del nivel al introducir nuevas tensiones. Pero por otro lado el Ello se defiende como el principio del placer guiando estas tensiones sexuales hacia la satisfacción.

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