Taller De Etica
Enviado por maciel • 4 de Abril de 2014 • 9.619 Palabras (39 Páginas) • 256 Visitas
UNIDAD 3
3. LA ETICA EN LAS INSTITUCIONES Y ORGANIZACIONES
3.1 Proceder ético en las instituciones y organizaciones.
La actitud ética de una persona no depende de las normas que la rigen o del temor a las penas que la castigan, sino de la manera como se valora a sí misma.
En nuestro contexto, no solemos percibimos como personas valiosas. Todo lo contrario: nos hemos habituado a desacreditamos a nosotros mismos. Nos vemos como incompetentes, conformistas, ineficaces, poco productivos, de escasa iniciativa, deshonestos, irracionales, temerosos e inconstantes. Nos avergonzamos de un pasado histórico que desconocemos y no encontramos en el presente razones para enorgullecernos de nosotros mismos.
Perdidos en los laberintos de nuestra identidad, en ocasiones nos resulta más fácil asumir que lo que otros opinan de nosotros es la apreciación correcta: somos servidores públicos y, por tanto, somos inescrupulosos, vamos a hacer mal nuestra labor y vamos a aprovecharnos de las personas que requieren de nuestros servicios. Procedemos así sin que nos den y, sobre todo, sin que nos demos nosotros mismos la oportunidad de la honestidad, de la corrección, de la eficiencia.
Causas de la corrupción
Son muchas y diversas las causas de la corrupción. Unas son más complejas que otras. La mayoría se origina en el entorno social y familiar. Otras tienen que ver con el peculiar desarrollo de la vida política en el país. Lo interesante es que ninguna de estas causas consigue disculpar su existencia.
Entre unas y otras causas, señalemos la más evidente: el perverso ejemplo de una buena parte de la clase política, capaz de hacer casi cualquier cosa con tal de alcanzar sus objetivos personales. Así se pone en evidencia un libertinaje jurídico donde todos se acusan entre sí, ninguno es culpable de nada y ni uno solo termina en la cárcel.
También están las causas más personales: las sencillas o urgentes necesidades familiares con las que se trata de excusar diversas situaciones maliciosas. La coima que ayuda a redondear un sueldo. El soborno que hace fácil la compra de tal o cual objeto.
Por supuesto, no podemos dejar de lado nuestra reacción a la actitud de algunos usuarios, quienes en ocasiones nos contemplan con rencor, nos perciben como servidores incapaces, que hacemos de mala gana el trabajo y que nos enfrentan como un obstáculo que vencer para alcanzar sus propios objetivos.
Ni que decir de la percepción de aquellas personas que gozan de un mínimo de comodidades. Suponen ellas que porque somos servidores públicos o no tenemos la educación que ellas tienen o el dinero que ostentan como expresión de su poder, tienen pleno derecho a reclamar el servicio a gritos u ofreciendo un pago a cambio de nuestra eficiencia. Como si sólo así pudiésemos funcionar. Como si no nos fuera posible responder a ningún otro tipo de estímulo.
Así es como hemos asumido roles que banalizan nuestra existencia, inducen nuestra razón al error, debilitan nuestra voluntad y despotencian nuestro espíritu, obligándonos a soportar un destino oscuro, devaluado... un destino desprovisto de dignidad.
¿Qué hacer para cambiar las cosas?
Lo fundamental, cambiar nuestra propia actitud frente a la vida y frente a la institución a la que pertenecemos. Reconocer nuestros valores. Redescubrirnos en este Código de Ética que no fue elaborado por un especialista en valores morales, no fue importado de ningún país del primer mundo, ni traducido de algún famoso libro extranjero, sino que ha sido construido con la participación de cada uno de nosotros, quienes decidimos que esta es la manera correcta de vivir, de trabajar, de cooperar, de avanzar. Aquí, en estas pocas páginas, hemos logrado exponer de manera clara y rotunda nuestros propios valores personales.
En virtud de ello, podemos empezar a sentirnos orgullosos de la imagen que a partir de ahora estamos irradiando. Porque a través de este esfuerzo vamos a poder visualizarnos de la manera como en realidad somos. Y vamos a conseguir, en la medida en que apliquemos en nuestra vida diaria los valores que expusimos en el Código, que las demás personas tengan esa misma imagen de nosotros.
De un modo u otro, vamos a revalorizarnos. Vamos a darnos nosotros mismos una categoría distinta. Siguiendo nuestros propios objetivos, guardando nuestros propios códigos, siguiendo nuestras propias reglas de respeto y solidaridad, vamos a lograr un cambio fundamental en la organización municipal. Vamos a ganarnos no sólo el respeto de las personas a las que servimos. También su admiración, su orgullo, su satisfacción.
Actuando de la manera como lo hemos decidido en este Código de Ética, aquellos a quienes servimos, las personas a quienes nos debemos, van a encontrar en nosotros un entusiasta ejemplo de ciudadanía y poco a poco, con el pasar de los días, habremos hecho un importante aporte para que nuestra ciudad sea un lugar cada vez más agradable, apropiado y acogedor para nuestros hijos.
Ahora bien, la pregunta que queda por formular es: ¿quién dará el primer paso en este cambio fundamental? ¿Este cambio que nos ofrecerá una visión más optimista de la vida, que elevará nuestra autoestima, que brindará sólidos y profundos cimientos a nuestros valores
3.1.1 Código de ética de las instituciones y organizaciones.
Durante el proceso de investigación, el equipo, o sea los integrantes nos encontramos como muchos aprendizajes significativos, una de ellos es la palabra "profesión" se deriva del latín, con la preposición pro, delante de, en presencia de, en público, y con el verbo fateor, que significa manifestar, declarar, proclamar. De estos vocablos surgen los sustantivos professor, profesor, y professio profesión, que remiten a la persona que se dedica a cultivar un arte o que realiza el acto de saberse expresar ante los demás. Con base en ello, puede decirse que la profesión es beneficiosa para quien la ejerce, pero, al mismo tiempo, también está dirigida a otros, que igualmente se verán beneficiados. En este sentido, la profesión tiene como finalidad el bien común o el interés público.Es más, nadie es profesional, en primera instancia, para sí mismo, pues toda profesión tiene una dimensión social, de servicio a la comunidad, que se anticipa a la dimensión individual de la profesión, la cual es el beneficio particular que se obtiene de ella.
Existen también una serie de normas cifradas en un código de ética, que están supervisadas por un colegio profesional respectivo. Muchos de esos principios pueden resumirse en los siguientes: guardar fidelidad a la institución o al patrono que suministra el trabajo; dirigirse a los colegas con respeto y consideración, evitando la competencia desleal; actualizarse con los
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