Trastornos mentales
Enviado por Rixando Ledezma • 1 de Septiembre de 2019 • Informe • 2.895 Palabras (12 Páginas) • 151 Visitas
República Bolivariana de Venezuela[pic 1]
Ministerio del poder popular para la Educación superior
Universidad Bicentenaria de Aragua
Dirección de Investigación, Extensión y Postgrado.
Turmero- Edo. Aragua
Trastornos Mentales
Autora
Doris Ledezma | C.I. 9.430.414 |
Profesora: Nelly Abou Saleh
Turmero, 17/03/2018
En el desarrollo y evolución de la medicina y ciencias de la salud, se inserta una ciencia bastante particular, la cual no se enfoca en alteraciones netamente físicas o estructurales, cuyos síntomas no son tan precisos y tangibles como las diferentes enfermedades que vulneran el bienestar de la humanidad. La psiquiatría tiene por objeto el estudio de la complejidad de la mente humana en el reconocimiento de su alteración a través de la observación de la conducta relativamente normal y análisis de los procesos mentales básicos del individuo para identificar la conducta psicopatológica.
En el campo del Derecho, la psiquiatría es una fuente disciplinaria de conocimientos científicos que permite explicar el fenómeno criminal para coadyuvar a la administración de justicia a determinar la responsabilidad penal y aclarar dudas en la investigación pericial. En el proceso investigativo de la conducta humana, la Psiquiatría Forense analiza, diagnostica y registra la incidencia de los trastornos mentales en el hecho punible concreto y apoya en la rehabilitación y reinserción psicosocial del delincuente. ¿Pero cuáles son los trastornos mentales comunes? ¿Cómo incide en el comportamiento humano inmerso en un Estado de Derecho? ¿Cuál es su relación con el Derecho Penal venezolano?
El diagnóstico y tratamiento de los trastornos mentales es el principal objeto de estudio de la psiquiatría, que de acuerdo con Sadock (2008) los trastornos mentales se definen como “enfermedad con manifestaciones psicológicas o conductuales asociada a sufrimiento importante y alteración funcional causada por una anomalía biológica, social, psicológica, genética, somática o química” (p. X). Además señalan que la misma se rige bajo una desviación normativa, es decir, se considera trastorno si viola las concepciones de normalidad existentes en un área determinada, los cuales se manifiestan de manera muy diversa según la esfera mental que se encuentre afectada y la gravedad de la violación de la norma, lo que acarrea una consecuencia jurídica que como señala Campos “Eso significa que una persona que comete (por acción u omisión) una infracción penal (por muy grave que esta sea) no tiene por qué ser declara culpable de ella” (p. 650), se entiende entonces que en todo caso criminal existe la posibilidad de que la conducta que se reprocha o se califica en un proceso penal puede encontrarse en un estado de alteración mental.
Para determinar ese grado de alteración y sus condicionantes, la psiquiatría se emplea el Manual diagnóstico y estadísticos de los trastornos mentales (en inglés, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, abreviado DSM) para clasificar y diagnosticar los diversos trastornos mentales, actualmente en su 5ta edición, realizado por la Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association, APA), la cual es la herramienta oficial y fundamental de clasificación usada por los profesionales de la salud mental para comprender por espacios de unidad los trastornos psiquiátricos. En Europa se emplea un sistema similar denominado Clasificación estadística internacional de las enfermedades y problemas relacionados de salud (CIE), actualmente en su 10ma edición, publicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cual no sólo abarca los trastornos mentales sino las demás patologías estudiadas en el campo médico.
La OMS ha estimado que las enfermedades mentales ocupan cinco de las causas líderes de discapacidad entre la población con rango de edad entre los 15 y 44 años. La depresión, los trastornos relacionados al consumo de sustancias tóxicas, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo-compulsivo y la esquizofrenia son enfermedades que desgastan familias y hospitales con un costo muy elevado para la sociedad pero merece gran atención por cuanto la ausencia del tratamiento expone a los individuos a la violación de sus derechos que en el aspecto penal no es posible resarcir pecuniariamente, esto, considerando las condiciones eximentes y atenuantes de la responsabilidad penal contenida en el artículo 62 del Código Penal venezolano:
Artículo 62. No es punible el que ejecuta la acción hallándose dormido o en estado de enfermedad mental suficiente para privarlo de la conciencia o de la libertad de sus actos.
Sin embargo, cuando el loco o demente hubiere ejecutado un hecho que equivalga en un cuerdo a delito grave, el tribunal decretara la reclusión en uno de los hospitales o establecimientos destinados a esta clase de enfermos, del cual no podrá salir sin previa autorización del mismo Tribunal. Si el delito no fuere grave o si no es el establecimiento adecuado, será entregado a su familia, bajo fianza de custodia, a menos que ella no quiera recibirlo.
En el campo de estudio de la psicopatología y psiquiatría, aparte de los sistemas de clasificación arriba descritos, en psiquiatría se emplean otros términos para agrupar los trastornos mentales, de los cuales tenemos los siguientes trastornos: psicóticos, neuróticos, afectivos, orgánicos, funcionales, conductuales e inducidos por sustancias.
Los trastornos psicóticos se distinguen por la pérdida del sentido de realidad, manifestándose con ideas delirantes y alucinaciones, entre las patologías más destacadas se encuentra la esquizofrenia, definida por Sentíes (2011), como: “síndrome crónico, de etiología desconocida, presentando alteraciones cognitivas, conductuales y afectivas, caracterizado por la percepción inadecuada de la realidad, manifestado a través de delirios y alucinaciones”. Es importante observar que afecta aproximadamente al 1% de la población en general. No tiene prevalencia por sexo, edad, etnia o condición social, sin embargo pueden aparecer más tempranamente en hombres (15 a 35 años) que en mujeres.
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