Tres ensayos de una teoria sexual.
Enviado por Elisa Casaccia • 2 de Agosto de 2017 • Ensayo • 1.953 Palabras (8 Páginas) • 302 Visitas
En base al texto de Sigmund Freud “Tres ensayos de teoría sexual” (1905-1925) específicamente, el segundo ensayo sobre “La sexualidad infantil” nace la elaboración de este trabajo para hacer un breve recorrido sobre el desarrollo de la misma. Los Tres ensayos de Freud constituyen la primera elaboración teórica sistemática de sus ideas, tesis e hipótesis acerca de la sexualidad. Tuvieron una repercusión única ya que a partir de ahí el ser humano y el ser sexuado se unen para ser “uno” solo. También, sexualidad humana deja de ser limitada simplemente a la genitalidad y demuestra así que la misma no comienza en la pubertad, sino desde la infancia más precoz y que sigue un desarrollo en el que pueden aislarse diferentes etapas sucesivas, en las que entran en juego diversas zonas erógenas prevalecientes. Para que surja la teoría de la sexualidad infantil fue necesario que la teoría de la seducción se derrumbe para Freud.
En cuanto a la amnesia infantil se refiere a que la mayoría de los seres humanos, no todos, cubre los primeros años de su infancia, hasta aproximadamente el sexto año de vida. No se trata de una desaparición real de las impresiones infantiles, sino de una amnesia semejante a la que se puede observar en los neuróticos con respecto a vivencias posteriores y cuya esencia consiste en un mero apartamiento de la conciencia (represión). Esta amnesia convierte la infancia de cada individuo en un tiempo anterior, prehistórico, que le oculta los comienzos de su propia vida sexual y, por lo tanto, es la culpable de que no se haya otorgado un valor al periodo infantil en el desarrollo de la vida sexual.
Parece seguro que el neonato trae consigo raíces de mociones sexuales que siguen desarrollándose durante cierto lapso, pero que después sufren una progresiva sofocación (latencia). Durante el periodo de la latencia total o parcial se edifican poderes anímicos que más tarde serán inhibidores en el camino de la pulsión sexual y angostarán su curso en manera de diques. La sublimación desvía las metas de las pulsiones sexuales hacia otros fines y mediante ella es que se obtienen los logros culturales. En cuanto al mecanismo de la sublimación, es sabido que las mociones sexuales de los años infantiles son inaplicables dado que las funciones reproductivas no están desarrolladas, lo que constituye el carácter principal de la latencia, por otra parte, serian en sí perversas, ya que partirían de zonas erógenas y se sustentarían en pulsiones que, dada la dirección de desarrollo del individuo solo provocarían displacer, por eso es que suscitan fuerzas anímicas contrarias (formación reactiva) que construyen para la eficaz sofocación de ese displacer ciertos diques psíquicos como el asco, la vergüenza y la moral. De tiempo en tiempo irrumpe un bloque de exteriorización sexual que se ha sustraído a la sublimación, o cierta práctica sexual que se conserva durante el periodo de la latencia hasta el estallido reforzado de la pulsión sexual en la pubertad.
En cuanto a las exteriorizaciones de la sexualidad infantil podemos encontrar como precursor al chupeteo que aparece ya en el lactante y puede conservarse hasta la madurez o incluso persistir toda la vida. El chupeteo consiste en un contacto de succión con la boca -que tiene a los labios como zona erógena- repetido rítmicamente, que no tiene por fin la nutrición. Una pulsión de prensión, suele manifestarse al mismo tiempo, mediante un simultaneo tironeo rítmico del lóbulo de la oreja y/o el apoderamiento de una parte de otra persona con el mismo fin. No es raro que el mamar con fruición se combine con el frotamiento de ciertos lugares sensibles del cuerpo y que por esta vis el niño pase del chupeteo a la masturbación. El carácter más llamativo de estas exteriorizaciones es que la mayoría se satisfacen con el propio cuerpo, es decir que son auto eróticas. Si bien es cierto que el quehacer sexual se apuntala primero a la auto conservación, más tarde se independiza de ella. La necesidad de repetir la satisfacción sexual se divorcia entonces de la necesidad de buscar alimento. Con el chupeteo entonces, se pueden observar tres caracteres esenciales de una exteriorización sexual infantil; nace apuntalándose en una de las funciones corporales para la vida, no conoce un objeto sexual, pues es auto erótica, y su meta sexual se encuentra bajo el imperio de una zona erógena.
La propiedad erógena se puede adherir prominentemente a ciertas partes del cuerpo. Existen zonas erógenas predestinadas como lo muestra el chupeteo, pero así también, cualquier otro sector de la piel o de mucosa pueden prestar los servicios de zona erógena conllevando cierta aptitud. Por lo tanto, para la producción de una sensación placentera, la cualidad del estímulo es más importante que la complexión de las partes del cuerpo, ya que la propiedad de la erogeneidad la tienen todas las partes del cuerpo y todos los órganos internos. En cuanto a la meta sexual de la pulsión infantil, esta consiste en producir la satisfacción mediante la estimulación apropiada de la zona erógena que, de un modo u otro, se ha escogido.
La zona anal, a semejanza de la zona de los labios, es apta por su posición para proporcionar apuntalamiento de la sexualidad en otras funciones corporales, de hecho, el valor erógeno de este sector del cuerpo es originariamente muy grande, las transmudaciones que experimentan normalmente las excitaciones sexuales que parten de él, y cuan a menudo se conservan durante toda la vida una considerable participación en la excitabilidad genital. Los niños sacan partido de la estimulación erógena de la zona anal reteniendo las heces hasta que ello les provoca fuertes contracciones musculares que al pasar por el ano producen estímulos sobre la mucosa. El contenido de los intestinos es tratado como parte de su propio cuerpo y representa el primer regalo mediante el cual expresan obediencia (exteriorizándolo) o desafío (rehusándolo) hacia el medio.
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