Tres tipos de protagonistas actuaron en la elaboración y lanzamiento de la Constitución de 1991
Enviado por juanjrodriguez • 13 de Marzo de 2014 • 1.265 Palabras (6 Páginas) • 284 Visitas
Tres tipos de protagonistas actuaron en la elaboración y lanzamiento de la Constitución de 1991: los inspiradores, los directores de orquesta y los constituyentes. La inspiraron Barco y Gaviria; la dirigieron Horacio Serpa, Antonio Navarro y Alvaro Gómez; y la elaboraron los constituyentes elegidos después del golpe de Estado. De los principales protagonistas sólo faltan hoy Barco y Gómez. Los demás están vivos. Serpa y Ramírez Ocampo aspiran a la presidencia. Otros están en gobernaciones, alcaldías y se aprestan a participar en el nuevo Congreso. Los principales órganos de comunicación del país como Semana, El Tiempo y El Espectador han publicado profusamente encuestas, entrevistas y artículos a propósito de los diez años de esta Carta. Mientras el país la repudia en las encuestas, los protagonistas reafirman su acierto sin dar señal alguna de arrepentimiento. Con muy pocas excepciones argumentan ex post facto que la Constitución no tiene velas en la crisis más profunda de la reciente historia de la Nación porque no la han producido las normas sino los hechos.
Revisando cuanto se ha publicado en esta conmemoración, solamente López—por supuesto, ninguno de los constituyentes—relaciona la Constitución con la apertura económica. Dice López: “Fue, entonces,” (se refiere al foro liberal de Paipa de 1991) “cuando quien estas líneas escribe le llamó la atención al auditorio sobre la coincidencia entre la apertura económica, que también se señalaba como una panacea por aquellos años, y la Constitución del 91. De lo que se va a tratar en los próximos diez años es sobre el nuevo modelo económico y algo, periódicamente, acerca de la Constitución.” (El Tiempo, 4 de julio de 2001) Así mismo, sólo hay dos referencias al golpe de Estado que le dio origen, la del exfiscal Alfonso Gómez Méndez en declaraciones a El Tiempo el día de su retiro, quien ocupaba el cargo de Procurador General y se opuso a la utilización del Estado de Sitio para convocar la Asamblea Constituyente; y Rudolph Hommes, ministro de Hacienda de Gaviria, quien manifiesta explícitamente que fue un gran paso en este proceso de cambio “tumbar la Constitución de 1886, inventar la séptima papeleta y que la Corte Suprema se hubiera atrevido a dar un golpe de Estado” (Semana, junio 25 a 2 de julio de 2001)
Serpa y Navarro constituyen un caso aparte. El redivivo candidato liberal a la Presidencia de la República recuerda la ilusión que creó la Asamblea Constituyente al hacerle creer al país que resolvería por arte de magia los males estructurales de la Nación. Acepta que esos males se han profundizado, que el ánimo de la gente ha empeorado, que el conflicto armado es cada vez más grave y que si se hubiera involucrado en ella a las FARC y al Eln, habríamos encontrado la paz. Entonces, para salvar a Colombia propone una nueva Asamblea Nacional Constituyente. “Su mandato,” dice, “tiene que ir, por supuesto, más allá de una reforma política y abordar las reformas estructurales acordadas en la Mesa de Diálogo y aquellas que el país reclama y el pueblo echa de menos.” (El Tiempo, 4 de julio de 2001) Y se lava las manos ante el fracaso de la obra que dirigió: “Una década no es nada para medir el impacto de una Constitución Política, pero sí demasiado tiempo para un país hastiado de la guerra.” Hoy la diferencia es que las reformas constitucionales no crean ilusiones ni de paz ni de mejora de la economía. ¿Cómo creerle de nuevo a Serpa en estas condiciones de que otra Constitución arregla los males de la Nación?
Navarro estaba derrotado militarmente y se encontró la Constituyente para salir del atolladero, llegar al Ministerio de Salud en el gobierno neoliberal de Gaviria e iniciar una trayectoria política condescendiente con todas las medidas que han conducido el país al abismo. Sus respuestas a las entrevistas no hacen sino reafirmar su oportunismo para acomodarse
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