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Un nuevo Ensayo "Sobre la Muerte y los Moribundos"


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2017  •  Ensayo  •  2.875 Palabras (12 Páginas)  •  305 Visitas

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Ensayo: Sobre la Muerte y los Moribundos

Autora del libro: Elisabeth Kübler-Ross

Psicogerontología Clave: 8405

Docente: Janett Sosa Torralba

Alumno: Ramiro Mejía Cruz

La muerte es vista como algo desagradable. Esto se debe a que en nuestro inconsciente sólo podemos concebir la muerte como una intervención del mal que viene de fuera: la muerte se encuentra asociada a un castigo.

Dentro de nuestro inconsciente, no podemos distinguir entre un deseo y un hecho -- esto me recuerda al dicho popular “ten cuidado con lo que deseas, pues se puede volver realidad” --. Es decir, no hay diferencia entre el deseo de matar a alguien y el hecho de llevarlo a cabo, como es en el ejemplo del niño que plantea la autora. Por esta razón, entran sentimientos de culpa y esto nos lleva al autocastigo para evitar o reducir el castigo que creemos merecer, debido a la muerte de nuestro ser querido.

Estos sentimientos de culpa, se hayan ligados a los sentimientos de ira. Estos sentimientos suelen ser disfrazados, por lo que prolongan más el período de dolor o se manifiestan de otras formas.

Después de narrar sobre los últimos días de un granjero, Elisabeth dice que “Si a un paciente se le permite acabar con su vida en el ambiente familiar y querido, no necesita tanta adaptación.” Es decir, que es más fácil para la familia y para el paciente mismo aceptar esta pérdida si ocurre en un ambiente cálido para el último. Por otro lado, si se mantiene el tabú sobre la muerte, afectará a los niños en gran medida, ocultando un dolor por toda su vida trayendo consecuencias graves. En cambio, si se les presenta como un suceso que forma parte de la vida, resultará ser una experiencia que les ayudará a crecer y madurar, además de que les dará una sensación de apoyo y de duelo compartido.

“Cuantos más avances hacemos en la ciencia, más parecemos temer y negar la realidad de la muerte.” Esto lo hacemos a través de los eufemismos, reforzando así el tabú de “la muerte”. Recuerdo a mi mamá diciendo que mis hermanos y yo no teníamos por qué ir al velorio ni a la misa del cuerpo presente de uno de mis tíos, a pesar de que mi hermana y yo sí queríamos ir.

Cuando un paciente se encuentra moribundo, pierde su capacidad de decidir. Y no necesariamente por su condición, más bien por su medio. Pierde su derecho a opinar, las decisiones que se toman sobre él, se hacen sin tomarlo en cuenta y si se intenta rebelar, se le administra un sedante.

“¿Estamos volviéndonos menos humanos o más humanos?”

Después de hablar sobre la experiencia individual de la muerte, la autora pasa al tema de las actitudes masivas acerca de la muerte. Los avances de la ciencia también han traído armas de destrucción masiva, como lo fue la bomba atómica o como lo han sido las armas bioquímicas, que hemos sabido que se usaron hoy en día en Siria. Si la capacidad de las personas para defenderse físicamente es cada vez menor, los recursos defensivos psicológicos de las personas deben entonces multiplicarse.

Es posible que grupos de personas utilicen su identidad para expresar su miedo a ser destruidos atacando y destruyendo a otros. Esto abre la posibilidad de que la guerra no sea más que una necesidad de enfrentamiento a la muerte. Hasta cierto punto, explicaría el por qué Estados Unidos constantemente ataca países del medio oriente con la excusa de que es para defenderse de ataques terroristas.

Una de las defensas psicológicas ante la muerte que la autora menciona es la negación: negar la realidad de la propia muerte. Como ya se expresó anteriormente, es imposible para nuestro inconsciente concebir la idea de que nosotros podamos morir; sin embargo, podemos alegrarnos de que murieron los otros y no nosotros. Pero si no podemos negarla, entonces debemos dominarla a través de desafiarla arriesgando nuestras vidas, lanzándonos de paracaídas, manejando rápido en las carreteras, entre otras acciones.

La autora plantea que la religión ha jugado el papel de plantear que es necesario el sufrimiento en la tierra para que sea recompensado este en el cielo; pero que el sufrimiento ha ido perdiendo significado en esta época. Aunque depende del grupo al que pertenezcan las personas, pues aún existen grupos religiosos que consideran la autoflagelación necesaria para purificarse, o en la década pasada, que estuvo la tribu urbana de “los emos”.

También menciona que conforme la sociedad contribuye a la negación de la muerte, la iglesia pierde más seguidores en una vida después de la muerte donde somos recompensados por nuestro sufrimiento. Sin embargo, eso es en Estados Unidos, en México es totalmente distinto. Nos encontramos rodeados de una sociedad donde la religión católica predomina y muchos de los sacerdotes y pastores siguen predicando lo necesario que es el sufrimiento y las carencias en vida para ser recompensados después de la muerte.

La negación de la muerte como una realidad es la búsqueda de la inmortalidad, a través de la creación de corporaciones cuyo único fin es preservar la vida a como dé lugar. Que es otro de los fenómenos que han ido ocurriendo últimamente no sólo en las películas de ciencia ficción. Por suerte, aún no se desarrolla la tecnología suficiente para prolongar la vida de los seres humanos hasta la inmortalidad.

La autora cuenta que enseñar sobre ciencia, relaciones humanas y arte, sería la panacea contra estos problemas que se presentan respecto a la muerte: hacer la vida más humana en lugar de prolongarla. Después de narrar sobre cómo creó un seminario sobre los moribundos, la autora cuenta que este seminario se convirtió en un curso para los estudiantes de medicina y teología, haciendo cumplir su objetivo de que ambas partes se enseñaran.

Primera fase: Negación y aislamiento

La reacción inicial de los pacientes al enterarse que sufrían una enfermedad era “No, yo no, no puede ser verdad”. Esta negación podía llevarlos a que fueran examinados por distintos médicos, intentando desacreditar el diagnóstico inicial. Ocurre también cuando no se atreven a ir a hacerse un chequeo, pues al no hacerlo “no están enfermos”, trayendo como consecuencia un avance de la enfermedad.

La negación es una forma sana de enfocar la situación dolorosa en la que tienen que vivir. Es una especie de amortiguador para las noticias inesperadas y sorprendentes. Ayuda al paciente a recobrarse y a movilizar otras defensas psíquicas.

Mi abuelo no quería hacerse el chequeo del corazón, mi mamá decía que tenía miedo que lo tuvieran que operar. Estuvo alrededor de medio año o un año sin ir, hasta que mi mamá lo convenció después de mucho insistir, y efectivamente, lo tuvieron que operar. Él realmente no quería y decía que no se sentía mal, pero los estudios decían que sí se encontraba grave.

La mayoría de los pacientes pueden hablar sobre su enfermedad durante un tiempo hasta que se manifiesta la incapacidad de seguir afrontándola hablando de la habilidad de manera irreal. Hablando de ésta como si se tratase de una molestia menor y no de una enfermedad terminal.

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