Ensayo Muerte De Colosio
Enviado por jaldrete97 • 22 de Mayo de 2015 • 2.437 Palabras (10 Páginas) • 487 Visitas
Política y Derechos Humanos
Politique et droits de la personne
Politics and Human Rights
Tlahui-Politic No. 1, I/1996
EL CASO LUIS DONALDO COLOSIO. I/II
Mario Rojas Alba
Dudas, incertitudes e impunidad en el caso Luis Donaldo Colosio
Mario Rojas Alba. Montreal, Qc. Canadá, a 10 de enero de 1996. I/II. El asesinato de quien fuera candidato a la Presidencia de México, Luis Donaldo Colosio (ocurrido el 23 de marzo de 1994) manifiesta de manera nítida el nivel de violencia política alcanzada en los procesos electorales mexicanos. Las dudas, las contradicciones y las insuficiencias de la investigación del magnicidio, reflejan por su parte las graves carencias en la impartición de la justicia al mismo tiempo que la dependencia casi absoluta del poder judicial de parte del ejecutivo federal, una de las deformidades que caracterizan al presidencialismo mexicano fuertemente centralizado.
La televisión comercial cómplice en el clima de histeria y cacería de brujas
A diferencia de la población de los EUA que se conmocionó hace tres décadas con los magnicidios de los hermanos Kenedy, el pueblo mexicano apenas recordaba el asesinato del Presidente Alvaro Obregón hacía ya siete décadas. El asesinato de dirigentes o militantes de la oposición, es un fenómeno no menos grave pero común en la vida cotidiana de la sociedad mexicana, no obstante esta vez la gente sentía que el peligro tocaba la puerta, eran los momentos de "encomendarse al santo de devoción" por que la violencia estaba suelta y no reconocía amigos o enemigos.
En una situación como esa, los medios de información deberían hacer gala de prudencia, nada más lejos que eso ocurrió y sigue ocurriendo en México. Los estudiosos del régimen mexicano conocen perfectamente que los medios de información, particularmente la televisión comercial, forman parte de una unidad indisoluble con el poder gubernamental, en ese sentido, el asesinato de Colosio era otra vez más una nueva y maravillosa oportunidad para agredir a la oposición política de centroizquierda. Sin embargo, la energía del temor desatado escapó del control de los "desinformadores" de la televisión, para revertirse finalmente en contra de los altos dirigentes del PRI-gobierno.
Dos días después del crimen y como resultado de las opiniones tendenciosas de Jacobo Zabludowsky, que intentaba involucrar a la oposición cardenista, la incertidumbre y el temor se generalizaron en diferentes partes de la república. El ambiente de tensión en algunos casos alcanzó el nivel de la histeria, los sentimiento de persecución y temor causaron numerosos incidentes, basta recordar la agresividad de los priístas en contra de Manuel Camacho Solís en su visita de condolencias, menos violenta contra Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas. Durante los funerales los mismos priístas le gritaron a Carlos Salinas de Gortari, ¿Quién fue, Quién fue, Quién fue....?al tiempo que tiraban con estruendo las butacas del recinto.
Todavía un mes después del asesinato la histeria continuaba, el 23 de abril, al momento en que se realizaba una misa en la Basílica de la Guadalupe, el abad Guillermo Schulemburg interrumpió su homilía, cuando un hombre que sacó un cuchillo de entre sus ropas y se hirió a sí mismo en los brazos, al tiempo que gritaba -¡Me quieren matar!, el personal de seguridad tuvo que intervenir para detenerlo y sacarlo de la Basílica, el hombre insistía en que lo querían involucrar en el asesinato de Colosio [1].
El Subprocurador Montes: pieza clave para encubrir el crimen
El asesinato de quien fuera candidato a la Presidencia de México, Luis Donaldo Colosio [2], manifiesta de manera nítida el nivel de violencia política alcanzada en los procesos electorales mexicanos. Los antecedentes de Miguel Montes nos permiten entender de cierta forma, las posible razones por la que Salinas lo nombró Subprocurador especial para la investigación del caso Colosio.
Antecedentes de un higienista jurídico
Era un día turbulento como todos los del Colegio Electoral de 1988, desesperados ante la imposibilidad de impedir el fraude electoral, los diputados federales del Frente Democrático Nacional decidimos tomar una vez más la tribuna. Demacrados por la tensión y el agotamiento de las prolongadas cesiones, los frentistas ocupamos todo el espacio de la tribuna de los debates.
Mientras tanto Miguel Montes desde lo alto, en el puesto de la Presidencia de la Cámara, nos veía con una falsa tranquilidad, al mismo tiempo miraba insistentemente a los diputados priístas y agentes de seguridad que se encontraban al fondo y costados del recinto parlamentario, con los ojos, Montes daba las indicaciones para la respuesta preparada con anticipación. De los mismos lugares salieron entonces rápidamente decenas de policías vestidos de civil que se mezclaron con los diputados priístas. Un numeroso grupo de agentes protegió de inmediato la espalda del mismo Montes, mientras que más de un centenar de diputados del PRI apoyados por otro tanto de policías nos desalojaban por la fuerza de la tribuna. Finalmente el dictamen que reconocería a Carlos Salinas de Gortari como Presidente de México sería únicamente firmado por los diputados del PRI.
En julio de 1988 el mismo Miguel Montes García había sido electo diputado federal por la ciudad de Guanajuato (I Distrito), en un proceso electoral ampliamente señalado como fraudulento. Poco después Montes sería designado Presidente de la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados y tres años más tarde Procurador de Justicia del Distrito Federal, cargos que desempeñaría de manera poco brillante.
En el último tercio de 1988, en la oficina de la Representación Morelense de la Torre Latinoamericana, en el Distrito Federal, Montes había tenido cuando menos dos sospechosas reuniones con el Gobernador Rivapalacio, reuniones que ocurrieron coincidentemente en los momentos en que Rivapalacio inició las detenciones arbitrarias, la persecución policiaca, la tortura, el crimen y la desaparición política, particularmente contra los cardenistas de la región oriente de Morelos.
El mismo Miguel Montes fue nombrado por Carlos Salinas de Gortari, como Subprocurador Especial para "esclarecer" el caso del asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta. En realidad, Montes había recibido una vez más, la difícil tarea de limpiar el rostro del sistema con el agua bendita de la "ley" hecha a imagen y semejanza del poder.
La designación del Subprocurador violentó el federalismo
La estructura jurídica mexicana corresponde
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