En el siglo primero había una congregación cuya extraordinaria unidad daba gloria al Dios verdadero

En el siglo primero había una congregación cuya extraordinaria unidad daba gloria al Dios verdadero. Nos referimos a la congregación de Éfeso. En aquel próspero centro mercantil, algunos cristianos disfrutaban de una posición acomodada e incluso poseían esclavos, mientras que otros vivían en esclavitud y seguramente eran muy pobres. Además, algunos hermanos eran judíos que habían aprendido la verdad cuando Pablo predicó en su sinagoga, mientras que otros eran gentiles que habían dado culto a Ártemis y practicado la magia. Es patente que la religión verdadera había juntado a personas de orígenes muy diversos.

Pero la maravillosa unidad de los cristianos de Éfeso corría peligro. Pablo ya les había avisado a los superintendentes que dentro de la congregación se levantarían varones y hablarán cosas aviesas para arrastrar a los discípulos tras de sí.

Por eso, por inspiración divina, Pablo escribió a los efesios una carta que subraya el tema de la unidad. El apóstol escribió a los efesios desde Roma, mientras estaba en la cárcel, alrededor del año 60 ó 61 E.C. Casi al principio de la carta, Pablo hace una declaración sobre el grandioso propósito de Dios en cuanto a restablecer la unidad y la paz universalmente. Como escribió Pablo, Dios habrá de “reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas que están en los cielos y las cosas que están sobre la tierra”. Fue solo antes de la rebelión de Satanás cuando existió verdadera unidad en todo el universo. Pero tal unidad volverá a hacerse realidad mediante la “administración” de Dios, o sea, su manejo, o dirección, de los asuntos.

Por esa razón, Pablo muestra que todos en “la congregación, la cual es su cuerpo [el de Cristo]”, deben ir en pos de la paz y la unidad. Por consiguiente, ya no ha de haber distinción entre judío y gentil, circuncisión e incircuncisión. Todos tienen que estar dispuestos a laborar en pro de la unidad y la paz.

En conjunto, Pablo utiliza la palabra “unión” 13 veces en esta carta, más veces que en cualquiera de sus otras cartas. Y usa la palabra “paz” ocho veces, también más que en la mayoría de sus otras cartas. Así el apóstol recalca que exige esfuerzo alcanzar la unidad, pero también nos muestra cómo nos ayuda Jehová a conservarla y qué actitudes contribuyen a que no la perdamos.

¿Verdad que al analizar el contenido de esta carta, nos sentimos muy agradecidos con Jehová por haber inspirado a Pablo a escribirla? Esta carta no solo expone el grandioso propósito de Dios de corregir el mal en todo el universo, sino que también da muchos consejos y advertencias prácticos que nos ayudan a servir a Dios en unidad, de tal modo que alcancemos Su favor y bendición eternos.

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