Metodología Catequística
Enviado por chinasoto • 12 de Diciembre de 2022 • Apuntes • 677 Palabras (3 Páginas) • 101 Visitas
Metodología Catequística- Clase N° 11
Hablar en público
La oratoria consiste en la capacidad de decir algo a un auditorio, de manera clara para que la verdad aparezca, agrade y persuada a la persona, generando la actitud que se espera como resultado de lo dicho. La verdad debe llegar a todos y ese es el esfuerzo que debe hacer el orador (no caer en la oratoria demagógica de muchos “Sofistas” griegos que decían lo que la gente quería escuchar).
Prepararse adecuadamente:
- Aprender a pensar. Mirar la realidad, analizar, razonar, obtener conclusiones más allá de las apariencias.
- Formarse: leyendo, estudiando.
- Documentarse: Buscar fundamento de lo que digo.
- Aprender a redactar, aprender a hablar (practicar). Practicar la lectura con buena dicción, practicar la pronunciación, ensayar discursos.
Partes de una charla o de una exposición
- El comienzo:
Claro, definido. Sin dudar. Referir alguna cita bíblica, o alguna frase, o un hecho casual (pero que está preparado), o con una afirmación categórica.
- El desarrollo de la exposición:
- Debe ser claro y bien organizado. De lo más simple a lo más complejo. Es bueno hacerse el esquema del tema y dividirlo en partes o puntos ( por ej. tres puntos bien definidos)
- Aplicar el sistema de avanzar y retroceder un poco, atando “cabos sueltos” y uniendo el tema nuevo con el anterior. Así varias veces.
- Prever la incorporación de cuentos breves o anécdotas o chistes que descompriman el nivel de concentración o sirvan para recuperar la atención.
- Dar participación al auditorio, reconociendo sus intervenciones (“reparto del poder de saber). Valorar la participación.
- Ir analizando los gestos del auditorio para ver el nivel de comprensión, de interés, de aceptación, etc.
- Aceptar las opiniones distintas. Valorarlas. Pero no “negociar” la esencia de lo que se está exponiendo.
- El final
- Evitar dar la sensación de cansancio, de inseguridad o de “no tener más nada que decir”
- Resumir el tema con seguridad. Si corresponde, hacer alguna pregunta que permita verificar si el tema fue comprendido o no.
- Terminar con una cita famosa, o un llamado “a la acción”, o con algo de humor o un cuento.
- Que quede claro que la charla terminó.
La personalidad del que expone:
- Presentación: forma de vestir: acorde al lugar y al tema a tratar.
- Reunir las cualidades psíquicas y morales (autoridad moral) para el tema a exponer.
- Humildad, entusiasmo, simpatía, respeto por el auditorio, buen humor, reconocer lo que “no se sabe” o algún error que se haya cometido durante la exposición.
- “Trabajar el miedo”: que puede darse por timidez natural, por desconocimiento de la técnica de la charla, por desconocimiento del auditorio, por la deficiente preparación, por los “nervios”
- Hay que preocuparse por tener la mayor información sobre el auditorio ( el conocimiento da tranquilidad y favorece la prudencia)
La postura del que expone:
- Segura, actitud firme (no temblorosa). Sentado o parado, pero seguro.
- Ser visto con nitidez por el auditorio.
- La voz: natural, cuidando la dicción, el timbre y el volumen. Cuidar la velocidad en el hablar.
Cómo estar:
- Distendidos y seremos. Prever agua ( si hay que hablar mucho)
- Asegurar abundante luz.
- Tener buena ventilación o calefacción ( de acuerdo de la temperatura)
Algunos consejos para predicar y hablar a los niños:
- La predicación a los niños, con mayor razón que a los adultos, está bajo la 'ley del diálogo'.
- Hablar a los niños con jovialidad, optimismo, frescura, comunicatividad. Evitar la moralización.
- Saber narrar, con lenguaje adaptado a los niños. Pero no hacer más de un relato en cada predicación.
- Distinguir claramente lo que se narra como sucedido de lo que se narra como inventado.
- Hablarles como se habla a los niños, no como se le hablaa los adultos ni a los bebes.
- Preferir lo concreto a lo abstracto, el lenguaje directo al indirecto.
- Comunicar toda la alegría que hay en la fe y en el amor a Jesús.
- Dos presencias imprescindibles: el Espíritu (en el que predica y en los niños) y el amor a todos y cada
uno de los niños presentes.
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