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Semana Santa.


Enviado por   •  21 de Mayo de 2016  •  Ensayo  •  959 Palabras (4 Páginas)  •  266 Visitas

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Muy amados Ondinos, los saludo con un gran gozo en el Señor, esperando que la gracia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo el Señor se derramen sobre ustedes en abundancia (cf. 2 Tm 1, 2).  En este texto hablaré sobre la Semana Santa, sobre el significado espiritual, litúrgico, cristiano y presentaré algunas recomendaciones a tener en cuenta durante este tiempo especial de gracia.

Comencemos haciendo una breve meditación sobre la Palabra de Dios, tomemos como punto de partida el siguiente texto: “Jesús gritó con fuerza y dijo: ¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró.” (Lc 23, 46). Entregar la vida. Ese es el tema fundamental de este texto, es la realidad central del ser y quehacer de Cristo, no hay otra motivación, entrega la vida, para dar vida, entrega la vida para salvar, entrega la vida para justificar, entrega la vida para establecer un puente de comunicación con su Padre. Si miramos atentamente el evangelio de Lucas, nos daremos cuenta que, Jesús ya desde el capítulo 9, había tomado una determinación: “emprendió con valor su viaje a Jerusalén” (v. 51), desde este preciso momento, Jesús tiene en mente una sola cosa: entregar la vida. No se trata de una situación en la que, de manera masoquista y sin una consideración o una meditación adecuada, se pretenda morir, por morir, la misión es concreta, morir para resucitar y reconciliar al hombre con Dios (cf. Rm 5, 10), existe de por medio una voluntad divina que desea reconciliar al hombre con Dios.

Desde esta perspectiva, la Semana Santa se convierte para nosotros, no solamente, en una cuestión meramente de recuerdo, o de traer al presente un acontecimiento pasado y ya, es ante todo un memorial. Memorial, entendido desde la concepción hebrea, donde la palabra zikkaron, refleja ya una acción de recuerdo vivo, una acción de encuentro con una realidad de salvación, que se vive en el presente, que aunque recuerda un acontecimiento pasado, manifiesta una adhesión al presente de un acto salvífico de Dios (Ex3, 15; 13, 9; Lv 2, 2).

Ante esta realidad, el asombro que deberá vivir el cristiano es mucho, pues no se trata solamente de embelesarnos con películas que de manera muy dramática, de manera histriónica profesional, manifiestan un acontecimiento salvífico, y que sólo mueven el sentimiento y las emociones, sin llegar a mover la voluntad a una transformación de vida, sin llegar a mover la conciencia a una determinación radical, en donde se busque dar vida, con el testimonio a aquellos que son los más vulnerables de la sociedad: los pobres.

Ahora cómo jóvenes, ¿qué hay que hacer? ¿Hacia dónde hay que dirigirnos en esta Semana Santa? ¿Cómo debemos actuar? ¿Cuál tiene que ser nuestro compromiso? Sin lugar a duda, que el primer paso y la primera actitud que hay que revisar será: la entrega. Lo he dicho de múltiples maneras, lo he expresado en mis homilías de modos muy claros, no se trata solamente de traer una cruz al pecho que me identifique con el grupo, no se trata solamente de participar en las reuniones y en la misa dominical, se trata ante todo de que cada acción, cada acontecimiento, cada palabra, cada pensamiento, se vean iluminados por la experiencia de encuentro que he tenido con el Señor Jesús, a quien le llamamos “Amigo”. La imitación del ejemplo de nuestro Señor Jesús, será fundamental. Cristo, nos dio una gran riqueza a cada uno de nosotros, la salvación, entregó su sangre por nosotros, seamos riqueza también para los demás, seamos puente de gracia para los demás. Ya el Papa Francisco en su mensaje a los jóvenes en su reciente visita exhortaba a todos a creerse y a saberse una riqueza en la Iglesia, en la sociedad, y por qué no.

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