Actitud De Un Cristiano Ante La Prueba
Enviado por Josselin.peraza • 25 de Mayo de 2015 • 440 Palabras (2 Páginas) • 450 Visitas
La actitud del cristiano ante la tentación
Santiago 1.12-18
Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que aman"
Ha sido a más de un creyente, que después caer en pecado, le he escuchado decir: “El Señor conoce mis debilidades pero siempre me tienta”. Ésta y otras frases similares culpan al Señor de ser el origen de la tentación que les llevó al pecado.
Culpar a Dios de nuestros fallos suena a justificación o a ignorancia. Muchos justifican su pecado (que no tiene ninguna justificación) argumentando que Dios pudo haber hecho algo para evitarlo. Otros simplemente ignoran de donde surgen las tentaciones y culpan a Dios. En ambos casos es un error culpar a otros de nuestros pecados.
La carta de Santiago nos enseña que al ser tentados o al ceder a la tentación no debemos culpar a nadie, y mucho menos al Señor. También nos revela de donde surgen las tentaciones que sufrimos. Usemos esta enseñanza para vencer nuestras tentaciones.
El varón que soporta la tentación es aquel que no deja de confiar en Dios jamás. El que persevera en medio de las pruebas es un verdadero creyente. El que persevera en las pruebas pacientemente, confiando en Dios, ése recibirá la corona de vida.
La perseverancia no resulta nunca en la salvación de una persona, una persona perseverante no se puede ganar el cielo, ni la vida eterna. Lo que Santiago nos está enseñando es que, una persona salva, un verdadero creyente, tiene como una cualidad inherente, natural. La perseverancia en los santos es una evidencia de la vida que Dios ha dado una persona.
Los versículos 12-18 de Santiago, expresan:
12 Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman.
13 Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta.» Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie.
14 Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen.
15 Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte.
16 Mis queridos hermanos, no os engañéis.
17 Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras.
18 Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación.
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