BAUTISMO
Enviado por IvannaGE • 4 de Septiembre de 2014 • Práctica o problema • 9.619 Palabras (39 Páginas) • 242 Visitas
¿Qué significa bautismo en el agua?
POR DAVID C. PACK
¿Se requiere el bautismo en agua para la salvación? De ser es así, ¿cómo debe efectuarse? ¿Por rocío? ¿Por derramamiento? ¿Por inmersión? ¿Y qué de los niños? ¿Quién debe bautizar — un ministro ordenado o pueden otras personas hacerlo? ¿Cuándo alguien está listo, debería esperar o ser bautizado inmediatamente? ¿Es necesario el rebautismo? ¿Qué parte tiene el arrepentimiento en esto? ¿Cómo es que la Biblia responde a todas estas preguntas?
Alrededor del mundo, millones de personas se convierten en cristianos profesos cada año. Algunos son bebés bautizados, otros jóvenes que se han unido a la iglesia de su elección — y otros adultos convertidos que han sido alcanzados por misioneros. Por supuesto, muchos “creyentes” jamás son bautizados. La mayoría de los restantes no son bautizados correctamente.
En Pentecostés, del año 31 d.C., el día en que la Iglesia del Nuevo Testamento fue creada, el apóstol Pedro dio un poderoso sermón a muchos oyentes. Su mensaje fue tan convincente que 3,000 personas fueron bautizadas. Antes de sus bautismos, muchos le preguntaron: “Varones hermanos, ¿qué haremos?” (Hechos 2:37). La respuesta de Pedro fue: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
¡Este versículo es el claro mandamiento de Dios a “ser bautizado”! Este mandamiento no solamente está en su Biblia, sino que la Biblia también dice que el arrepentimiento debe preceder al bautismo o la persona no recibirá el don del Espíritu Santo.
La mayoría cree que no hay requisitos — ni condiciones — para ser salvo. Eso no es verdad y el versículo anterior prueba que hay al menos una condición que debe preceder al bautismo — ¡el arrepentimiento! Algunos de los que enseñan que no hay condiciones para la salvación frecuentemente citan Romanos 10:9, 13. Pablo escribe en el versículo 9: “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. El versículo 13parece hacerlo incluso más fácil: “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.
¿Qué podría ser más simple para los aspirantes a cristianos? ¿Con cuánta frecuencia ha escuchado usted que todo lo que uno debe hacer es “creer en su corazón”? Pero, ¿habrá más en este versículo de lo que parece?
Muchos hablan de haber tenido una “experiencia religiosa” que instantáneamente los convirtió en cristianos. Una vez viví muy cerca de una señora que me dijo que ella “solamente sabía” que era cristiana porque, (así es como ella lo puso): “Encerré a Jesús y a la Biblia en mi corazón cuando tenía nueve años”.
Muchos creen que esto es todo lo que se necesita para que ocurra la conversión. Otros creen “Cristo lo hizo todo en la cruz por mí,” o “soy salvo por la gracia solamente sin condiciones”. ¿Qué de los muchos millones quienes creen en estas ideas? ¿Es eso todo lo que se requiere para la salvación? ¿Los versículos de Romanos 10:9 y 13, son los únicos que deben preocuparle?
Bajo la pena de muerte
Romanos 6:23 dice: “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús”. I Timoteo 6:16 dice: “[Cristo] el único que tiene inmortalidad”. Además, Romanos 3:23 dice: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Estos tres versículos prueban que ningún ser humano tiene vida inmortal inherente. Dios le dijo a Adán: “…polvo eres, y al polvo volverás” (Gén. 3:19). Los seres humanos están hechos de simple polvo — tierra — y nada más. A eso es a lo que volverán cuando mueran.
El apóstol Juan fue inspirado a escribir: “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (I Juan 5:11-12).
A no ser que los seres humanos tengan un Salvador — uno que pague la penalidad por sus pecados — ellos están destinados a la muerte, ¡No a la inmortalidad! Muchos versículos más podrían ser citados para probar esto. La buena noticia es que Dios — y solamente Dios — tiene el poder de otorgar la “dádiva” de la vida eterna (Juan 5:26). ¡No se equivoque! Ésta no puede ser ganada — es una dádiva gratuita. Pero es una dádiva dada con condiciones — para aquellos que califiquen.
La mayoría de los cristianos creen que son “salvos por la sangre de Cristo”. Esto no es verdad. La Biblia dice que “seremos salvos por su vida” (Rom. 5:10), aunque somos “reconciliados con Dios” y “justificados en su sangre [de Cristo]” (5:9). Vea también I Corintios 15: 17-18. Esto es importante de entender y requiere alguna explicación.
¡Considere! Si Cristo no ha resucitado de los muertos, entonces Él no puede enviar su Espíritu Santo para engendrar a los cristianos. Recuerde que Pedro dijo que el arrepentimiento y el bautismo llevarían al recibimiento del Espíritu Santo de Dios. Un cristiano es uno que es guiado por el Espíritu Santo. Pablo escribió: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Rom. 8:14). Es este mismo Espíritu en los cristianos el que Dios usará para cambiarlos eventualmente en Hijos de Dios compuestos de Espíritu — resucitados como seres espirituales. Es este Espíritu en ellos el que, cuando sean transformados, hará posible la vida eterna — la salvación. ¿Es esto claro? Si Cristo no hubiera sido resucitado, Él no habría podido ir al cielo de donde Él les enviaría su Espíritu a los cristianos. Sin este Espíritu morando en la mente de un cristiano, no hay esperanza de vida eterna.
Romanos 8:11 dice: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. En la resurrección, uno que anteriormente fue engendrado por Dios se habrá convertido en alguien nacido de Dios. Previo a este nuevo nacimiento (Juan 3:3-6), un cristiano es simplemente un heredero — y aún no un beneficiario (de la vida eterna). En esta vida, un cristiano es como un óvulo impregnado en el vientre. El nacimiento del bebé llega nueve meses más tarde. En esta misma forma, el nacimiento de un cristiano dentro del reino de Dios llega después del tiempo del engendramiento y la conversión.
Un cristiano ha sido convertido a una nueva forma de vida. Él busca cambiar — ser más como Jesucristo todos los días. También
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