CARACTER Y NATURALEZA DEL HOMBRE
Enviado por MoisesCastroBeltran • 25 de Octubre de 2012 • 6.240 Palabras (25 Páginas) • 546 Visitas
CARÁCTER Y NATURALEZA DEL HOMBRE
LA NATURALEZA DEL HOMBRE
De acuerdo al testimonio de la Escritura, el hombre, en su forma humana presente, fue creado por Dios como la conclusión y consumación de toda la creación. Se dice del hombre que fue hecho a la imagen y semejanza de Dios (Gn. 1:26) y que Dios respiró en él el aliento de vida (Gn. 2:7). Estas distinciones califican al hombre por sobre todas las otras formas de vida que están sobre la tierra e indican que el hombre es una criatura moral con intelecto, capacidad para sentir y voluntad.
Hablando en líneas generales, la creación del hombre incluyó aquello que era material (el polvo) e inmaterial (el aliento de vida). Esta doble distinción tiene referencia al «hombre exterior» y al «hombre interior» (2 Cor. 4: 16); «el vaso de barro» y «su tesoro» (2 Cor. 4: 7). Mientras que el alma y el espíritu del hombre se presentan existiendo para siempre, el cuerpo retorna al polvo desde donde fue formado, y el espíritu va a Dios quien lo dio (Ec. 12:7).
De acuerdo a ello, la gente puede matar el cuerpo pero no matar el alma (Mt.10:28).
Cuando la Escritura considera la parte inmaterial del hombre, a veces usa varios términos intercambiables (cf. Gn. 41:8 con Sal. 42:6; Mt. 20:28 con 27:50; Jn. 12:27 con 13:21; Heb. 12:23 con Ap. 6:9), aun aplicando estos términos a Dios (Is. 42:1; Jer. 9:9; Heb. 10:38) y a los animales (Ec. 3:21; Ap. 16:3). Algunas veces se distingue el espíritu, del alma del hombre (1 Tes. 5:23; Heb. 4:12).
A pesar de las altas funciones de la parte inmaterial del hombre, a veces se atribuyen al espíritu y a veces al alma (Mr. 8:36-37; 12:30; Lc. 1:46; Heb. 6:18-19; Stg. 1:21); el espíritu se menciona usualmente en las Escrituras como aquella parte del hombre la cual es capaz de contemplar a Dios, y el alma es aquella parte del hombre la cual está relacionada al yo y las varias funciones del intelecto, sensibilidades y voluntad del hombre.
Sin embargo, también se usan otros términos de la naturaleza inmaterial del hombre tales como el corazón (Ex. 7:23; Sal. 37:4; Rom. 9:2; 10:9-10; Ef. 3:17; Heb. 4:7). Otro término usado es aquel en cuanto a la mente del hombre, ya sea en referencia a la pecaminosidad de la mente del hombre no salvo (Rom. 1:28; 2 Cor. 4:4; Ef. 4:17-18; Tít. 1:15), o a la mente renovada que posee un cristiano (Mt. 22:37; Rom. 12:2; 1 Cor. 14:15; Ef. 5:17). Otras expresiones tales como «voluntad» y «conciencia» también se refieren a la parte inmaterial del hombre.
Dada la variedad de términos que a veces son usados en sentido similar y a veces en contraste el uno con el otro, muchos han considerado la división del hombre en material e inmaterial como la división básica; pero aun aquí expresiones como «alma» y «espíritu» a veces son usadas para la totalidad del hombre incluyendo su cuerpo.
Algunas religiones paganas sostienen que el origen inmaterial de la naturaleza del hombre es preexistente; esto significa que ha existido eternamente y sólo se encarna en el principio de la existencia humana; esto no está sostenido por la Escritura. Otro punto de vista ofrecido por algunos teólogos evangélicos es que el alma es creada por Dios en el principio de la existencia humana individual; esta teoría tiene dificultades en cuanto a la pecaminosidad del hombre.
Probablemente el mejor punto de vista, conocido como el traducianismo, es que el alma y el espíritu fueron propagados por generación natural, y por esta razón el hombre recibe un alma y espíritu pecaminosos, porque sus padres son pecadores.
El cuerpo humano del hombre es la habitación del alma y el espíritu del hombre hasta que muera. Aunque acaba con la muerte, está sujeto a resurrección. Esto es verdadero en cuanto a los salvos y los no salvos, aunque las resurrecciones son diferentes. A veces el cuerpo tiene referencia como la «carne» (Col. 2:1, 5), y se usa para el cuerpo de Cristo) (1 Tim. 3: 16; 1 P. 3: 18). Otras veces se refiere a la naturaleza pecaminosa, la cual incluye el alma y el espíritu, como en la declaración de Pablo que él había «crucificado la carne» (Gá.5:24).
Los cuerpos de las personas salvas son declarados como «templos» (Jn. 2:21; 1 Cor. 6: 19; Fil. 1:20), aunque al mismo tiempo sus cuerpos son considerados como «vasos de barro» (2 Cor. 4:7), cuerpos «viles» (Fil. 3:21), cuerpos para ser mortificados (Rom. 8:13; Col. 3:5) y cuerpos los cuales tienen que ser mantenidos en sujeción (1 Cor. 9:27). Los cuerpos de los salvos serán transformados, santificados, salvados y redimidos y finalmente glorificados para siempre en la venida de Cristo por su Iglesia (Rom. 8:11,17-18,23; 1 Cor. 6:13-20; Fil. 3:20-21). Jesucristo poseía un cuerpo humano perfecto antes de su muerte, y después de su resurrección tenía un cuerpo de carne y hueso que es el ejemplo del cuerpo de resurrección del creyente. El término «cuerpo» se usa también como una figura de la iglesia como el cuerpo de Cristo y del cual Cristo es la cabeza.
LA TELEOLOGÍA NATURAL
Una de las características de los seres vivos es la tendencia a crecer y desarrollarse hasta alcanzar su fin y perfección. Eso coincide con la idea de bien: el bien es aquello que es conveniente para cada cosa porque la lleva a su plenitud.
El bien tiene carácter de fin, significa perfección. La naturaleza del hombre es precisamente la condición de posibilidad del despliegue del hombre hacia su bien final, que constituye su perfección. Si el hombre busca la perfección, si en él hay un anhelo, una inquietud de ser más, es precisamente porque por naturaleza está hecho para ese crecimiento. Por eso, en el mundo clásico, a la naturaleza se la ha llamado también principio de operaciones. De este modo, la naturaleza de todos los seres, y especialmente del hombre, tiene carácter final, teleológico.
La teleología ha sido muy criticada desde el racionalismo y el vitalismo porque se ha interpretado como una imposición exterior a los seres que les impide ser "espontáneos" y libres. Se interpreta en esas posturas que la "teleología" es algo extraño a las cosas, impuesto o introducido en el interior de ellas, violentándolas. Mas no es así. En los seres hay una teleología para el despliegue y desarrollo de las propias tendencias hasta perfeccionarlas. Esto es especialmente claro en el caso de los seres vivos: su plenitud se alcanza tras el crecimiento. El orden significa armonía y belleza, plenitud y perfección de las cosas. Por eso se puede decir que lo más importante en el hombre son los fines, es decir, aquellos objetivos hacia los cuales tiende y se inclina. El hombre, por naturaleza, ha nacido para lo excelente. Y eso no está dado en el punto de partida más que como inclinación natural. Dar cuenta de esa inclinación es una tarea de la cual
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