CORREN MALOS TIEMPOS PARA LA FE

CORREN MALOS TIEMPOS PARA LA FE

Sin duda son tiempos difíciles para la fe debido a que muchas personas están dejando de creer y de practicar aquello que nos acerca personalmente a Cristo y es la esencia de la fe cristiana, la eucaristía.

Para poder explicar este lamentable fenómeno podemos distinguir causas tanto internas como externas.

Entre las causas externas podemos encontrar:

El ateísmo en sus dos formas más extendidas, el ateísmo científico y el filosófico. El ateísmo científico tiene la firme creencia de que solo se puede admitir aquello que se comprueba mediante medios científicos y como a Dios no se lo puede ver, tocar o comprobar su existencia se dice que no existe. Mientras tanto el ateísmo filosófico considera que Dis no existe porque si lo hiciera él lo seria todo y el hombre nada, por lo tanto se lo niega en nombre de la dignidad y la libertad del ser humano.

Por supuesto nosotros también negamos a aquel Dios tirano que nos describen, el nuestro es sinónimo de amor y respeto.

Otra causa es el agnosticismo, que es aquella opinión que después de haber reflexionado llega a la conclusión de que no se puede saber nada y simplemente se abstiene de dar opiniones a favor o en contra.

También está la indiferencia religiosa que consiste en simplemente dejar de lado ese tema sin siquiera detenerse a pensar, porque para ellos no vale la pena.

La fe de muchos es fruto de la sociedad en la que nacieron, no así por decisión personal. Estas tres formas de no creer han originado un medio ambiente hostil, es decir, como muchos han dejado de creer las personas deciden hacer lo mismo para no ser rechazados o juzgados.

En algunos casos aquellos que se han alejado sienten deseos de volver a creer en algo pero no en el sentido de renovar su fe y asistir a misa, sino en probar cosas nuevas sin importar si es correcto o no, pero esto no hace más que un mayor alejamiento de la fe autentica.

En estos tiempos es un verdadero desafío ser un fiel testigo de la fe.

Entre algunas de las causas internas podemos mencionar:

La fe infantil que se origina en la niñez pero nunca se ha cultivado, por lo tanto en un determinado momento en la edad adulta simplemente se deshecha.

Otro causante es el activismo pues las personas manifiestan estar demasiado ocupadas como practicar la fe, poco a poco Dios desaparece de sus vidas porque ven a la religión como algo inútil.

También se origina esta increencia porque las vidas de las personas se ven absorbidas por nuevos ídolos como ser el dinero, política, juego y no le dan lugar a Dios.

Pero una de las causas más fuertes es la pasividad de Dios ante las cosas malas, las personas son seres llenos de dudas y al ver que Dios no hace nada para prevenir desastres naturales, violencia, muertes de inocentes, dudan aún más y se cuestionan porque él permite eso si se supone que es un Dios de amor. Es complicado dar respuesta a este problema, pues defender su existencia a pesar de la existencia del mal se torna difícil. En cambio negarlo es más sencillo.

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