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Caleb, Predica


Enviado por   •  27 de Julio de 2023  •  Trabajo  •  2.122 Palabras (9 Páginas)  •  50 Visitas

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Cierto día, un hombre estaba parado debajo de una cordillera de montañas.

Las montañas, dice la historia, que medían mas de 1000 mts.

Arriba de la montaña había varias fortalezas  que estaban custodiadas por un ejército de gigantes bien entrenados para la guerra.

Este hombre estaba ahí parado, mirando hacia arriba, sin miedo, y después de un ratito, le gritó a uno de los soldados de arriba:

¡Dame esa montaña! ¡Dame esa montaña, porque esa montaña me la prometió Dios para mí!

¡Cómo me habría gustado conocer a Caleb, que con 85 años estaba ahí, parado, sin miedo hablándole a unos tipos que, en serio, eran enormes!

Dice la historia que los anaceos eran conocidos por ser especialmente grandes.

De hecho, el resto de los pueblos de la antigüedad que era conocido por tener habitantes bien grandes, siempre tomaba como referencia a los anaceos.

O sea, se decía: “¿viste los refaim (otro pueblo de gigantes)

lo grandes que son? Pero son casi casi tan grandes como los anaceos.”

En fin, quiero mostrarte con ésto la actitud valiente que Caleb tuvo ante gente que era más joven, más grande y más fuerte que él.

Caleb estaba reclamando una promesa que se le había hecho 45 años atrás.

                                JOSUE 14:12

¿Cómo venimos nosotros con nuestras montañas?

Hay situaciones en nuestra vida que terminan siendo montañas llenas de gigantes que no nos dejan avanzar.

A lo peor tu montaña es una deuda que parece que nunca se termina.

O quizás tu montaña sea la ansiedad, que a veces te maneja la vida y hace que termines con ataques de pánico.

O tu montaña sea un problema de  salud, del que llevas mucho tiempo orando y parece que no hubiera respuesta del cielo.

O tu montaña es que, por mas que pones una sonrisa para que nadie se de cuenta, tu alma esta deprimida.

No se cual será la montaña que tenemos delante, pero acá tenemos un hombre de 85 años con una cordillera de montañas delante y con un puñado de gigantes que no se querían mover.

Te quiero hablar un ratito de Caleb.

Caleb tenia 40 años cuando Moisés lo manda junto a Josue y otros 10 espías a ver como era la tierra que Dios les había prometido.

Dice el relato que Josue y Caleb regresaron muy confiados en que se podría tomar la tierra prometida.

                        NUM. 14:6-10A

El versículo 10 dice que el pueblo quiso apedrearlos.

La cosa es que los demás 10 espías no vinieron con un relato tan positivo.

Dijeron, como Josue y Caleb, que la tierra estaba buenísima, que había comida por donde quisieras mirar, que el lugar estaba hermoso, PERO, que la tierra estaba llena de gigantes y que era imposible conquistar aquel lugar.

Sin embargo, se estaban olvidando del detalle más importante.

Dios les había prometido que les iba a dar esa tierra.

El mismo Dios que los sacó de Egipto, abriéndoles el Mar Rojo, era el que les decía que no miraran el problema, sino al Dios de lo sobrenatural.

Los espías estuvieron 40 días mirando la tierra de Canaán y por no confiar en el Dios de los imposibles, el pueblo de Israel fue condenado a dar vueltas por el desierto un año por cada día que estuvieron espiando.

Antes de mandarlos a vagar por el desierto, Dios, que no le da la misma paga a los que tienen fe como a los que no la tienen, les dio una promesa a Josue y Caleb que si habían confiado en la promesa de Dios.

                        DEU.1: 34-36

Ahora vamos a pensar bien un momento sobre este hombre Caleb.

Esta promesa que acabamos de leer se le dio 45 años antes de que se cumpliera.

Vamos a pensar un momento en nosotros, en tí y en mí.

Muchas veces estamos pasando por circunstancias que son, en serio, montañas llenas de gigantes delante nuestra.

A lo mejor llevamos orando un par de años por un milagro en nuestra economía, o un milagro en nuestra salud.

O a lo mejor llevamos un par de años orando para ser padres, porque, por más que lo intentamos, no aparece el bebè.

O a lo mejor estamos orando para que Dios nos bendiga con un mejor trabajo, porque no aguantamos al jefe que tenemos ahora, o porque no ganamos lo que pensamos que deberíamos ganar.

O a lo mejor llevas un par de años orando para que tu esposo o esposa conozcan a Cristo. 

O quizás estas orando para que tu hijo o hija que dejaron el camino de Dios, regresen.

Y hay días en los que te pones a mirar al cielo y le preguntas a Dios:

“Señor, llevo dos o tres años orando por mi milagro y parece que no me estas escuchando”.

Y entonces nos desesperamos.

Y cada vez que escuchamos el testimonio de alguien que recibió en solo dos meses lo que pedía, nos ponemos rojos de envidia y empezamos a desanimarnos.

Y yo quiero que pensemos nuevamente en el ejemplo de este hombre de Dios que permaneció fiel esperando la promesa de Dios sin desanimarse.

Caleb podría haberse desanimado.

Porque aunque Caleb sale en la Biblia y nos parece alguien sacado de un cuento fantástico, Caleb era un hombre de carne y hueso con sentimientos como tu y yo.

Un hombre de Dios, pero humano, con días buenos y malos como los tenemos nosotros.

Caleb se podría haber desesperado, como le puede pasar a cualquiera de nosotros.

Pero escucha un momento esto. Caleb no hizo nada malo.

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