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Clemente de Roma


Enviado por   •  18 de Mayo de 2014  •  9.684 Palabras (39 Páginas)  •  381 Visitas

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INTRODUCCION

EL PRESENTE TRABAJO MENCIONA LA VIDA Y OBRA DE ALGUNOS PADRES DE LA IGLESIA (CLEMENTE DE ROMA, IGNACION DE ANTIOQUIA, POLICARPO DE ESMIRNA, IRENEO, CLEMENTE DE ALEJANDRIA, Y ORIGENES); INCLUYENDO UNA BREVE INFORMACION DEL CANON DE MURATORI.

Clemente de Roma

Clemente de Roma o San Clemente I, fue un religioso cristiano de finales del siglo I, obispo de Roma, y en tanto que obispo de la ciudad eterna, la Iglesia católica lo considera su cuarto papa.

Elegido en el año 88, murió en 97. Exiliado por el emperador Trajano al Ponto, fue arrojado al mar con un áncora al cuello.

Su identificación con el autor de la célebre Epístola a los Corintios cuyo nombre aparece en la inscriptio en todas las versiones de los manuscritos es opinión concorde y formulada ya en tiempos muy antiguos. Clemente habría gozado del trato con los apóstoles y recibido el elogio de San Pablo por la colaboración prestada a los filipenses (Filipenses 4:3).

En su obra Contra las Herejías, San Ireneo expuso una lista de los obispos romanos, situando a Clemente Romano como el tercer sucesor del apóstol Pedro:

...Pedro, Lino, Anacleto, Clemente, Evaristo.

Juan José Ayan, Padres apostólicos

En esta enumeración no aparece citada la palabra «papa». De allí que se haya sugerido que su presentación como «lista papal» no sea del todo correcta en cuanto al sentido del obispado se refiere, sino que se trate de un enunciado ordenado del que se valió el autor para establecer la sucesión apostólica en la Iglesia, tomando como ejemplo la Iglesia de Roma, considerada una de las más estables de aquel tiempo:

Pero como sería demasiado largo enumerar las sucesiones de todas las Iglesias en este volumen, indicaremos sobre todo las de las más antiguas y de todos conocidas, la de la Iglesia fundada y constituida en Roma por los dos gloriosísimos Apóstoles Pedro y Pablo.

Ireneo de Lyon,Contra las Herejías

Esta obra se escribió con el fin de combatir el brote gnóstico que se dio durante todo el siglo II, y que trataba de conquistar las iglesias de todo el Mediterráneo. Ya durante el ministerio episcopal de Clemente de Roma aparecieron los primeros cismas y herejías en la Iglesia: el gnosticismo y el ebionismo.

Eusebio menciona también a Clemente de Roma como tercer sucesor de San Pedro, y encuadra su obispado entre los años 92 al 102. Tertuliano nos dice que fue consagrado obispo por el mismo apóstol Pedro; Epifanio nos cuenta que renunció al primado en favor de Lino y Anacleto, primer y segundo sucesor de Pedro, pero que a la muerte de estos recuperó el cargo. Es posible que Clemente conociese a San Pablo, el apóstol de los gentiles, y que haya sido el destinatario del elogio del Apóstol por la colaboración prestada a los filipenses (Filipenses 4:3). De hecho,Ireneo de Lyon indicó que «Clemente había visto personalmente a los apóstoles y escuchaba con sus propios oídos la predicación de ellos».

Durante su obispado, en el año 95, surgieron levantamientos contra los presbíteros-epíscopos en Corinto. Clemente, como obispo de la Iglesia de Roma, envió a los corintios una carta llamándolos al orden y a la obediencia a sus respectivos pastores evocando conmovedoramente el recuerdo de los apóstoles Pedro y Pablo y comparando la disciplina eclesiástica con la de la legión romana.

El único escrito que se conserva de Clemente Romano es la Epístola a los Corintios. Es la primera obra de la literatura cristiana, fuera del Nuevo Testamento de la que consta históricamente el nombre de su autor, la situación y la época en que se escribió.

Según la epístola, dirigida a la comunidad de Corinto, el autor parece provenir de ambientes culturales judeo-helenísticos y es un experto en el Antiguo Testamento como también en literatura y filosofía paganas.

Durante el reinado del emperador Domiciano surgieron disputas en el seno de la Iglesia de Corinto que obligaron al autor a tomar parte. Las facciones que San Pablo condenara tan severamente estaban de nuevo irritadas. El problema era claro: algunos miembros de la comunidad se habían sublevado contra la autoridad eclesiástica, deponiendo de sus cargos a los eclesiásticos legítimos de dichos cargos jerárquicos. Solamente una mínima parte de la que integraba la comunidad permanecía fiel a los presbíteros que habían sido depuestos. La intención de Clemente Romano era la de unificar las diferencias que habían surgido y reparar el escándalo que con ello se estaba dando a los paganos.

Su obra consta de dos partes, en la primera da exhortaciones de carácter general (a la humildad, etc.) en la segunda parte se ocupa de los conflictos entre los cristianos de Corinto, finalmente una conclusión en la que expresa su ansia de un feliz desenlace. Es posible destacar varios puntos:

Los católicos romanos ven en esta carta el primado de Roma, dado el intento de la Iglesia de Roma de hacer de conciliadora y mediadora, reivindicando una autoridad sobre las demás iglesias. No obstante otras confesiones cristianas como las iglesias protestantes no ven primado alguno de Roma en esta carta y explican la "injerencia" de Clemente en los asuntos de Corinto resaltando que Clemente era fiel colaborador de Pablo (como lo menciona este en la carta a los filipenses) y seguramente trabajaron juntos en la fundación de la iglesia en Corinto, por lo que Clemente sería aún visto por esta iglesia como una autoridad sobre ellos.

Los superiores eclesiásticos son llamados obispos, y diáconos, en algunos pasajes se les llaman presbíteros, los cuales no pueden ser destituidos por la comunidad, puesto que han sido instituidos por los apóstoles en nombre de Cristo.

Es importante el capítulo quinto, que nos da un testimonio de San Pedro en Roma y del viaje de San Pablo a Roma, además del martirio de losapóstoles.

El capítulo XX habla de la armonía y del orden de la creación, los capítulos XXV y XXVI hablan de la resurrección de los muertos, tema importantísimo puesto que era atacado por los paganos. Tertuliano dice que él también atacó antes el tema de la resurrección de los muertos, porque es el tema más difícil de creer. El capítulo XXV se refiere a la leyenda del ave Fénix (resucitado de sus cenizas) como símbolo de resurrección.

Es de destacar la plegaria que precede a la conclusión, de uso litúrgico.

El autor de la carta no se menciona a sí mismo, sino a la Iglesia de Dios que mora en Roma, habla siempre de «nosotros», no cabe duda que ese «nosotros» es un plural mayestático. Por su unidad, está clarísimo que la obra fue

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