Decalogo

En estos primeros momentos conviene marcar bien el rumbo del nuevo curso que comienza. Pero el rumbo se marca en el interior, y luego se puede plasmar en los papeles. Este podría ser un DECÁLOGO que nos sirva de guía a la Escuela y nos permita recordar “que cuando venga el Hijo del hombre pagará a cada uno según su conducta”.

1.- Dios hace nuevas todas las cosas. Que los errores y dificultades del año pasado no te impidan avanzar en aquellos proyectos e ideales que te marcaste: Piensa que has de dar cuenta de los denarios recibidos.

2.- Vive con novedad e intensidad lo que haces. Cuando uno disfruta con lo que aprende o enseña, se nota. Deja que te guie el Espíritu y no pongas “el piloto automático”.

3.- Aprecia y valora lo que realizas. No siempre solemos conseguir lo que pretendemos. Pero hay que caminar constantemente hacia adelante. Éxito y fracaso no son claves evangélicas.

4.- Ama y respeta a las personas que están a tu alrededor. Si tienes una responsabilidad, llena de sabiduría a los demás. Si otro tiene una responsabilidad sobre ti, valora el esfuerzo del que intenta abrirte horizontes. Uno solo es el Maestro y todos nosotros somos hermanos.

5.- Sé consciente de tus limitaciones. Con ello conseguirás dos cosas: la humildad y el que los demás te puedan ayudar. Somos piedras vivas y lo importante es la construcción.

6.- Encomienda a Dios tus afanes. Él te dará la serenidad ante las dificultades, la sabiduría ante los retos, la constancia y la fortaleza cuando te ronde la debilidad. Ningún mar en calma hizo experto a un marinero

7.- Sé constante en tu responsabilidad: amar y servir, que no son tareas fáciles. En la vida se agradecen tres cosas: las personas que nos amaron y sirvieron, aquellos a los que amamos y servimos y lo que llegamos a adquirir como sabiduría.

8.- Reflexiona sobre las experiencias del pasado y lucha por perfeccionar todo. “Lo que la oruga llama el fin, el resto del mundo le llama mariposa”

9.- Que la caridad empape tus sentimientos y tu trato externo. El autoritarismo, la indiferencia, el rechazo, el sarcasmo, la doblez no nos harán más verdaderos. La verdad está en el corazón que ama, no en el aplauso o desprecio de los demás. El viento y las olas están sometidos a Aquel que nos guía.

10.- Muestra en todo tu identidad cristiana. Que se vea con transparencia tu amistad con Cristo, tu pasión por el hombre, tu pertenencia a la iglesia y tu amor al Movimiento de Cursillos. Porque “una felicidad falseada es una verdadera miseria”, decía San Agustín.

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