Drama De Eliseo
Enviado por alexosky • 23 de Abril de 2014 • 468 Palabras (2 Páginas) • 511 Visitas
Eliseo estaba arando en un campo, cuando de pronto se le acercó el profeta Elías y echándole su manto sobre los hombros, lo invitó a seguirlo y a dedicarse a extender la Palabra de Dios. Eliseo aceptó, pero le pidió permiso para ir antes a despedirse de su familia.
Cuando Elías iba a ser llevado al cielo, le dijo a Eliseo: "Quédate por aquí que yo me voy al Jordán". Eliseo le respondió "¡Padre, yo te seguiré a donde vayas!", y se fue con él.
Al llegar al Jordán, Elías tocó con su manto las aguas y estas se dividieron y así los dos profetas pasaron a pie, por el terreno seco.
Pasando el Jordán, Eliseo le pidió a Elías un favor muy especial: "Padre, te pido que cuando tú te vayas, me pase a mí una buena parte de tu espíritu, de tus poderes". Elías dijo: "Si me logras ver, cuando sea elevado se te concederá esto que has pedido".
Luego llegó un carro de fuego y se llevó a Elías, y mientras este subía por los aires, Eliseo lo veía y le gritaba: "Padre mío, padre mío". A Elías se le cayo el manto y Eliseo lo recogió.
Para comprobar que Dios sí le había pasado a él los poderes que le había dado a Elías, tocó Eliseo con el manto las aguas del Jordán, y éstas se abrieron y le dieron paso.
Eliseo llegó a Jericó, y la gente le dijo: "Profeta, nuestra cuidad está bien situada, pero las aguas no sirven para tomar". Eliseo echó su bendición a aquellas aguas y desde entonces se volvieron potables, muy buenas para tomar. Los hombres de Dios son muy valiosos para la sociedad.
Yendo Eliseo hacia la ciudad de Betel salió un grupo de muchachos maleducados que empezaron a burlarse del profeta diciendo: "¡Sube calvo! ¡Sube calvo!". Eliseo les echó una maldición y salieron dos osos que mataron a 42 de esos atrevidos. ¿Por qué sucedió esto? Dios quería demostrar que se disgusta cuando se falta al respeto a sus enviados.
Una mujer de Sunam le daba siempre hospedaje gratis a Eliseo cuando pasaba por allí predicando. El profeta para agradecerle sus favores, oro a Dios para que le concediera un hijo en su matrimonio, pues ese hogar no había tenido hijos. Pero un día el niño estaba trabajando en el campo con su padre y exclamó: - Papá, ¡me duele la cabeza", y se murió. La sunamita se fue corriendo donde el profeta Eliseo que estaba a bastantes horas de camino y le suplicó que corriera a darle una bendición a su hijo. Llegó Eliseo, y después de suplicar mucho a Dios, obtuvo la resurrección del niño. Un hecho prodigioso, que comprueba lo muy poderosas que son ante el Señor las súplicas de sus amigos que se dedican a propagar su santa palabra.
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