Día de las Madres
Enviado por cami17 • 25 de Agosto de 2013 • Ensayo • 2.308 Palabras (10 Páginas) • 404 Visitas
Iglesia Adventista del Séptimo Día, Santa Rosa
Hermano Sergio Iturra Meriño
Día de las Madres
UN AMOR INDETENIBLE
(Mt. 15:21-28)
INTRODUCCIÓN: Mañana, para el mundo, es el día de las madres, un día en que deja por un momento la rutina y los quehaceres diarios para agradecer a las mamás por criarnos, por amarnos... por aguantarnos. La “madre” del día de las madres se llama Anna Jarvis. Dos años después de la muerte de su mamá, ella convenció a su iglesia festejar un día que honraba a todas las madres en el día del aniversario de la muerte de su mamá que era el segundo domingo de mayo.
Por su esfuerzo, el segundo domingo de mayo llegó a ser una observación nacional por medio de una proclamación del presidente de EEUU, Thomas Woodrow Wilson en 1914. Y hoy en día se celebra un día especial para las madres en varios países por el mundo entero.
Pero fíjense que Anna Jarvis nunca llegó a ser madre y en el transcurso de los años empezó a desilusionarse por el día de las madres porque se convirtió en una celebración sumamente comercializada. Es un poco triste, ¿no? Pero nos muestra que si no mantenemos el enfoque correcto, aún algo tan bueno como el día de las madres puede llegar a ser algo triste y corrupto.
Entonces hoy vamos a esforzarnos a mantener el enfoque correcto al ver lo que Dios nos dice en su Palabra en cuanto a nuestras mamás.
Hay una historia que ilustra el amor que demuestran las madres, la historia de la mujer cananea, presentada aquí por Mateo, es digna de ser colocada en la galería de los hombres y mujeres de fe. Su indetenible amor por la condición en que vivía su hija no fue desanimado, ni siquiera por el mismo Jesús (quien lo hizo intencionalmente) y los discípulos. Ella es un ejemplo en la Biblia para todas las edades. Nos recuerda que el amor de madre está lleno de intrepidez, de determinación, de pruebas... logrando al final sus objetivos. Nos muestra que nada es más importante en sus vidas (sólo Jesús) que el cuidado y protección de sus hijos. Veamos de lo que es capaz el amor indetenible de una madre. Vamos al libro de Mateo Capítulo 15:21-28.
I. Parte
a. Versículo 22: “Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella regi{on clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mi!, Mi hija es gravemente atormentada por un demonio.”
b. Versículo 25: “Entonces, ella vino delante de Él, diciendo: ¡Señor socórreme!
El amor de madre: ES EL QUE HACE SUYO EL SUFRIMIENTO DEL QUE AMA
Una madre nunca estará tranquila mientras tenga a un hijo pasando por alguna tribulación. Su corazón no puede permanecer indiferente cuando sabe que el fruto de su vientre se queja, llora o gime por algún pesar. Las fibras de su ser se conmueven cuando están en presencia de la impotencia, al no poder hacer algo más para aliviar la pena del ser que ama. Y esto es así porque el corazón de una madre va más allá de una simple lástima. El de ella no es sólo un amor compasivo. Su amor salta de las palabras y se pone en acción, hasta lograr sus propósitos. Una de las primeras cosas que contemplamos en esta historia es la forma cómo esta mujer hace suyo el sufrimiento de su hija. Hay dos expresiones que revelan la angustia por la que esta pobre madre estaba pasando. En la primera dice: “¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí!” v.22; en la otra, ella se postra, y dice: “¡Señor, socórreme!” v. 25. Ella no solo había oído hablar de Jesús y su poder, sino que descubrió que él era también era el Mesías. Descubrió que sólo el Hijo de David podía tener de ella misericordia. Se dio cuenta que ese hombre tenía el poder para traer a su hija a un estado de paz. Aunque fue una mujer gentil, despreciada por el pueblo de Israel, tenía la esperanza en el Mesías del que tanto hablaban y esperaran ellos. Siendo una mujer cananita tuvo que haber oído la historia pasada acerca del poder de Dios que sacó de su tierra a sus primeros habitantes, estableciendo luego allí a Israel como parte de una promesa antigua. Tuvo, pues, la certeza que Jesús era el cumplimiento de la esperanza judía, la que ella hace también suya. Su petición fue directa, “ten misericordia de mí”. Con esto ella nos revela que las misericordias hechas a los hijos, llegan a ser las misericordias de los padres. Por cuanto ella sufría tanto como su hija, le suplicó a Jesús que la socorriera en aquel momento de tanto dolor y tristeza. El padecimiento de su hija era en extremo. Cuando expuso su causa delante del Señor, le dijo: “Mi hija es gravemente atormentada por un demonio”. Los que hemos oído de la experiencia de una persona endemoniada, podemos imaginarnos la magnitud de esta escena de dolor. Tal cuadro nos recuerda las palabras de Jesús, cuando dijo: “El ladrón no viene sino para matar, hurtar y destruir...” (Jn.10:10) Satanás es el ladrón que le roba la paz, el gozo y las esperanzas a nuestros hijos. Sus planes no han cambiado. Él sigue destruyendo esas vidas jóvenes. Su poder opera hoy día en otras dimensiones, pero su fin es el mismo. El ejemplo de esta madre nos hace ver la importancia de interceder a Dios por los hijos. Una buena madre no estará feliz hasta no ver a su hijo libre de todo poder de Satanás.
EL AMOR DE MADRE: ES EL QUE HACE SUYO EL SUFRIMIENTO DEL QUE AMA
II. Parte.
a. Versículo 23: “Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros”
Una simple lectura de esta historia nos pudiera mostrar algo insólito frente a la terrible pena que atravesaba aquella humilde mujer. El Jesús que nos revela la palabra siempre atendió a la gente y tuvo tiempo para ellos y sus necesidades. Nunca dejó a alguien esperar por su respuesta. Nadie se fue jamás de su presencia sin haber sido tocado por su gracia y misericordia. Es más, casi siempre le vemos provocando alguna conversación y teniendo compasión por los atribulados por Satanás. Sin embargo, aquí le vemos un tanto“indiferente”. Mateo nos dice que “Jesús no les respondió palabras”. Él sabía de su dolor. Él había oído su petición. Él sabía de donde provenía esta mujer. Él tuvo que saber del tormento de la muchacha, y la terrible condición de una persona poseída por un demonio. Bien pudo esa madre haberse regresado cuando notó que Jesús no le dio respuesta. En ese momento su angustia y tristeza tuvo que haber tocado fondo. Se dirigió al único que podía libertar a su hija, pero se encuentra con un Mesías que no le da una respuesta. Y allí está una madre con
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