El Aborto
Enviado por barbyloquilla • 18 de Abril de 2013 • 524 Palabras (3 Páginas) • 290 Visitas
El aborto desde el punto de vista ético y bioético
En el momento de la fertilización, los dos gametos de los padres forman el cigoto o embrión celular, que lleva un nuevo “proyecto-programa individualizado”, que determina e individualiza al recién concebido. Este nuevo sistema tiene dos características principales: 1. no es una suma de los dos subsistemas, sino un sistema combinado el cual comienza a operar como una nueva unidad; 2. El centro biológico es el nuevo genoma que identifica al embrión unicelular como biológicamente humano. Este nuevo programa se construye a sí mismo, es dinámico.
Podemos afirmar que la vida del embrión humano es inviolable y no instrumentalizable. Para que el trato al embrión humano sea ético, éste debe ser tratado como una persona. El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el momento de la concepción, otorgandole así sus derechos como persona. Debemos tener presente que si llegaramos a tener dudas sobre la individualidad del embrión, esto no es una razón justificable para manipularlo o atentar contra su integridad.
La posición de la Iglesia Católica ante el aborto
La preocupación del cristiano en el asunto del aborto es triple: por el bebé, por la madre y por la sociedad.
En la Biblia no aparece escrita la palabra "aborto" como tal. Sin embargo esto no significa que Dios guardara silencio sobre el verdadero valor de la vida. Antes que David naciera, Dios ya lo consideraba como persona, como podemos ver en el Salmo 139:13-15: "Porque tú formaste mis entrañas, tú me tejiste en el seno de mi madre. (…) No se te ocultaban mis huesos cuando secretamente era formado y en el misterio era plasmado". Está dicho implíscitamente aquí que la vida humana comienza con la concepción.
Dios le habla más directamente a Jeremías, demostrando que considera al niño en el útero una persona (Jeremías 1-4,5): "Vino pues, la palabra del Señor a mí, diciendo: antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué."
En su Carta Encíclica Evangelium vitae, el Papa Juan Pablo II habla sobre la "libertad perversa", es decir, aquella que nos da "poder absoluto sobre los demás y en contra de los demás". De esta libertad resulta una "cultura de la muerte". Juan Pablo II se preocupa por nosotros ya que "grandes sectores de la opinión pública justifican ciertos crímenes contra la vida en nombre de la libertad individual". Esta "libertad perversa" nace de una concepción de la libertad que "exalta al individuo aislado de forma absoluta y no da cabida a la solidaridad ni a la apertura y el servicio hacia los demás. Cuando un individualismo extremista se interpreta como libertad, el resultado es la "cultura de la muerte".
Pese
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