El Factor Dios
Enviado por 999puma999 • 7 de Abril de 2013 • 1.203 Palabras (5 Páginas) • 784 Visitas
EL "FACTOR DIOS"
José Saramago
En algún lugar de la India. Una fila de piezas de artillería en posición.
Atado a la boca de cada una de ellas hay un hombre.
En primer plano de la fotografía, un oficial británico levanta la espada y va a dar orden
de disparar. No disponemos de imágenes del efecto de los disparos, pero hasta la más obtusa
de las imaginaciones podrá "ver" cabezas y troncos dispersos por el campo de tiro, restos
sanguinolentos, vísceras, miembros amputados. Los hombres eran rebeldes.
En algún lugar de Angola.
Dos soldados portugueses levantan por los brazos a un negro que quizá no esté muerto,
otro soldado empuña un machete y se prepara para separar la cabeza del cuerpo. Esta es la
primera fotografía. En la segunda, esta vez hay una segunda fotografía, la cabeza ya ha sido
cortada, está clavada en un palo, y los soldados se ríen. El negro era un guerrillero
En algún lugar de Israel. Mientras algunos soldados israelíes inmovilizan a un palestino,
otro militar le parte a martillazos los huesos de la mano derecha. El palestino había tirado
piedras.
Estados Unidos de América del Norte, ciudad de Nueva York. Dos aviones comerciales
norteamericanos, secuestrados por terroristas relacionados con el integrismo islámico, se
lanzan contra las torres del World Trade Center y las derriban. Por el mismo procedimiento un
tercer avión causa daños enormes en el edificio del Pentágono, sede del poder bélico de Estados
Unidos. Los muertos, enterrados entre los escombros, reducidos a migajas, volatilizados, se
cuentan por millares.
Las fotografías de India, de Angola y de Israel nos lanzan el horror a la cara, las víctimas
se nos muestran en el mismo momento de la tortura, de la agónica expectativa, de la muerte
abyecta. En Nueva York, todo pareció irreal al principio, un episodio repetido y sin novedad de
una catástrofe cinematográfica más, realmente arrebatadora por el grado de ilusión conseguido
por el técnico de efectos especiales, pero limpio de estertores, de chorros de sangre, de carnes
aplastadas, de huesos triturados, de mierda.
El horror, escondido como un animal inmundo, esperó a que saliésemos de la
estupefacción para saltarnos a la garganta. El horror dijo por primera vez 'aquí estoy' cuando
aquellas personas se lanzaron al vacío como si acabasen de escoger una muerte que fuese suya.
Ahora, el horror aparecerá a cada instante al remover una piedra, un trozo de pared, una chapa
de aluminio retorcida, y será una cabeza irreconocible, un brazo, una pierna, un abdomen
deshecho, un tórax aplastado. Pero hasta esto mismo es repetitivo y monótono, en cierto modo
ya conocido por las imágenes que nos llegaron de aquella Ruanda- de - un - millón - de -
muertos, de aquel Vietnam cocido a napalm, de aquellas ejecuciones en estadios llenos de
gente, de aquellos linchamientos y apaleamientos, de aquellos soldados iraquíes sepultados
vivos bajo toneladas de arena, de aquellas bombas atómicas que arrasaron y calcinaron
Hiroshima y Nagasaki, de aquellos crematorios nazis vomitando cenizas, de aquellos camiones
para retirar cadáveres como si se tratase de basura. Siempre tendremos que morir de algo, pero
ya se ha perdido la cuenta de los seres humanos muertos de las peores maneras que los
humanos han sido capaces de inventar. Una de ellas, la más criminal, la más absurda, la que
más ofende a la simple razón, es aquella que, desde el principio de los tiempos y de las
civilizaciones, manda matar en nombre de Dios.
Ya se ha dicho que las religiones, todas ellas, sin excepción, nunca han servido para
aproximar y congraciar a los hombres; que, por el contrario, han sido y siguen siendo causa de
sufrimientos inenarrables, de matanzas, de monstruosas violencias físicas y espirituales que
constituyen uno de los más tenebrosos capítulos de la miserable
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