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El Matrimonio


Enviado por   •  22 de Mayo de 2013  •  3.627 Palabras (15 Páginas)  •  282 Visitas

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Cuando los esposos expresan la verdad con sus cuerpos

Monseñor Victor Galeone y el plan de Dios para el matrimonio

ST. AUGUSTINE, Florida, 15 de noviembre de 2003 (ZENIT.org).- Publicamos una carta pastoral en defensa de la enseñanza de la Iglesia sobre la anticoncepción, publicada por monseñor Victor Galeone, obispo de St. Augustine (Florida). La carta ha sido ligeramente adaptada para esta publicación.

El Matrimonio: una comunión de vida y amor

Carta Pastoral de Mons. Victor Galeone Obispo de Saint Augustine, Florida

Hermanos y hermanas en el Señor,

1. Algunas legislaciones de estados están considerando leyes que podrían redefinir el matrimonio como la unión estable de dos adultos sin importar el género. Tal legislación equipararía las uniones del mismo sexo con el matrimonio tradicional. Además, continúan extendiéndose los divorcios hasta el punto que las parejas pueden ahora lograr un divorcio de buena fe por Internet con un coste de 50 a 300 dólares.

Estos últimos avances son meros síntomas de un desorden sumamente más serio. Hasta que no se afronte la raíz de tal desorden, me temo que continuará cosechando frutos de matrimonios fallidos y empeorando el comportamiento sexual en todos los ámbitos de la sociedad.

¿El desorden? La anticoncepción. La práctica está tan extendida que envuelve al 90% de las parejas casadas en algún momento de su matrimonio, implicando a todas las denominaciones. Puesto que uno de las principales funciones del obispo es enseñar, os invito a reconsiderar lo que la Iglesia afirma sobre este tema y, lo más importante, por qué.

1. El plan de Dios para el matrimonio.

2. La gran mayoría de la gente de hoy en día considera la anticoncepción un tema fuera de discusión. De manera que etiquetarla como un desorden suena a gran exageración. Y revisarla se parece a estudiar algo que cae en el vacío. Pero la anticoncepción es un tema a considerar, un tema absolutamente vital. Para comprender por qué está mal, es necesario primero entender lo que Dios consideró originalmente que debía ser el matrimonio. En los primeros capítulos del Génesis aprendemos que Dios mismo diseña el matrimonio con un propósito doble: para comunicar vida y amor.

3. Hay dos relatos de la creación en el libro del Génesis. El primer relato tiene lugar en capítulo primero: «Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó» (1). El siguiente versículo contiene el primer mandamiento dado por Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra». Vemos así que el primer propósito de Dios para el matrimonio es el dar vida.

Sin el amor que envuelve a marido y mujer, la vida humana dejaría de existir en esta tierra. En el segundo relato de la creación en Génesis 2, aprendemos que el otro propósito que Dios tiene para el matrimonio es el dar amor: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada» (2). Sí, Dios piensa en el marido y la mujer para que sean amigos íntimos, apoyándose el uno en el otro en el amor mutuo y duradero. En consecuencia, el matrimonio existe para comunicar vida y amor.

4. Los dos propósitos del matrimonio están mutuamente interconectados hasta ser inseparables. Primero, hay que recordar que Jesús eliminó la posibilidad del divorcio al aplicar estas palabras a la unión del hombre y de la mujer: «Los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre» (3).

En otras palabras, los esposos forman una entidad orgánica, como la cabeza y el corazón – no mecánica, como la cerradura y la llave. La separación de la cabeza o del corazón del cuerpo –al contrario que la retirada de una llave de su cerradura- provoca la muerte del organismo. Así ocurre también con el divorcio. Asimismo, ha sido Dios quien ha combinado los aspectos del matrimonio de dar amor y dar vida en uno y en el mismo acto.

Por lo tanto, no podemos separar a través de la anticoncepción lo que Dios unió en el acto conyugal más de lo que podemos separar a través del divorcio lo que Dios unió en la misma unión matrimonial (4).

II. El lenguaje corporal del amor conyugal.

5. Antes de examinar lo que la Iglesia enseña sobre la anticoncepción, quisiera hacer una digresión por un momento. Según el Papa Juan Pablo II, Dios pensó que el amor matrimonial se expresara en un lenguaje especial – el lenguaje corporal del acto sexual (5). De hecho, la comunicación sexual utiliza muchos de los mismos términos que utiliza la comunicación verbal: cópula, conocer (carnalmente), concebir, etc... (6). Con esto en mente, vamos a plantear algunas preguntas:

¿Es normal que una esposa se ponga auriculares mientras escucha a su marido?

¿Es normal que un marido se tape la boca con la mano, mientras habla con su esposa?

Estos ejemplos son tan anormales que parecen absurdos. ¿Si tal comportamiento resulta anormal para la comunicación verbal, por qué toleramos que una esposa use un diafragma o la píldora, o un marido utilice un condón durante la comunicación sexual?

6. Todavía peor, ¿cómo se puede justificar que un marido sufra la intervención de un cirujano en sus robustas cuerdas vocales, o a una esposa se le quiten los tímpanos quirúrgicamente? En el área de la comunicación sexual, ¿en qué se diferencian estos horríficos ejemplos de una vasectomía o de una ligadura de trompas?

¿No es tarea de un cirujano el quitar un órgano sólo cuando está enfermo y amenaza la vida humana? ¿Si los testículos o los ovarios no están enfermos, sobre la base de qué estamos frustrando su propósito? ¿Podría ser que estemos adoctrinados por la cultura de la muerte por lo que consideramos ahora que un bebé es una enfermedad, de la que nos debemos inmunizar a través de la esterilización?

7. ¡Sí, hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios! Jesús nos reveló la vida interna de Dios como una Trinidad de personas. Por consiguiente, el lenguaje del cuerpo de la unión conyugal entre un hombre y una mujer debe reflejar la propia vida interna de Dios, el amor mutuo entre el Padre y el Hijo, que es la persona del Espíritu Santo. Desde la primera página hasta la última, la Biblia es una historia de amor.

Comienza en el Génesis con el matrimonio de Adán y Eva y termina en el libro del Apocalipsis con el banquete festivo del Cordero – el matrimonio de Cristo y su Esposa, la Iglesia. Desde toda la eternidad Dios anhela darse a nosotros en matrimonio. Nadie ha expresado este hecho de modo más gráfico que el profeta Isaías: «Porque como se casa joven con doncella, se casará contigo tu edificador, y con gozo de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios»

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