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El Redentor De Los Hombres


Enviado por   •  25 de Agosto de 2013  •  2.754 Palabras (12 Páginas)  •  345 Visitas

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(EL REDENTOR DEL HOMBRE)

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• Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia

• Dios ha entrado en la historia de la humanidad y en cuanto hombre se ha convertido en sujeto suyo, uno de los millones y millones, y al mismo tiempo Unico

• Lo que, efectivamente, el Espíritu dijo a la Iglesia mediante el Concilio de nuestro tiempo, lo que en esta Iglesia dice a todas las Iglesias no puede -a pesar de inquietudes momentáneas- servir más que para una mayor cohesión de todo el Pueblo de Dios consciente de su misión salvífica.

• la Iglesia tiene una conciencia cada vez más profunda, tanto de su misterio divino, como de su misión humana, y finalmente de sus mismas debilidades humanas: es precisamente esta conciencia la que debe seguir siendo la fuente principal del amor de esta Iglesia, al igual que el amor por su parte contribuye a consolidar y profundizar esa conciencia.

• Pablo VI nos ha dejado el testimonio de esa profundísima conciencia de Iglesia. A través de los múltiples y frecuentemente dolorosos acontecimientos de su pontificado, nos ha enseñado el amor intrépido a la Iglesia, la cual, como enseña el Concilio, es "sacramento, esto es, signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano".

• Tal crítica creciente ha tenido sin duda causas diversas y estoy seguro, por otra parte, de que no siempre ha estado privada de un sincero amor a la Iglesia. Pero si es justo que la Iglesia, siguiendo el ejemplo de su Maestro que era "humilde de corazón", esté fundada asimismo en la humildad, que tenga el sentido crítico respecto a todo lo que constituye su carácter y su actividad humana, que sea siempre muy exigente consigo misma, del mismo modo el criticismo debe tener también sus justos límites.

• La iglesia más centrada en el propio misterio y, gracias a todo esto, más disponible para la misión de la salvación de todos: "Dios quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad".

• El Concilio no sólo ha recordado este principio de colegialidad de los Obispos, sino que lo ha vivificado inmensamente, entre otras cosas propiciando la institución de un organismo permanente que Pablo VI estableció al crear el Sínodo de los Obispos, Del Sínodo ha brotado, entre otras cosas, ese impulso esencial para la evangelización, que ha encontrado su expresión en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi,

• Es obvio que esta nueva etapa de la vida de la Iglesia exige de nosotros una fe particularmente consciente, profunda y responsable.

• muchas veces tan dispuestos a dudar en las verdades reveladas por Dios y proclamadas por la Iglesia, tan propensos al relajamiento de los principios de la moral y a abrir el camino al permisivismo ético?

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II. EL MISTERIO DE LA REDENCION

• ¿Qué hay que hacer para que este nuevo adviento de la Iglesia, próximo ya al final del segundo milenio, nos acerque a Aquel que la Sagrada Escritura llama: "Padre sempiterno", Pater futuri saeculi? Esta es la pregunta fundamental que el nuevo Pontífice debe plantearse, cuando, en espíritu de obediencia de fe, acepta la llamada según el mandato de Cristo dirigido más de una vez a Pedro: "Apacienta mis corderos", que quiere decir: Sé pastor de mi rebaño;

• hacia Cristo, Redentor del hombre; hacia Cristo, Redentor del mundo. A El queremos mirar nosotros, porque sólo en El, Hijo de Dios, hay salvación, renovando la afirmación de Pedro: "Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna".

• a Aquel "que es la cabeza", a Aquel "de quien todo procede y para quien somos nosotros" a Aquel que es al mismo tiempo "el camino, la verdad" y la "resurrección y la vida". En El están escondidos "todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia", y la Iglesia en su Cuerpo. La Iglesia es en Cristo como un "sacramento, esto es, signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano".

• El, Hijo de Dios vivo, habla a los hombres también como Hombre: es su misma vida la que habla, su humanidad, su fidelidad a la verdad, su amor que abarca a todos, encontrando en ella la "fuente de la vida y de la santidad", La Iglesia vive su misterio, lo alcanza sin cansarse nunca y busca continuamente los caminos para acercar este misterio de su Maestro y Señor al género humano: "que nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado".

• En El se ha revelado de un modo nuevo y más admirable la verdad fundamental sobre la creación que testimonio el Libro del génesis, adquiere nuevamente el vínculo original con la misma fuente divina de la Sabiduría y del Amor. En efecto, "amó Dios tanto al mundo, que le dio su Hijo unigénito". Así como en el hombre-Adán este vínculo quedó roto, así en el Hombre-Cristo ha quedado unido de nuevo. El inmenso progreso, jamás conocido, que se ha verificado particularmente durante este nuestro siglo, en el campo del dominio del mundo por parte del hombre, ¿no revela quizá él mismo, y por lo demás en un grado jamás antes alcanzado, esa multiforme sumisión "a la vanidad"? Baste recordar aquí algunos fenómenos como la amenaza de contaminación del ambiente natural en los lugares de rápida industrialización, o también los conflictos armados que estallan y se repiten continuamente, o las perspectivas de autodestrucción a través del uso de las armas atómicas: el hidrógeno, el neutrón y similares, o la falta de respeto a la vida de los no-nacidos.

• Cristo, Redentor del mundo, es Aquel que ha penetrado, de modo único e irrepetible, en el misterio del hombre y ha entrado en su "corazón". Cristo nuestro Señor. es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, de formada por el primer pecado. El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo con el hombre.

• no olvidemos ni por un momento que Jesucristo, Hijo de Dios vivo, se ha convertido en nuestra reconciliación ante el Padre, e igualmente ha dado satisfacción a la paternidad de Dios y al amor, en cierto modo rechazado por el hombre con la ruptura de la primera Alianza y de las posteriores que Dios "ha ofrecido en diversas ocasiones a los hombres". La redención del mundo -ese misterio tremendo del amor, en el que la creación es renovada- la cruz sobre el Calvario, por medio de la cual Jesucristo -hombre, hijo de María Virgen, hijo putativo de José de Nazaret- "deja" este mundo, es al mismo tiempo una nueva manifestación

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