El Tesoro de David
Enviado por malulo23 • 17 de Agosto de 2014 • Tesis • 5.733 Palabras (23 Páginas) • 212 Visitas
El Tesoro de David
SALMO 1
Este Salmo puede ser considerado como el Salmo prefacio, puesto que en él hay una idea del contenido de todo el libro. El deseo del Salmista es enseñarnos el camino a la bienaventuranza y advertirnos de la destrucción segura de los pecadores. Éste es, pues, el asunto del primer Salmo, que puede ser considerado, en ciertos aspectos, como el texto sobre el cual el conjunto de los Salmos forma un sermón divino. C. H. S.
El Salmista dice más, y de modo apropiado, sobre la verdadera felicidad, en este corto Salmo, que ninguno de los filósofos, o que todos ellos juntos; éstos no hacen más que andarse por las ramas; Dios va certeramente al punto y dice lo esencial. John Trapp.
Vers. 1. Bienaventurado. ¡Obsérvese cómo este Libro de los Salmos empieza con una bendición, lo mismo que el famoso Sermón de nuestro Señor en el monte. La palabra traducida como «bienaventurado» es una palabra muy expresiva. En el original es plural, y es una cuestión discutida si se trata de un adjetivo o de un sustantivo. De ahí podemos colegir la multiplicidad de las bendiciones que reposan sobre el hombre, a quien Dios ha justificado, y la perfección y grandeza de las bendiciones de que gozará.
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos. Este hombre sigue el consejo prudente, y anda en los mandamientos del Señor, su Dios. Para él los caminos de la piedad son caminos de paz y bienandanza. Sus pisadas son ordenadas por la Palabra de Dios y no por la astucia y argucias del hombre carnal. Es una señal cierta de gracia interior el hecho de que el modo de andar ha cambiado y que la impiedad es apartada de nuestras acciones. C.H.S
La palabra haish es enfática este hombre; uno entre mil que vive para el cumplimiento del fin para el cual Dios le ha creado. Adam Clarke
Ni estuvo en camino de pecadores. El pecador tiene un camino o modo particular de transgredir; el uno es un borracho, el otro es poco honrado o de mala fe, el otro impuro. Hay pocos que se entreguen a toda clase de vicios. Hay muchos avaros que aborrecen la embriaguez, y muchos borrachos que aborrecen la avaricia; y así respecto a otras cosas. Cada uno tiene su pecado dominante; por lo tanto,.como dice el profeta: «Deje el impío su camino» (Isaías 55:7). Ahora bien, bienaventurado el que no anda por un camino semejante. Adam Clarke
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado. Que los demás se mofen del pecado, de la eternidad, del infierno y del cielo y del Dios eterno; este hombre conoce una filosofía mejor que la de los infieles y tiene un sentido demasiado claro de la presencia de Dios para permitir que su nombre sea blasfemado.
Cuando los hombres viven en el pecado, van de mal en peor. Al comienzo andan meramente en el consejo de los descuidados e impíos, que no se preocupan de Dios – el mal es más bien de carácter práctico que habitual –, pero después de esto se habitúan al mal y andan en el camino de los pecadores declarados que voluntariamente quebrantan los mandamientos de Dios; y si se les deja solos, van un paso adelante y se vuelven maestros y tentadores deplorables respecto a los demás, y con ello se sientan en la silla de los escarnecedores. Se han graduado en el en e vicio, y como verdaderos doctores de condenación, se les ha concedido el título, y los demás les consideran como maestros en Belial. Pero el hombre bienaventurado, el hombre que posee todas las bendiciones de Dios, no puede tener contacto con personajes de esta clase, Se mantiene puro y libre de estos leprosos; aparta las maldades de él como vestidos manchados por la carne; sale de entre los perversos y se va fuera del campamento llevando el reproche de Cristo. ¡Oh, si pudiéramos tener gracia para mantenernos separados así de los pecadores! C. H. S.
Vers. 2. Sino que en la ley de Jehová. «La ley de Jehová» es el pan diario del creyente verdadero. Y, con todo, en el día de David, ¡qué reducida era la cantidad de inspiración, porque apenas había nada más que los cinco primeros libros de Moisés! ¡Cuánto más, pues, deberíamos alabar toda la Palabra escrita que tenemos el privilegio de poseer en nuestras casas! Pero, ¡hay!, qué trato tan pobre damos a este ángel del cielo. No somos como los escudriñadores de Berea en cuanto a las Escrituras. ¡Cuán pocos hay entre nosotros que pueden reclamar la bendición de este texto! C. H. S.
La «voluntad» a la que se alude aquí, es el deleite del corazón, y el placer cierto en la ley, que no mira a lo que la ley promete, ni a lo que amenaza, sino sólo a esto: que «la ley es santa, justa y buena». De ahí que no sólo es amor a la ley, sino que es un deleitarse amoroso en la ley que ni la prosperidad, ni la adversidad, ni el mundo, ni el príncipe del mundo pueden quitar o destruir; porque se abre camino victoriosamente en medio de la pobreza, la mala fama, la cruz, la muerte y el infierno, y en medio de las adversidades es cuando brilla más. Martín Lutero.
Y en su ley medita de día y de noche. En este versículo tan sencillo hay todo un mundo de santidad y espiritualidad; y si en oración y dependencia de Dios nos sentamos y lo estudiamos, podremos contemplar mucho más de lo que se nos presenta a la vista. Es posible que cuando leamos o miremos veamos poco o nada; el siervo de Elías fue a mirar una vez y no vio nada; por lo que se le dio la orden de ir a mirar siete veces. «¿Qué ves ahora?» – le preguntó el profeta –. «Veo una nube que asciende, como la palma de la mano», y, antes de poco, toda la superficie de los cielos se hallaba cubierta de nubes. Igualmente es posible que eches una mirada a la ligera sobre un pasaje y no veas nada; medita sobre él con frecuencia; pronto verás luz, como la luz del sol. Jos. Carvil.
«La boca de los justos meditará sabiduría.» Por ello Agustín tiene en su traducción «charlar»; lo cual es una hermosa metáfora, puesto que indica un conversar constante, familiar, con la ley del Señor, que es aquello en que debería ocuparse el hombre, porque el hablar es peculiar del hombre. Martin Lutero
El hombre piadoso lee la Palabra de día para que, viendo los demás sus buenas obras, puedan glorificar a su Padre que está en los cielos; lo hará de noche para no ser visto de los hombres; de día, para mostrar que no es uno de los que temen la luz; de noche, para mostrar que es uno de los que pueden brillar en la sombra; de día, porque es la hora de obrar, y así obra mientras es de día; de noche, para que su Señor no venga, como ladrón en la noche, y le encuentre ocioso. Richard Baker.
No tengo descanso, como no sea en compañía del libro. Thos. A Kemps.
Vers. 3. Será como árbol plantado; no un árbol silvestre, sino «un árbol plantado», escogido, considerado como propiedad, cultivado
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