En El Corazón De La Consagrada
Enviado por lalunareyna84 • 14 de Julio de 2015 • 1.733 Palabras (7 Páginas) • 147 Visitas
A lo largo de la historia Dios ha tomado de entre la humanidad a hombres pecadores para que hagan viva su presencia en el mundo cumpliendo así su promesa “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). Hombres capaces, admirables, elegidos y pecadores, sobre todo pecadores y es aquí, en este rescoldo de la economía de la salvación, donde las Oblatas de Santa Marta cobran protagonismo, un protagonismos oculto; fervoroso, amoroso y oblativo pero oculto.
Está en las entrañas de cada Oblata de Santa Marta velar por la santificación y salvación de las almas, de una manera especial por cada sacerdote que transita en este valle de lágrimas y, aunque suene trivial y repetitivo, es allí donde se encierra el fin último de nuestra donación; salvarse a sí misma salvando a las almas. Amar el sacerdocio de Cristo cómo Él mismo nos ha amado.
Cabe ahora preguntar ¿Cómo se realiza esta excelsa oblación?
La oblata es en y para la Iglesia sinónimo de donación, signo de sacrificio, manifestación de caridad en la acogida y alegría plena.
Sinónimo de donación
La vida de la Oblata alcanza su punto culminante en la ofrenda de su vida porque la vida misma de Cristo fue una ofrenda al Padre por nosotros y cuanto ansía el corazón llegar a ese día, pero mientras llega vamos entregando gota a gota nuestro ser en la Iglesia al servicio de los sacerdotes, en el amor mutuo, en la caridad que entre más se entrega más de obtiene, y ya que la ofrenda por excelencia se descubre en el misterio Pascual como consecuencia de la obediencia que el Hijo manifiesta al Padre por nosotros, a esta ofrenda sólo puede responder la ofrenda de sí misma q cada Oblata hace a Cristo no viviendo más para sí y renunciando a las propias voluntades por amor a Dios al prójimo la ofrenda verdadera debe ser plena, no sólo comprende al ser sino a todo lo que posee y le rodea, un holocausto por amor. Así mismo la oración es la mayor oblación que podemos ofrecer a Dios por nosotras mismas y por los demás, así como fuimos salvados por la donación de Cristo así mismo seremos salvados por la ofrenda que hacemos unos por otros, por la oración y las plegarias que dirigimos a Él en favor de las almas.
Toda Oblata de Santa Marta, por pequeña o grande que sea, ha decidido darse toda a Cristo, ha querido responder a la amorosa llamada de Dios a entregarle su ser pleno para gloria suya y en virtud de sus sacerdotes, viviendo con pasión su ser de consagrada, se ofrece a sí misma como se ofrecen los dones en el altar, como ofreció Abraham a su hijo Isaac y como se ha ofrecido Cristo en cada Eucaristía. Es donación pura como puro es el que nos llamó y nos consagra, donación que se realiza en la oración, en el contacto permanente con el Amor, la fuente de los consuelos y manantial de vida que nos da más para dar más a los demás, ofrezcamos sin cesar, por medio de Jesucristo, a Dios un sacrificio de alabanza (cfr. Heb 13,15)
Signo de sacrificio
Consagrar a Dios lo más precioso de nosotras mismas con los ojos puestos en la Cruz vivimos para amarle y honrarle y darle gloria, todo es perfecto en el sacrificio de Jesús: el amor que lo inspira y la libertad con que la cumple como perfecto es el Don ofrecido: Cristo se ofrece a sí mismo.
La esencia de nuestro sacrificio es la misma que la esencia de la santidad pues para que sacrificarnos si no es para santificarnos y santificar a los demás. Nos sacrificamos en las ocasiones que se nos presenten procurando atrapar las gracias que se derraman en la Iglesia y ganarlas todas por los sacerdotes, pues son ellos nuestra mayor preocupación, no se necesitan grandes cosas (esas pueden no llegar), en lo pequeño y en lo oculto es donde más gracias recibimos, el levanto en la mañana, una relación fraterna, renunciar a pequeños gustos por amor a los otros, soportar con paciencia las propias carencias y las de los demás.
Quién hay que le guste sufrir o busque el dolor en sí mismo, el dolor en sí mismo es estéril, no fecunda más que rencor y resentimiento no como fin si no como medio es que se acepta el dolor, si bien no se busca sí se asume con miras de salvación como quién queriendo alcanzar alturas sublimes debe primero encontrar una escalera y subir peldaño a peldaño padeciendo el dolor muscular que conlleva pero pensando en los premios que encontrará. ¿Quién que pudiendo elegir los gozos elija los sufrimientos? La Oblata que sabe que el sacerdocio se funde en el sacrificio y teniendo como mayor bien el sacerdocio de Cristo fabrica su escalera a base de pequeños peldaños de renuncias y sin sabores, de dolores y fatigas, en la enfermedad y en las miserias, en el cilicio de la vida comunitaria y en la obediencia sabiendo siempre que al final esta Jesús, su Jesús esperándole y amándole “ven amada mía” y cómo llegar a ti sin sacrificarme habiendo querido ser Oblata.
Manifestación de
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