Enseñane A Orar
Enviado por gsisqui • 2 de Abril de 2014 • 371 Palabras (2 Páginas) • 218 Visitas
Señor, enséñanos a orar
Enséñanos a orar, Señor,
para encontrar tu rostro.
Invítanos al silencio,
para escuchar tu voz.
Aclara nuestra mirada,
para descubrir tus signos.
Danos valor y decisión
para aceptar lo que debemos cambiar.
Ayúdanos a discernir lo que realmente
importa: seguir tus pasos.
Enséñanos a comprometernos
activos, dispuestos, alegres,
en la construcción del Reino.
Enséñanos a orar, Señor,
nos hace falta.
Queremos buscar tu rostro, encontrar tus
huellas, reconocer tu paso.
Necesitamos volver la mirada,
descubrir tus ojos, llamarte "Padre",
sentir tu aliento.
Descansar en tu mirada,
llenarnos de ella,
palpar tu abrazo cercano,
charlar contigo como niños sencillos,
pocas palabras, bien abiertos los oídos,
para aprender a cambiar.
Invítanos al silencio, ayúdanos a callar.
No estamos acostumbrados,
nos gusta hablar mucho,
para no escucharnos, ni escuchar
tu voz que surge de adentro.
Vuélvete a nosotros, Padre bueno,
llamamos por nuestro nombre.
Insiste, porque somos duros,
nos cuesta reconocer tu voz.
Llama, Padre, interpela,
sacude, levanta tu voz,
a ver si te hacemos caso
y nos decidimos a mirarnos
en el espejo de tu Evangelio
para aprender a cambiar.
Danos tu Espíritu,
para guiarnos,
para revisar, desde El,
nuestras convicciones,
nuestros modelos,
nuestros gestos y actitudes,
nuestras metas y proyectos.
Ayúdanos a discernir,
a caminar según el Espíritu,
para aprender a cambiar.
Enséñanos a comprometernos,
Señor,
que nuestra vida cristiana
sea levadura y fermento
para un mundo que pide a gritos,
la irrupción del Reino.
Danos audacia
a la hora de las decisiones,
danos generosidad,
a la hora de la entrega,
danos constancia,
a la hora del trabajo.
Fortalece nuestra fe en camino,
anima nuestra esperanza,
activa nuestro amor
en proyectos de vida.
Aclara nuestra mirada,
que esta confundida,
vemos borroso,
y, veces, equivocado.
Pasas por delante nuestro
y no te conocemos.
Esta tu Reino cerca
y no nos damos cuenta.
La vida brota, nueva,
escondida en las semillas
de la justicia, la solidaridad,
la libertad, la paz,
pero no somos capaces
de sorprendernos por sus brotes,
o contagiarnos de su vitalidad.
Nos pasa como a los fariseos, Señor,
pedimos
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