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Historia De Job


Enviado por   •  30 de Junio de 2015  •  2.318 Palabras (10 Páginas)  •  298 Visitas

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Job resumido

Historia de Job. Se trata de una narración moralizante y de un personaje en el que se han idealizado las virtudes del verdadero israelita

En un país oriental situado en la península de Arabia, llamado Us, lejos de Israel, vivía hace muchos siglos un personaje legendario, de nombre Job; era hombre recto, temeroso de Dios y apartado del mal. No conocía bien la Ley de Moisés pero, viviendo con rectitud de intención según la ley natural, conservaba las tradiciones de los patriarcas y adoraba a Dios con sencillez de corazón.

Historia de JobTenía siete hijos y tres hijas. Poseía muchos bienes, entre ellos siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y muy numerosos sirvientes. Sus hijos solían visitarse unos a otros en sus casas y celebraban banquetes juntos. Cuando terminaban, Job les hacía venir, santificándolos mediante sacrificios que ofrecía por ellos por si obraban mal u ofendían a Dios en sus corazones.

Un día, desde su trono del cielo, reparó Yahvé en Satanás que venía mezclado entre los ángeles y le preguntó: “¿De dónde vienes?” Él respondió: “De dar un paseo por la tierra” Dios le preguntó: “¿Te has fijado en mi siervo Job?, no hay ninguno como él en la tierra; es varón perfecto y recto, temeroso de su Dios y apartado del mal” Pero respondió Satanás a Yahvé diciendo: “¿Acaso teme Job a Dios desinteresadamente? ¿No le has rodeado de protección a él, a su casa y a todo cuanto tiene? Has bendecido el trabajo de sus manos, y sus ganados se esparcen por el país. Pero extiende tu mano y tócale en lo que es suyo, veremos si no te maldice a la cara". Entonces dijo Yahvé a Satanás: “Mira, voy a dejar en tu mano todo cuanto tiene, pero a él no lo toques” Y salió Satanás de la presencia de Yahvé decidido a tentar severamente a Job.

Y sucedió que un día llegó a casa de Job un mensajero visiblemente apurado y le dijo: “Estaban arando los bueyes y pacían cerca de ellos las asnas cuando de repente llegaron unos malhechores y los cogieron todos, atacando también a los campesinos. Yo solo he podido escapar para darte la mala noticia” Todavía estaba este hablando cuando llegó otro, que dijo: “Ha caído fuego de Dios del cielo sobre las ovejas y los pastores, consumiéndolos a todos. Solo yo he escapado para darte la noticia” No había terminado este de hablar cuando vino otro, que dijo: “Los caldeos, divididos en tres grupos, se han apoderado de los camellos y han matado a los siervos a filo de espada. Yo solo he podido escapar para traerte la noticia” Y mientras este hablaba, todavía llegó otro que dijo: “Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo vino en casa del hermano mayor, cuando vino del otro lado del desierto un torbellino que derrumbó la casa donde estaban y los sepultó a todos; y han muerto. Yo solo he escapado para darte la trágica noticia”

Cuando Job hubo oído estos tristes relatos, se levantó, se afeitó la cabeza en señal de duelo y, postrándose en tierra, adoró a Dios diciendo: “Desnudo nací del vientre de mi madre y desnudo me llevarán allá. El Señor me lo dio y el Señor me lo quitó ¡Bendito sea el nombre de Yahvé!”

Pero otro día, desde el cielo, Dios vio venir de nuevo a Satanás y le preguntó: “¿De dónde vienes?” Él respondió: “De dar un paseo por la tierra” Dios le dijo: “¿Has visto a mi siervo Job que aún confía en mí, a pesar de estar arruinado?” Respondió Satán: “Será porque tiene buena salud. Pero si tocaras sus huesos y su carne, enviándole enfermedades, veríamos si no te maldice a la cara” Entonces Yahvé dijo: “Ahí lo tienes, a tu disposición, pero te pongo como condición que respetes su vida”

Salió Satanás e hirió a Job con una úlcera maligna en toda la piel desde la planta de los pies hasta la cabeza. Se rascaba con un tejón y estaba sentado sobre la ceniza pues nada le aliviaba, pero no hablaba mal de Dios. Su mujer le decía: “¿Aún sigues aferrado a tu integridad moral?, solo falta que te mueras bendiciendo a Dios” Historia de JobPero Job le respondió: “Has hablado como una mujer necia; si recibimos todos los bienes de Dios, ¿por qué no vamos a recibir también los males?” Y Job no dijo palabra alguna que pudiera ofender a Dios.

Tres amigos de Job se pusieron de acuerdo para ir a consolarlo. Ya desde lejos lo vieron con un aspecto tan demacrado que comenzaron a llorar a voz en grito, a la vez que rasgaban sus vestiduras y esparcían al aire polvo sobre sus cabezas. Al llegar, estuvieron sentados acompañándolo durante siete días y siete noches sin decir palabra; tal era su dolor.

Después de esto abrió Job su boca para decir: “¿Por qué no morí el día en que salí del seno de mi madre?, ¿por qué hallé regazo que me acogió y pechos que me amamantaron? Pues ahora descansaría tranquilo. Los suspiros son mi comida, y se derraman como aguas mis rugidos de dolor. En aquella época no existían buenas medicinas para aliviar dolores o picores, como tenemos hoy, por eso Job pronuncia estos lamentos; pero no son de desesperación, pues sigue confiando en Dios. Lo que temo, eso me llega; lo que me atemoriza, eso me sucede. No tengo tranquilidad ni descanso, me siento muy turbado”, decía.

Uno de sus amigos llamado Elifaz le habló: “No te desanimes; acuérdate de que con tu palabra sostuviste a los que vacilaban. Enseñaste y confortaste a muchos; ahora que te toca a ti ¿te turbas?, no desdeñes Historia de Jobla corrección del Omnipotente. Yo que tú, me volvería a Dios y en Él pondría mi esperanza. ¡Dichoso el hombre a quien corrige Dios!” Aquel buen amigo pensaba que los males que padecemos en la tierra son castigos de Dios por nuestras malas obras y le animaba a reconocer su culpa.

Job estaba seguro de que no se trataba de un castigo de Dios y no entendía el por qué de lo que le estaba sucediendo y así, le replicó diciendo: “¡Oh, si mis desdichas pudieran pesarse en una balanza, pesarían más que las arenas del mar! Por eso han sido mis palabras destempladas. ¡Quién me diera que se cumpliese mi petición y Dios me otorgara lo que espero, que es la muerte; ese sería mi consuelo! Dentro de mi amargura me consolaría de no haber ocultado los secretos del corazón bondadoso de Dios”. Pedía a Dios la muerte como el único remedio para dejar de sufrir.

Otro de sus amigos que se llamaba Bildad le decía: “¿Hasta cuándo vas a hablar así con palabras impetuosas? ¿Acaso Dios no es infinitamente justo? Si pecaron tus hijos contra Él, ya han pagado por sus faltas. Pero tú, que te amparas en Dios e imploras al Omnipotente, vuélvete más puro, más recto; así, te devolverá

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