LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA I
Enviado por • 25 de Marzo de 2014 • Tesis • 2.642 Palabras (11 Páginas) • 186 Visitas
LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA I:
Partes de la misa:
RITOS INICIALES: Son ritos introductorios a la celebración y nos preparan para escuchar la Palabra y celebrar la Eucaristía.
-Procesión de entrada: Llegamos al templo y nos disponemos para celebrar el misterio más grande de nuestra fe. Acompañamos la procesión de entrada cantando con alegría.
-Saludo inicial: Después de besar el altar y hacer la señal de la cruz, el sacerdote saluda a la asamblea.
-Rito penitencial: Pedimos humildemente perdón al Señor por nuestras faltas.
-Gloria: Alabamos a Dios, reconociendo su santidad, al mismo tiempo que nuestra necesidad de él.
-Oración colecta: Es la oración que el sacerdote, en nombre de toda la asamblea, hace al Padre. En ella recoge todas las intenciones de la comunidad.
LITURGIA DE LA PALABRA: Escuchamos a Dios que se nos da como alimento en su Palabra y respondemos cantando, meditando y rezando.
-Primera Lectura: En el Antiguo Testamento, Dios nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas.
-Salmo: Meditamos rezando o cantando un salmo.
-Segunda Lectura: En el Nuevo Testamento, Dios nos habla a través de los apóstoles.
-Evangelio: El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo. Al finalizar aclamamos diciendo: “Gloria a ti, Señor Jesús”.
-Homilía: El celebrante nos explica la Palabra de Dios.
-Credo: Después de escuchar la Palabra de Dios, confesamos nuestra fe.
-Oración de los fieles: Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos
CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA II:
Las partes de la misa: (Viene de la parte I)
LITURGIA DE LA EUCARISTÍA: Consta de tres partes. 1. Rito de las ofrendas 2. Gran Plegaria Eucarística (es el núcleo de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y en que actualizamos la muerte y resurrección de Jesús) 3. Rito de Comunión.
-Procesión de ofrendas: Presentamos el pan y el vino que se transformarán en el cuerpo y en la sangre de Cristo. Realizamos la colecta en favor de toda la Iglesia.
-Oración sobre las ofrendas / Ofertorio: Con esta oración ponemos en las manos de Dios los dones que trajimos, no solo el pan y el vino, sino también nuestras vidas.
-Santo / Prefacio: Cantamos y damos gracias alabando a Dios el tres veces santo.
-Consagración: El sacerdote hace “memoria” de la Última Cena, pronunciando las mismas palabras de Jesús. El pan y el vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús.
-Aclamación: Aclamamos el misterio central de nuestra fe.
-Intercesiones: Ofrecemos este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia. Pedimos por el papa, por los obispos, por los difuntos y por todos nosotros.
-Doxología: El sacerdote ofrece al Padre el cuerpo y la sangre de Jesús, por Cristo, con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo. Todos respondemos: “Amén”.
-Padrenuestro: Preparándonos para comulgar, rezamos al Padre como Jesús nos enseñó. Luego nos damos el saludo de la paz.
-Comunión: Llenos de alegría nos acercamos a recibir a Jesús, pan de vida. Antes de comulgar hacemos un acto de humildad y de fe.
-Oración: Damos gracias a Jesús por haberlo recibido, y le pedimos que nos ayude a vivir en comunión.
RITOS DE DESPEDIDA: Son ritos que concluyen la celebración.
-Bendición: Recibimos la bendición de Dios por medio del sacerdote.
-Despedida y envío: Alimentados con el pan de la Palabra y de la Eucaristía volvemos a nuestras actividades, a vivir lo que celebramos, llevando a Jesús en nuestros corazone
Obras de misericordia
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a la izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver». Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?». Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo». Mt 25, 31-40
Otra obra de misericordia es dar sepultura a los muertos.
Catecismo de la Iglesia Católica nº 2447:
Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (...) Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf Mt 25,31-46).
Los sacramentos en la liturgia
Signos sensibles y eficaces de la gracia, instituidos por Jesucristo para santificar nuestras almas, y confiados a la Iglesia para su administración.
Los sacramentos en la liturgia
Los sacramentos son los canales a través de los cuales Dios nos ofrece la salvación de su Hijo Jesucristo, a través de la Iglesia.
Es más, el principal sacramento de Dios es Jesús. Decimos esto porque en Jesús, Dios se manifestó plenamente, tal como Él es. Conociendo a Jesús, conocemos a Dios mismo. Jesús es signo de Dios.
Después de la resurrección de Jesús y su ascensión a los cielos, Él desaparece de manera física entre los hombres. Sin embargo, quiso prolongarse y vivir en una pequeña comunidad de creyentes, que lo reconocen como el único Señor y se reúnen en su Nombre para glorificar a Dios. Esa comunidad se consolida el día de Pentecostés. Esta comunidad es la que hoy llamamos Iglesia, palabra que significa asamblea.
La Iglesia llega a ser también signo, sacramento de la presencia de Jesús en el mundo de hoy, como Salvador de los hombres. Es decir, la Iglesia es el signo visible e histórico a través del cual Jesús sigue ofreciendo y obrando con su presencia gloriosa la salvación de los hombres. Todo lo que hace y dice la Iglesia no tiene otro fin que el de significar y realizar, directa o indirectamente,
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