La Carta De Puebla
Enviado por • 13 de Diciembre de 2012 • 2.131 Palabras (9 Páginas) • 358 Visitas
La Carta Puebla
La Carta Puebla libera a los colonos de ciertas obligaciones consagradas y, a la vez, les otorga ciertos privilegios por su propia condición. Estos privilegios no son personales sino que se extienden a todo aquel que se acoja a la misma condición de poblador.
Reúne datos de especial interés:
Su gran antigüedad
Número y nombre de las primeras familias
Cargo representativo de los nominados
Toponimia
Dudas de interés de tipo genealógico
Establece el sentimiento de propiedad
Carta del Santo Padre a los Obispos Diocesanos de América Latina
Amados hermanos en el Episcopado: El intenso trabajo de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que me fue dado inaugurar personalmente y que con particular dilección e interés para con la Iglesia de ese Continente acompañé en las distintas etapas de su desarrollo, se condensa en estas páginas que habéis puesto en mis manos. Conservo vivo el gratísimo recuerdo de mi encuentro con vosotros, unido en el mismo amor y solicitud por vuestros pueblos, en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe y luego en el seminario de Puebla. Este Documento, fruto de asidua oración, de reflexión profunda y de intenso celo apostólico, ofrece —así os lo propusisteis— un denso conjunto de orientaciones pastorales y doctrinales, sobre cuestiones de suma importancia. Ha de servir, con sus
válidos criterios, de luz y estímulo permanente para la evangelización en el presente y el futuro de América Latina. Podéis sentiros satisfechos y optimistas de los resultados de esta Conferencia, preparada
esmeradamente por el CELAM, con la participación corresponsable de todas las Conferencias Episcopales. La Iglesia de América Latina ha sido fortalecida en su vigorosa unidad, en su identidad propia, en la voluntad de responder a las necesidad y a los desafíos atentamente considerados a lo largo de vuestra asamblea. Representa, en verdad, un gran paso adelante en la misión esencial de la Iglesia, la de evangelizar. Vuestras experiencias, pautas, preocupaciones y anhelos, en la fidelidad al Señor, a su Iglesia y a la Sede de Pedro, deben convertirse en vida para las comunidades a las que servís. Para ello deberéis proponeros en todas vuestras Conferencias Episcopales e Iglesias. Particulares planes con metas concretas, en los niveles correspondientes y en armonía con el CELAM en el ámbito continental.
Dios quiera que en breve tiempo todas las comunidades eclesiales estén informadas y penetradas del espíritu de Puebla y de las directrices de esta histórica Conferencia. El Señor Jesús, Evangelizador por excelencia y Evangelio Él mismo, os bendiga con abundancia. María Santísima, Madre de la Iglesia y Estrella de la evangelización, guíe vuestros pasos, en un renovado impulso evangelizador del Continente Latinoamericano. Vaticano, 23 de Marzo de 1979, en la conmemoración de Santo Toribio de Mogrovejo. Joannes Paulus PP. II.
Discurso Inaugural pronunciado en el Seminario Palafoxiano de Puebla de los Ángeles, México S.S. Juan Pablo II 28 de enero de 1979 Amados hermanos en el episcopado:
Esta hora que tengo la dicha de vivir con vosotros, es ciertamente histórica para la Iglesia en América Latina. De esto es consciente la opinión pública mundial, son conscientes los fieles de vuestras Iglesias locales, sois conscientes sobre todo vosotros que seréis protagonistas y responsables de esta hora.
Es también una hora de gracia, señalada por el paso del Señor, por una particularísima presencia y acción del Espíritu de Dios. Por eso hemos invocado con confianza a este Espíritu, al principio de los trabajos. Por esto también quiero ahora suplicaros como un hermano a hermanos muy queridos: todos los días de esta Conferencia y en cada uno de sus actos, dejaos conducir por el Espíritu, abríos a su inspiración y a su impulso; sea El y ningún otro espíritu el que os guíe y conforte. Bajo este Espíritu, por tercera vez en los veinticinco últimos años, obispos de todos los países, representando al episcopado de todo el continente latinoamericano, os congregáis para profundizar juntos el sentido de vuestra misión ante las exigencias nuevas de vuestros pueblos.
La Conferencia que ahora se abre, convocada por el venerado Pablo VI, confirmada por mi inolvidable predecesor Juan Pablo I y reconfirmada por mí como uno de los primeros actos de mi pontificado, se conecta con aquella, ya lejana, de Río de Janeiro, que tuvo como su fruto más notable el nacimiento del CELAM. Pero se conecta aún más estrechamente con la II Conferencia de Medellín, cuyo décimo aniversario conmemora. En estos diez años, cuánto camino ha hecho la humanidad, y con la humanidad y a su servicio, cuánto camino ha hecho la Iglesia. Esta III Conferencia no puede desconocer esta realidad. Deberá, pues, tomar como punto de partida las conclusiones de Medellín, con todo lo que tienen de positivo, pero sin ignorar las incorrectas interpretaciones aveces hechas y que exigen sereno discernimiento, oportuna crítica y claras tomas de posición.
Os servirá de guía en vuestros debates el Documento de Trabajo, preparado con tanto cuidado para que constituya siempre el punto de referencia. Pero tendréis también entre las manos la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi de Pablo VI. ¡Con qué complacidos sentimientos el gran Pontífice aprobó como tema de la Conferencia: «El presente y el futuro de la evangelización en América Latina»! Lo pueden decir los que estuvieron cerca de él en los meses de preparación de la Asamblea. Ellos podrán dar testimonio también de la gratitud con la cual él supo que el telón de fondo de toda la Conferencia seria este texto, en el cual puso toda su alma de Pastor, en el ocaso de su vida. Ahora que él «cerró los ojos a la escena de este mundo» (cf. Testamento de Pablo VI), este documento se convierte en un testamento espiritual que la Conferencia habrá de escudriñar con amor y diligencia para hacer de él otro punto de referencia obligatoria y ver cómo ponerlo en práctica. Toda la Iglesia os está agradecida por el ejemplo que dais, por lo que hacéis, y que quizá otras Iglesias locales harán a su vez.
Verdad sobre Jesucristo:
I.2. De vosotros, pastores, los fieles de vuestros países esperan y reclaman ante todo una cuidadosa y celosa transmisión de la verdad sobre Jesucristo. Esta se encuentra en el centro de la evangelización y constituye su contenido esencial: «No hay evangelización verdadera mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios» (ibid., 22).
Del
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