La Eleccion De Dios
Enviado por zaidagutierrez • 12 de Enero de 2012 • 3.430 Palabras (14 Páginas) • 543 Visitas
LA ELECCION DE DIOS
La elección divina
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A. Definición de elección
Las Escrituras revelan a Dios como un soberano absoluto que por su propia voluntad quiso crear el universo y dirigir su historia de acuerdo con un plan preordenado. El concepto de un Dios infinito y omnipotente concuerda con el hecho de que El sea soberano y tenga poder para ejecutar su programa en la forma que El lo quiso determinar. Sin embargo, la comprensión de ese plan por parte del hombre presenta innumerables problemas y, en particular, el de cómo puede el hombre obrar libre y responsablemente en un universo programado.
Los sistemas humanos de pensamiento han tenido la tendencia a ir a los dos extremos, uno en que el propósito soberano de Dios se presenta como absoluto, o el otro en que se magnifica la libertad del hombre hasta el punto de que Dios ya no tiene control sobre las cosas. Al tratar de resolver esa dificultad, la única solución es acudir a la revelación divina y tratar de interpretar la experiencia humana sobre la base de lo que la Biblia enseña.
En las Escrituras, el propósito soberano de Dios se extiende a naciones e individuos. Se hace referencia a Israel como nación elegida (Is. 45:4; 65:9, 22). La palabra «electo» se aplica con frecuencia a individuos que son elegidos para salvación (Mt. 24:22, 24, 31; Mr. 13:20, 22, 27; Lc. 18:7; Ro. 8:33; Col. 3:12; 1 Ti. 5:21; 2 Ti. 2:10; Tit. 1:1; 1 P. 1:2; 5:13; 2 Jn. 1, 13). La misma expresión se usa para referirse a Cristo (Is. 42:1; 1 P. 2:6). Además de la palabra elegido, se menciona el hecho de la elección (Ro. 9:11; 11:5, 7, 28; 1 Ts. 1:4; 2 P. 1:10). El pensamiento de la elección es que la persona o grupo mencionado han sido elegidos para un propósito divino generalmente relacionado con la salvación.
La palabra <<escogido> es sinónimo de la palabra <<elegido>>. Se aplica a Israel (Is. 44:1), a la iglesia (Ef. 1:4; 2 Ts. 2:13; 1 P. 2:9), y también a los apóstoles (Jn. 6:70; 13:18; Hch. 1:2).
Una cantidad de expresiones están relacionadas con el concepto de elección o ser escogido, tales como <destinado>> (1 P. 1:20) y <predestinación>> (Ro. 8:29, 30; Ef. 1:5, 11). El pensamiento es el de determinar de antemano, como en Hechos 4:28, u ordenar de antemano como en Judas 4 y Efesios 2:10. Además, hay una referencia frecuente a este concepto en la Biblia, donde se usa la palabra <decretado> (2 Cr. 25:16), <acordó> (Is. 19:17), <determinado> (Lc. 22:22), <prefijado> (Hch. 17:26). El pensamiento en todas estas expresiones es que la elección de Dios precede al acto y es determinado por su voluntad soberana.
La elección, la preordenación y la predestinación se han hecho según el divino propósito de Dios (Ef. 1:9; 3:11), y en las Escrituras están relacionadas con la presciencia de Dios (Hch. 2:23; Ro. 8:29; 11:2; 1 P. 1:2). Otra palabra relacionada es la palabra <llamar>, como en Romanos 8:30 y muchos otros pasajes (1 Co. 1:9; 7:18, 20, 21, 22, 24; 15:9; Ga-5:13; Ef. 4:1, 4; Col. 3:15; 1 Ti. 6:12; He. 5:4; 9:15; 1 P. 2:21; 3:9; 1 Jn. 3:1). En Jn. 12:32 nuestro Señor se refirió al llamamiento como la acción de atraer los hombres a Dios (cf. con Jn. 6:44). Todos estos pasajes implican que un Dios soberano está llevando a cabo su propósito; en su propósito ciertos hombres han sido escogidos para salvación, y ciertas naciones, especialmente Israel, han sido escogidas para cumplir un propósito divino especial
B. El hecho de la elección divina
Aunque la doctrina de la elección escapa a la comprensión humana, está claramente enseñada en las Escrituras. En virtud de la elección divina, Dios ha escogido a ciertos individuos para salvación y los predestinó para que fuesen conformados según eh carácter de su Hijo Jesucristo (Ro. 16:13; Ef. 1:4-5; 2 Ts. 2:13; 1 P. 1:2). Es claro que la elección tiene su origen en Dios y que esta elección es parte del plan eterno de Dios.
La elección divina no es un acto de Dios en el tiempo, sino una parte de su propósito eterno. Esto aparece en numerosos pasajes tales como Efesios 1:4 que dice: "Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor." Según 2 Timoteo 1:9, nuestra elección es "según el propósito suyo y gracia que nos fue dada en Cristo antes de los tiempos de los siglos". Por cuanto el plan de Dios es eterno, la elección, como parte esencial del plan, debe ser eterna.
Un problema difícil de resolver en la doctrina de la elección es la relación entre la elección y la presciencia. Una forma de interpretación que tiende a suavizar el concepto de elección se levanta sobre la idea de que Dios sabía quiénes iban a recibir a Cristo, y sobre la base de ese conocimiento los eligió para salvación. Sin embargo, este concepto tiene problemas inherentes porque hace que Dios esté sujeto a un plan en el cual Él no es soberano. Aunque la elección y la presciencia son coextensivas, la presciencia en sí no sería determinativa.
Aunque los teólogos han luchado con estos problemas y no han llegado a conclusiones satisfactorias, una solución posible es comenzar por reconocer que Dios es omnisciente, esto es, que Él tenía conocimiento de todos los planes posibles para el universo. De todos los planes posibles con sus infinitas variantes Dios escogió un plan. Habiendo escogido un plan y conociéndolo en todos sus detalles, Dios podía conocer anticipadamente quiénes iban a ser salvos o electos y todos los detalles acerca de la salvación de ellos.
Sin embargo, el problema inmediato que se presenta al intérprete es el de la libertad humana. Por la experiencia y según las Escrituras, parece evidente que el hombre tiene decisiones que hacer. ¿Cómo se puede evitar la llegada a un sistema fatalista en que todo está predeterminado y no quedan elecciones morales que realizar? ¿Es la responsabilidad humana una burla, o es real? Estos son los problemas que enfrenta el intérprete de las Escrituras en relación con esta difícil doctrina.
Aunque los teólogos no han podido resolver completamente el problema de la elección divina en relación a las decisiones humanas y a la responsabilidad moral del hombre, la respuesta parece ser que, al elegir un plan Dios, escogió el plan como un todo, no parte por parte. El sabía de antemano, antes de la elección del plan, quién sería salvo y quién no serla salvo en tal plan. Por fe debemos suponer que Dios eligió el mejor plan posible, y que si hubiera habido un plan mejor, éste habría sido puesto en operación porque Dios lo habría elegido. El plan incluía muchas cosas que Dios mismo haría, tales como la creación y el establecimiento de la ley natural incluía lo que Dios soberanamente escogió hacer
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