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La adoración y la segunda venida de Cristo


Enviado por   •  19 de Marzo de 2019  •  Monografía  •  4.495 Palabras (18 Páginas)  •  186 Visitas

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UNIVERSIDAD DE NAVOJOA
Escuela de Teología


Monografía

La adoración y segunda venida de Cristo


Trabajo presentado en cumplimiento parcial
de los requisitos de la materia de
Liturgia


Por
Edmar Isaí Díaz Díaz

Roberto Amílcar Hernández


Marzo  de 2019

La adoración y la segunda venida de Cristo

Por Edmar Isaí Díaz  y Roberto Amílcar

INTRODUCCÓN

El tema de la adoración es un tema muy importante en el marco del gran conflicto. Ha sido una guerra constante después de la gran batalla que hubo en el cielo. Sin embargo no quedó hasta ahí nada más, sino que esta lucha aún continúa. De manera que el regreso de Cristo tiene algunas complicaciones en cuanto a la adoración, porque Satanás buscará ser adorado como el anticristo y tratará de imitar su venida, cosa que tiene que ver con la adoración tal como quiso hacerlo en el desierto antes de iniciar el ministerio de Cristo ministerio.

Este trabajo nos ayudará a entender la relación de la segunda venida de  Cristo y la adoración; y sobre cuáles deben ser las acciones del ser humano.

La adoración

A continuación se presenta el concepto de la adoración y la naturaleza de la adoración. Asimismo como el papel que juega en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.

Concepto de la adoración

 La adoración puede entenderse en honrar y adorar a Dios. En esto consiste, el clamar, alabar a Jehová, el cantarle con júbilo  a la roca de nuestra salvación, porque Jehová es Dios grande, y Rey de reyes sobre todos los dioses.[1] Witthoff dice que la adoración es la práctica de expresar acción de gracias, adoración, y alabanza, a una deidad o quizás a un regente.[2] También puede considerarse como un acto mediante el cual se expresa reverencia, respeto, honor, amor y obediencia a Dios. En el AT se utiliza la palabra shachah para indicar esa actitud, con la connotación de “postrarse”, “arrodillarse”, “inclinarse”.[3]

Si bien es cierto que en el NT el término que se aplica es proskunéo, que es reverenciar a una persona. Usualmente las personas que adoran baja la cabeza hacia el suelo en señal de una reverencia de adoración tal como se registra en Éxodo 20:5; 2 Reyes 5:18, donde el termino se aplica para honrar y adorar a Dios.[4] Deiros dice es reverencia y honor a un ser considerado divino o a un poder espiritual; es decir, como un acto mediante el cual se expresa esa relevancia o devoción. También incluye oración, sacrificios, rituales, alabanzas, danzas y otras manifestaciones individuales.[5]

Oscar declara que la adoración es un homenaje primordial, absoluto,
tributado por la criatura a la divina Excelencia, cuyas grandezas confiesa juntamente con todos sus derechos soberanos sobre todo cuanto existe. Es el homenaje de la criatura racional al Dios tres veces Santo, que la saca de la nada, imprime en ella el sello de su propia Trinidad y se convierte luego en el Huésped divino del alma transformada por la gracia"
[6] 

Asimismo  William Temple agrega el siguiente énfasis: "Adoración es el sometimiento de todo nuestro ser a Dios. Es tomar conciencia de su santidad; es el sustento de la mente con su verdad; es la purificación de la imaginación por su belleza; es la apertura del corazón a su amor; es la rendición de la voluntad a sus propósitos. Y todo esto se traduce en alabanza, la más íntima emoción, el mejor remedio para el egoísmo que es el pecado original"[7]

Y para resumir todo lo antes mencionado, se propone una definición del concepto: “la adoración es la respuesta positiva, sumisa, obediente e integral del hombre redimido a la iniciativa de Dios de revelar sus atributos y acciones, sobre todo de creación, redención y providencia”.[8]

La naturaleza de la adoración

De manera inconsciente todos adoramos, incluso las persona ateas. “Los ateos se adoran a sí mismos. Cuando el hombre rechaza a Dios, siempre adora a dioses falsos de su propia elección".[9] Y una manera de comprobar esto se puede ver en Éxodo 20:3-5; ahí se declara específicamente que la adoración solo debe de enfocarse a Dios (Mt 4:10).

La naturaleza de la adoración puede verse desde el concepto que declara Juan 4:20: “Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre busca tales adoradores que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.

Es por eso que la adoración es revelada cuando el corazón del adorador se hace más honesto y cuando la verdad ejecute la mente del adorador. Así como se menciona en el decálogo, “No tendrás dioses ajenos delante de mí”,” No te harás imagen de ninguna semejanza…” “No te inclinarás ante ellas ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso…” (Ex 20:2-5). También se percibe en el libro de los salmos en el AT y en el NT, donde la adoración sólo pertenece a Jehová (Sal 29:2; 89:7; 93:5; 95:6; 96:9)

Por otro lado, debe considerarse que el honor adorationis no pertenece a la naturaleza humana como tal, sino que pertenece a esta solo en virtud de su unión con el Logos divino, quien es adorabilis en su naturaleza misma. Se debe distinguir entre el objeto y el fundamento de esta adoración. El objeto de la adoración religiosa es el Dios-hombre Jesucristo, pero el fundamento sobre el que lo adoramos, reside en la persona del Logos.[10]

Por lo tanto Jonh Stott menciona que el sentido original de adoración, indica que Dios es digno de ser alabado, que la adoración es un reconocimiento de su dignidad absoluta. Al adorar, nos acercamos a él como criaturas para rendirle honor al creador; como pecadores, para honrarlo como nuestro Salvador; como hijos, para respetar a nuestro Padre; como siervos, para obedecer a nuestro Señor. La adoración, por tanto, no es una actividad optativa que puede ser agregada o descartada del currículo de la vida a la voluntad del individuo. Es una obligación y reconocimiento de hechos claros evidenciados en la vida del adorador.

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