Las Viboras
Enviado por abylinda10 • 20 de Marzo de 2014 • 1.561 Palabras (7 Páginas) • 259 Visitas
En la noche oscura soplaba el viento en forma recia e inclemente a la orilla del mar. La experiencia vivida en el naufragio había sido supremamente traumática. Era necesario calentarse mientras se ordenaban las ideas acerca de que nuevo paso tomar. Que mejor que encender una fogata. Mientras se arreglaba la leña y el fuego comenzada a devorar hambrienta los pedazos secos de madera, súbitamente una víbora huye de la leña encendida en el mismo momento en que Pablo terminaba de arreglar la hoguera y la serpiente se prende de la mano de Pablo. Mejor dejo que el mismo relato bíblico lo describa mejor que yo:
“Una vez a salvo, nos enteramos de que la isla se llamaba Malta. Los isleños nos trataron con toda clase de atenciones. Encendieron una fogata y nos invitaron a acercarnos, porque estaba lloviendo y hacía frío. Sucedió que Pablo recogió un montón de leña y la estaba echando al fuego, cuando una víbora que huía del calor se le prendió en la mano. Al ver la serpiente colgada de la mano de Pablo, los isleños se pusieron a comentar entre sí: «Sin duda este hombre es un asesino, pues aunque se salvó del mar, la justicia divina no va a consentir que siga con vida.»
Pero Pablo sacudió la mano y la serpiente cayó en el fuego, y él no sufrió ningún daño. La gente esperaba que se hinchara o cayera muerto de repente, pero después de esperar un buen rato y de ver que nada extraño le sucedía, cambiaron de parecer y decían que era un dios. Cerca de allí había una finca que pertenecía a Publio, el funcionario principal de la isla. Éste nos recibió en su casa con amabilidad y nos hospedó durante tres días. El padre de Publio estaba en cama, enfermo con fiebre y disentería. Pablo entró a verlo y, después de orar, le impuso las manos y lo sanó. Como consecuencia de esto, los demás enfermos de la isla también acudían y eran sanados. Nos colmaron de muchas atenciones y nos proveyeron de todo lo necesario para el viaje”. Hechos 28:2-10.
A veces en la vida nos sentimos apesadumbrados porque una víbora parece haberse apoderado de nuestras finanzas, nuestras relaciones, nuestras propiedades, trabajo o iglesia. Qué podemos hacer? Lo mismo que hizo Pablo. Pero, dividamos por un momento este relato bíblico en lo que yo llamaría tres etapas de la víbora: Antes de la víbora, con la víbora en la mano y después de la víbora.
ANTES DE LA VIBORA:
Si leemos el capítulo 27 de Hechos encontramos que Pablo se encontraba en un barco. Era llevado como prisionero a Roma y en medio del mar se desata una tempestad. Hechos 27:14-19 dice: “Poco después se nos vino encima un viento huracanado, llamado Nordeste, que venía desde la isla. El barco quedó atrapado por la tempestad y no podía hacerle frente al viento, así que nos dejamos llevar a la deriva. Mientras pasábamos al abrigo de un islote llamado Cauda, a duras penas pudimos sujetar el bote salvavidas.
Después de subirlo a bordo, amarraron con sogas todo el casco del barco para reforzarlo. Temiendo que fueran a encallar en los bancos de arena de la Sirte, echaron el ancla flotante y dejaron el barco a la deriva. Al día siguiente, dado que la tempestad seguía arremetiendo con mucha fuerza contra nosotros, comenzaron a arrojar la carga por la borda. Al tercer día, con sus propias manos arrojaron al mar los aparejos del barco. Como pasaron muchos días sin que aparecieran ni el sol ni las estrellas, y la tempestad seguía arreciando, perdimos al fin toda esperanza de salvarnos”.
Vemos que antes de la experiencia con la víbora una tempestad los abrazó en el mar. Perdieron hasta la esperanza de sobrevivir. Hay momentos críticos en nuestra vida que parecen una espiral. Una secuencia de hechos nos sorprenden. Hasta casi perdemos la esperanza de poder continuar. Sorprendentemente Pablo trasmite un mensaje de esperanza a la tripulación angustiada con estas palabras:
“Anoche se me apareció un ángel del Dios a quien pertenezco y a quien sirvo, y me dijo: “No tengas miedo, Pablo. Tienes que comparecer ante el emperador; y Dios te ha concedido la vida de todos los que navegan contigo.” Así que ¡ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo. Sin embargo, tenemos que encallar en alguna isla.» Hechos 27:24-26.
En medio de la angustia Dios puede enviar ángeles para animarnos y para que animemos a otros. La esperanza para los angustiados presos y guardianes fue como oxigeno a sus vidas. Naufragaron, pero la promesa de Dios se mantuvo. Sus vidas no perecieron.
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