Libro De Galatas
Enviado por coromotogonzalez • 14 de Mayo de 2012 • 1.570 Palabras (7 Páginas) • 2.241 Visitas
Introducción
La identidad de los gálatas
La palabra Galacia aparece en Hech. 16:6; 18:23; 1 Cor. 16:1; y en esta carta, 1:2. Existe mucha confusión tocante a la localidad de Galacia. Algunos comentaristas discuten las teorías de "Galacia del norte" y "Galacia del sur" y todo con poco provecho. Los ma¬pas reflejan las opiniones de las personas que los hacen; por ejemplo, en La Biblia de estu¬dio mundo hispano el mapa de Galacia in¬cluye Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe, de acuerdo con la teoría de que la Galacia mencionada en el Nuevo Testamento es la del sur. Otros mapas excluyen estas ciu¬dades; por ejemplo, en La geografía histórica del mundo bíblico el mapa de Galacia no con¬tiene estas ciudades.
Parece que el nombre Galacia se emplea en su sentido oficial, es decir, como la desig¬nación de la provincia romana, y que Pablo escribe a las iglesias de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe. De las iglesias en estas ciudades Lucas habla en Hechos de los Após¬toles. Si la carta no se dirige a éstas, entonces no tenemos información acerca de las iglesias a las que Pablo escribe. Es más lógico con¬cluir que Pablo escribió a las iglesias conoci¬das por el lector del Nuevo Testamento (Hech. 13:14, Antioquía de Pisidia; 14:1, Ico¬nio; 16:1-5, Listra, Derbe y la región circun¬vecina).
Fecha
Es imposible fijar con certeza la fecha de la carta. Se puede suponer que Pablo escribió esta carta en el mismo período de tiempo en que escribió a los romanos y la segunda carta a los corintios, porque hay mucha semejanza entre las tres, pero no tenemos información precisa para poder fijar la fecha exacta. Va¬rios comentaristas creen que fue escrita en el año 57 ó 58, pero otros dicen que fue escrita más temprano.
Propósito
Estas iglesias fueron establecidas y con¬firmadas por Pablo y Bernabé, pero después entraron los judaizantes para perturbar a los discípulos y pervertir el evangelio puro (1:6-7). La palabra judaizar aparece en 2:14, y se refiere al esfuerzo de imponer la ley de Moisés (especialmente la circuncisión) sobre los hermanos gentiles para que, aparte de ser cristianos, también llegaran a ser judíos. Es importante entender que los judaizantes aceptaban a Jesús de Nazaret como el Mesías, y también aceptaban la necesidad de obedecer al evangelio, pero decían que adi¬cionalmente los gentiles tenían que ser cir¬cuncidados (5:2) y guardar la ley de Moisés (4:10). A través de los siglos los gentiles que querían participar en la religión del único Dios vivo, tenían que llegar a ser judíos, cir¬cuncidándose y guardando la ley de Moisés. Los judaizantes decían que los cristianos gen¬tiles tenían que hacer lo mismo. Lo que esto significa es que los gentiles tenían que seguir convirtiéndose en judíos si esperaban recibir las bendiciones de Dios.
Sin duda les decían que Dios llamó a Abraham y le prometió que por medio de su simiente (los judíos) las naciones del mundo (los gentiles) serían bendecidas. Les decían que todas las promesas del Antiguo Testa¬mento eran para los descendientes de Abra¬ham, que les esperaba un futuro glorioso, pero que no había promesas para los gentiles aparte de los judíos. Entonces ¿cómo podían esperar las bendiciones de Dios si no llega¬ban a ser judíos? Pues aun el Señor Jesucristo no salió de Palestina para ministrar a los gen¬tiles, sino que se dedicaba exclusivamente a los judíos. Este Pablo que anda enseñando otra cosa (que los gentiles reciben las bendi¬ciones de Dios sin llegar a ser judíos) ni siquiera conoció al Señor Jesús. El no puede probar lo que dice acerca de alguna supuesta experiencia en el camino a Damasco. Sin lu¬gar a dudas la propaganda de los judaizantes era poderosa porque logró engañar a los gálatas como si tuviera la fuerza de los hechiceros (3:1).
La enseñanza de los judaizantes era otro evangelio, un evangelio pervertido, que des¬truyó la eficacia de la sangre de Cristo. Si los oponentes de Pablo hubieran ganado la victo¬ria en esta controversia, la iglesia de Cristo hu¬biera
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