MANUAL DE LA IGLESIA ADVENTISTA
Enviado por ZULEIDYBARRUETA • 4 de Junio de 2013 • 9.052 Palabras (37 Páginas) • 753 Visitas
Prefacio
El movimiento adventista, en cumplimiento del plan divino, comenzó su viaje profético hacia el reino en el año 1844. Los pioneros del movimiento, en número reducido, a menudo con el recuerdo desagradable de haber sido expulsados de sus iglesias por haber aceptado la doctrina adventista, al comienzo anduvieron con paso vacilante Estaban seguros de las doctrina s que sostenían, pero dudaban acerca de la forma de organización que debían adoptar. Muchos de ellos recordaban dolorosamente cómo organizaciones religiosas bien constituidas habían empleado su poder para oponerse a la verdad adventista, de modo que temían todo sistema y gobierno centralizados. Sin embargo algunos de los dirigentes comprendían cada vez con mayor claridad que era imperioso establecer alguna clase de gobierno a fin de mantener el orden y de hacer progresar el movimiento. Su convicción recibió un vigoroso apoyo de los mensajes procedentes de la pluma de Elena G. de White.
El resultado de eso fue que en l860 se eligió un nombre para el movimiento: Iglesia Adventista del Séptimo Día y se constituyó en una corporación legal para administrar los bienes de la iglesia. A esto siguió en 1861,la organización de nuestra primera asociación: Michigan. Esto implicó la constitución de iglesias locales, cuyos miembros firmaron un convenio con la iglesia y la organización de las iglesias en un cuerpo unido para constituir lo que ahora llamamos una asociación local. Se acordó además, otorgar a los ministros las credenciales para sus adecuada identificación , a fin de proteger a las iglesias contra los impostores que procuraran expoliar a la grey.
La Asociación General fue organizada en 1863 reuniendo en un solo cuerpo a una cantidad de asociaciones locales que habían sido creadas hasta ese momento. Esto imprimió al movimiento adventista un rumbo coordinado y organizado.
A medida que las sesiones de la Asociación General se llevaron a cabo año tras año. Se fueron adoptando acuerdos de diversos asuntos que atañían al funcionamiento de la iglesia, con el fin de establecer los reglamentos adecuados para hacer frente a las diversas situaciones que van surgiendo en la vida de la iglesia. El Congreso de la Asociación General de 1882 acordó preparar “instrucciones para los dirigentes de la iglesia que deben publicarse en la Review and Herald o en forma de folletos” (Review and Herald, 26 de diciembre de 1882) Este acuerdo revela la comprensión creciente de la necesidad de tener un orden en la iglesia si se quería que su organización funcionara en forma efectiva y que la uniformidad en ese orden requería que las reglas de gobierno se dieran por escrito. Así fue como se publicaron los artículos pertinentes. Pero el Congreso de la Asociación General de 1883, cuando se propuso que esos artículos se publicaran en forma de un Manual de la Iglesia, esa idea fue rechazada. Los hermanos temían que esa acción formalizara la iglesia y privara a los ministros su libertad para intervenir en los asuntos atinentes al orden en la iglesia en la forma como lo desearan individualmente
Pero este temor –que indudablemente reflejaba la oposición que había existido veinte años antes de cualquier clase de organización de la Iglesia- evidentemente desapareció muy pronto. Los congresos anuales de la Asociación General continuaron legislando lo que atañía a los procedimientos eclesiásticos. Es decir, que lenta pero seguramente estaban produciendo un material para un Manual de la Iglesia. Hubo veces cuando algunos miembros prominentes procuraron publicar en forma de libros o folletos algunos reglamentos aceptados por todos, que regían la vida de la iglesia.. Tal vez el más notable de estos esfuerzos sea un libro de 184 páginas publicado nada menos que por el pionero J .N. Loughborough, titulado: La iglesia, su organización, sus procedimientos y su disciplina, que apareció en 1907. Este libro del pastor Loughborough, aunque en un sentido se constituía en una empresa personal, trataba muchos de los temas que hoy están contenidos en nuestro Manual de la Iglesia, y durante mucho tiempo ocupó un puesto de honor en el movimiento.
Mientras tanto el movimiento adventista continuó creciendo rápidamente tanto en los Estados Unidos como en el extranjero: En 1931 la junta de la Asociación General acordó publicar un Manual de la Iglesia en beneficio del orden y la uniformidad debidos, que durante tanto tiempo han sido nuestro blanco J.L.McElhany, quien por entonces era vicepresidente de la Asociación General para los Estados Unidos y quien posteriormente fue presidente de la Asociación General durante catorce años, recibió el encargo de preparar el manuscrito. Este documento fue examinado cuidadosamente por la junta de la Asociación General y luego fue publicado en 1932. La primera declaración del prefacio de esa edición hace notar muy bien que “cada vez ha resultado más evidente que se necesita un Manual para el gobierno de la iglesia a fin de establecer y preservar nuestras prácticas denominacionales y nuestra forma de dirigir” Nótese la expresión “preservar”. Esto no constituye un intento repentino realizado tardíamente para crear toda una pauta de gobierno eclesiástico. Más bien se trata de un esfuerzo realizado primero para “preservar” todos los buenos acuerdos adoptados con el transcurso de los años, y luego añadir los procedimientos requeridos por el crecimiento y la complejidad que aumentaban de continuo.
Al emprender cada vez mejor cuán importante es que todo se haga “decentemente y con orden” en nuestra obra mundial, y que los acuerdos tomados en lo que concierne al gobierno eclesiástico no debían expresar solamente el parecer de la iglesia, sino también contar con toda su autoridad, el Congreso de la Asociación General de 1946 adoptó el siguiente criterio:
“Todos los cambios y revisiones de los procedimientos que atañen al gobierno de la iglesia deben darse en el Manual, deberán ser autorizados por un congreso de la Asociación General” (General Conference Report –Informe de la Asociación General- No 8. Pág. 197, 14 de junio de 1946)
Sin embargo en diferentes regiones del mundo las condiciones locales a veces exige disposiciones especiales. En vista de esto, el Concilio Otoñal de 1948, que había acordado someter revisiones sugerentes del Manual de la Iglesia a la consideración del Congreso de la Asociación General de 1950, también acordó:
suplemento de este nuevo Manual de la Iglesia, no para modificarlo, sino para complementarlo con el material adicional que sea aplicable a las condiciones y circunstancias que prevalezcan en cada división. Los Manuscritos de estos suplementos deberán ser sometidos a la consideración de la junta directiva
...