MILENARISMO Y MESIANISMO EN LA GUERRA DE CASTAS DE CHIAPAS, 1867-1870
Enviado por juanpy2014 • 9 de Marzo de 2014 • 1.893 Palabras (8 Páginas) • 289 Visitas
MILENARISMO Y MESIANISMO EN LA GUERRA DE CASTAS DE CHIAPAS, 1867-1870* *
Author: Bertha Domínguez, Ángel Cerutti[Nota 1]
* *Ponencia presentada al Primer Congreso Internacional de Etnohistoria, realizado en la Universidad Nacional de Buenos Aires; julio de 1989.
I
Cuando, en pleno siglo XVI, España inicia la conquista, colonización y evangelización de los mayas, se encuentra con que los centros ceremoniales ya estaban en decadencia y muchos de los famosos templos habían sido abandonados; la religión maya se hallaba entonces ampliamente diseminada en pueblitos, generalmente a buen resguardo de conquistadores y sacerdotes católicos.
La cultura maya estaba basada en la agricultura y su religión enfocada a la adoración de la lluvia, el viento y los dioses del cielo, cuya ayuda era necesaria para una buena cosecha. Entre éstos se destacaban los Chac (dioses de la lluvia), los Pauathun (dioses del viento) y los Bacab (portadores del cielo). Cada una de estas categorías estaba integrada por cuatro deidades individuales que habitaban los cuatro puntos cardinales, marcados por cuatro árboles sagrados que serían representados por cruces. (Los mayas oraban ante la cruz, símbolo de un dios de la lluvia.[Nota 1])
La persistencia de la religión maya acompañada del rechazo al cristianismo estuvo casualmente relacionada con: 1) La larga duración del intento español de conquistar a los mayas; 2) El aislamiento y la descentralización de los mayas; 3) La naturaleza hostil de las relaciones interpersonales entre mayas y españoles durante y después de la conquista; y 4) La sobrevivencia de valores mayas. [Nota 2]
El colonizador, a pesar de la heroica resistencia, pudo vencerlos, acaparar sus tierras y riquezas, y a través de la encomienda y el corregimiento, explotarlos y diezmar considerablemente la población. Al mismo tiempo, las órdenes religiosas se lanzan desaforadamente para convertirlos al catolicismo por todos los medios: desde enseñarles oraciones en el propio idioma vernáculo, hasta autos de fe, tortura y asesinatos, previa acusación de idolatría, además de la sistemática destrucción de códices, ídolos y otros objetos de culto, considerados paganos.
A pesar del rechazo inicial del cristianismo por parte de los mayas, éste será incorporado en un sincretismo de fondo decididamente pagano. [Nota 3] Este sincretismo generó distintas respuestas milenaristas mesiánicas, [Nota 4] en la época colonial y en gran parte de la época independiente.
La ruptura del vínculo colonial por parte de México y América Central con respecto a España no significó una mejoría para los Mayas, que continuaron padeciendo las prácticas impuestas: discriminación étnica, dependencia política, inferioridad social, segregación residencial, sujeción económica e incapacidad jurídica.[Nota 5]
Estas generalizaciones nos permiten recrear en términos generales el origen de las respuestas milenaristas-mesiánicas en Chiapas. Tal es el caso de la llamada Guerra de Castas, que tuvo lugar entre 1867 y 1870.
En el paraje de Tzajalemel del pueblo de San Juan Chamula, del Estado de Chiapas, una mujer indígena tzotzil, de nombre Agustina Gómez Checheb, que pastoreaba un rebaño de ovejas, recogió tres piedras redondeadas, de color verde oscuro y dijo a su madre que habían bajado del cielo. Ésta las guardó 19 días hasta la llegada del fiscal chamula Pedro Díaz Cuscat, a quien se le narró el acontecimiento. El fiscal las tomó y guardó en una caja; al otro día dijo a la población que las piedras golpeaban la caja queriendo salir; y las piedras comenzaron a ser adoradas.
Posteriormente Cuscat y Agustina fabricaron tres muñecos con las piedras. Ella, instruida por el fiscal se escondía en un baúl sobre el cual se colocaba a los muñecos y desde allí respondía a preguntas hechas a los mismos por gente que se congregaba en el lugar. Cuscat dijo que Agustina había dado a luz a los muñecos, y a partir de ese momento, fue considerada "Madre de los dioses".
La noticia del nuevo culto se fue extendiendo lentamente hasta abarcar una amplia zona de los Altos de Chiapas. El acontecimiento llamó la atención del cura chamula Miguel Martínez, quién se trasladó a Tzajalemel acompañado por el profesor José Justo Luna, que prestaba servicios en la escuela del lugar.
El cura reprendió a los indígenas por sus prácticas de idolatría y éstos le escucharon sin protestar. Creyendo haber logrado la abolición de aquellas prácticas, sacerdote y profesor abandonaron el lugar.
El jefe político de San Cristóbal, José María Robles, prohibió aquellas reuniones que se hacían muy numerosas, temiendo un levantamiento violento, dado el fanatismo y los rumores de que la gente estaba haciéndose de armamento y diariamente concurría a la ciudad para comprar pólvora y plomo.[Nota 6]
Ante tales sucesos el jefe político dió órdenes para aprehender a Cuscat, que fue apresado en compañía de otros indígenas y todos trasladados a Chiapas, donde radicaban los poderes del Estado, con el fin de que fuesen juzgados.
Cuscat supo defenderse inteligentemente apoyándose en la libertad de cultos que estaba ya en vigor, alegando que todo ciudadano era libre de creer y cultivar la religión que quisiera.
Una vez libre retornó a Tzajalemel y, próxima la Semana Santa, habló a los indígenas relatando que mucho tiempo atrás, blancos y ladinos habían crucificado a uno de sus compañeros, Jesucristo, quien los protegía y ayudaba, pero en cambio, no favorecía a los chamulas por ser de otra raza y otra sangre. Para obtener beneficios semajantes, proponía crucificar a un niño indígena, que sería su Cristo y los protegería.
Para tal efecto se eligió a un niño de 10 años llamado Domingo Gómez Checheb, al que se decidió crucificar el Viernes Santo. Llegado ese día el niño fue conducido al lugar del sacrificio y muerto en la cruz. Su sangre fue bebida por Agustina ("Madre de los dioses") y por doce mujeres consideradas santas, que siempre la acompañaban.
La noticia de la crucifixión se propagó
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