Medallón relicario: devociones privadas
Enviado por ch19981 • 24 de Marzo de 2023 • Ensayo • 1.993 Palabras (8 Páginas) • 72 Visitas
MEDALLÓN RELICARIO:
DEVOCIONES PRIVADAS
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REGINA CHAVEZ CANO
[pic 1]
Anónimo Novohispano, medallón-relicario (San francisco Javier y reliquias), plata, cristal de roca y pintura, CA. 178o,colección Museo Amparo. 7.8 x 5.9 x 13 cm.
Tema: medallones relicario
Palabras clave: medallón, relicario, reliquia, arte novohispano, devoción, santos, platería, platería novohispana,
Introducción
La vida novohispana estaba en gran medida regida por la religión, por ello no será raro encontrarnos con diversos objetos devocionales que la gente utilizaba de manera personal y privada para vivir su espiritualidad. Durante los siglos XVII y XVIII se beatificaron y canonizaron un gran número de santos, lo que resultó en una gran producción de estampas, hagiografías catecismos y novenas que promovieron y difundieron tanto las advocaciones como sus respectivas virtudes.[1]
Sin embargo de entre estos objetos devocionales, uno me ha parecido en especial interesante y me ha generado un par de preguntas que buscaré contestar a lo largo de este breve artículo. Los medallones relicarios, que por sus materiales y contenidos tanto físicos como simbólicos no fueron un objeto tan común para el pueblo como otros ó por lo menos fueron reservados para solo unos cuantos que podían comprar o heredar uno de estos preciados objetos devocionales. Me interesa saber de dónde y cómo llegan estas reliquias a la Nueva España y porque se decide colocarlas dentro de una joya como lo sería el medallón, en este caso dedicado a San Francisco Javier y no en otro tipo de relicario como por ejemplo, dentro de un retablo, en una capilla, urna o escultura relicario.
Reliquias y medallones relicario
RELICARIO. s. m. El lugar en donde están las reliquias recogidas y guardadas. Se llama también aquel adorno, con que se guarnece alguna reliquia. Hacerse de metal o de otra matéria, y de varias hechuras. Trahele Covarr. en su Thesoro. Latín. Reliquarium theca, repositorium. [2]
Por otro lado, MEDALLA. Se llama también la pieza de metal en que se ve la efigie de algún Santo o Santa, o se representa algún misterio de nuestra Sagrada Religión, que suele bendecir el Sumo Pontifice, y conceder indulgencias a quien las trae. Ponesele arriba una asa o anillo para traherla pendiente en alguna parte. Latín. Sacrum numisma. Oscillum.[3]
La veneración de los santos y mártires existe desde el siglo IV y para venerarlos se fragmentaron los cuerpos de estos santos ya sea sacándolos de las catacumbas romanas o por obtención “milagrosa” para ser guardados de diversas formas en iglesias y conventos o monasterios para su veneración y que por medio de ellos se pueda acceder a una comunicación con Dios.[4] A partir del siglo XVI con el programa contrarreformista católico se ve renovado un interés tanto en las advocaciones de santos y santas como de la veneración de sus reliquias. Por lo cual en tráfico comercial de dichas reliquias crece a la par del interés en ellas dentro y fuera de la península. Órdenes religiosas, reyes y nobles formaron grandes colecciones de reliquias. Tan grande fue el mercado de las reliquias que la iglesia se vio en la necesidad de implementar un proceso de reconocimiento y autenticación que no necesariamente fue exitoso, o mejor dicho, no garantizó realmente la autenticidad de la reliquia.[5] Sin embargo esto no impidió su popularización y que las personas depositaran en ellas su fe y le atribuyeran poderes curativos y milagrosos.
No sin enfrentar críticas por vulgarizar el culto y por que el poner tanta devoción en restos materiales en lugar de cultivar lo espiritual se consideró como vanidad e idolatría por algunos; el culto a las reliquias se promovió por la iglesia católica y ya en los los siglos XVII y XVIII las manifestaciones materiales y visibles de la piedad y la fe eran parte esencial de la religiosidad y espiritualidad.[6] Si bien la materialidad del objeto es lo que le da un cierto lugar, un espacio físico en el mundo que hacía más fácil a los devotos relacionarse con su propia fe, también tiene algo de místico. “(...) sobrenatural, porque de su contacto con la materialidad de Cristo, la Virgen y los santos, se ha hecho partícipe de sus méritos y por ello de la gracia divina.”[7]
Los relicarios, espacios donde se guardan las reliquias, son creados con el propósito de rendirles tributos y ser expuestos con decoro para así evitar su profanación.[8] Debido a la gran popularidad de las reliquias la gente busca tener este contacto con lo sagrado de una forma más personal. La Dra. Gabriela Sánchez Reyes cataloga como “medallón relicario” aquellos estuches (joya en forma de caja pequeña y chata) en los que se guardan reliquias.[9] Estos relicarios albergan normalmente fragmentos muy pequeños ya sea de tela, huesos o astillas de madera ya que a pesar de ser un objeto pequeño podían contener las reliquias de más de un santo (como mi objeto de estudio).[10] Aunque la documentación respecto a estos preciados objetos es poca, existen algunos registros de que estos estuches con restos o firmas de santos se llevaron a modo de medalla colgada del cuello. en la ciudad de Zacatecas, la mujer del maese Vicente de Saldívar, se encontraba muy enferma y las medicinas ya habían perdido efectividad en ella por lo que se mandó a llamar a un religioso carmelita para que le administraran los santos óleos. Este religioso curó a la mujer del maese, le aplicó con devoción un pedacito de carne que sacó de un relicario que llevaba en el pecho.[11]
Por otro lado como mencioné brevemente, los medallones relicarios no eran tan comunes como as estampas devocionales o los mismos medallas y cruces, sin embargo se cuenta con gran variedad de ellos en las colecciones de museos como el Museo Amparo en Puebla o el Museo Soumaya en la Ciudad de México. En el primero de estos museos mencionados se encuentran tres el relicario con imagen de San Francisco Javier.
El medallón relicario de San Francisco Javier [pic 2][pic 3]
El medallón relicario de San Francisco Javier pertenece a la colección del museo Amparo de Puebla, que dentro de su colección cuenta con otros medallones más con varias similitudes en cuanto a su tamaño y formas de marco y estuche. Sin embargo este es el único de los tres que deja ver las reliquias que en él se guardan. Cinco restos de santos mártires que podemos clasificar como exiguas (osamentas de menores dimensiones como un diente ó una vértebra[12]) con sus respectivas cédulas de papel en forma de pequeñas bandas que identifican a cada uno con un santo: Santa Clara, Santa Balbina, Santa Cristina, San Claudio y San Aurelio, todos mártires. Enmarcados por tornapuntas de laminilla e hilo de plata sobre tafetán rojo.[13] Por el otro lado hay una imagen de San Francisco Javier en pintura sobre papel. Este medallón relicario está hecho como la mayoría de todos de plata y con cristal de roca. Seguramente existió en la Nueva España al igual que en la península una serie de ordenanzas del gremio de los plateros que se dedicaban a realizar este tipo de objetos. En ese sentido puedo suponer que el medallón que contiene las reliquias fue hecho en la Nueva España por un platero y un pintor que ilustró una cara del medallón de San Francisco Javier. Quien fue un sacerdote y santo jesuita relacionado a la espiritualidad y es uno de los Santos más importantes de esta orden.[14] Por ello no sería raro su presencia en un relicario a pesar de que son Santos no jesuitas. Al estar tan relacionado con lo espiritual, y que la Compañía de Jesús fue seguidora fiel del Concilio de Trento y por lo tanto también del culto a las reliquias que incluso se incluyeron como parte de los ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola .[15]
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