Origen Y Naturaleza

Que grata lectura la de este fragmento del libro del Papa Benedicto XVI, el cual siempre se ha catalogado y con razón de ser un intelectual, pero a pesar de esto sus escritos son tan profundos y tan sencillos con un mensaje que no dejan laguna alguna, tiene un objetivo eclesiológico muy claro.

Sin traicionar el escrito cito de manera textual este fragmento porque es, considero crucial para la comprensión y desarrollo de la reflexión: “Sólo teniendo en cuanta estas líneas fundamentales, podremos encontrar unas justas respuestas a los problemas concretos que hoy nos preocupan. Mi elección ha estado dictada del criterio según el cual es indispensable transmitir en los límites de lo posible lo que el mismo Jesús quiso para la Iglesia”.

Las distintas interpretaciones que las grandes corrientes exegéticas han tratado de darle solución al problema de la relación entre Jesús y la Iglesia, y sobre todo el problema de la forma originaria de la Iglesia del Nuevo testamento, se encuentran desde los Individualistas, los que ven a un Cristo amante de lo cultual, la línea protestante, la corriente marxista con su mundo de los pueblos ricos, etc.

En San pablo y en el libro de los Hechos de los Apóstoles van a converger en los mismos fundamentos del surgimiento y fundación de la Iglesia, la Eucaristía como punto de arranque y la fundación propia en el momento de Pentecostés, dejando así el paso abierto para que 12 hombres libreados de la esclavitud en la que en un tiempo las doce tribus de Israel estuvieron formaran el nuevo pueblo, la nueva comunidad en el que la cabeza es Cristo. Con dos funciones específicas, a saber: “Estar con Él y poder enviarlos a predicar”

Considero es de suma importancia tener conocimiento certero de la fe que profeso, y sobre todo el lugar desde donde la profeso, esta identidad eclesial dada por Cristo a todo aquel que quiera seguirlo. Es un premio quizás inmerecido pero que por su bondad infinita nos transmite. Cristo se nos revela como la cabeza del nuevo pueblo de Israel, y bajo un vínculo esponsal que nos une a él y formar así su cuerpo místico, y no adherimos a él al momento de comulgar su cuerpo, formamos con Cristo un solo cuerpo y un sólo espíritu en Dios, según su mandato “Ser uno, como él es uno con su Padre”.

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