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Perdido Dentro De La Iglesia


Enviado por   •  29 de Agosto de 2012  •  2.071 Palabras (9 Páginas)  •  562 Visitas

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Perdido dentro de la iglesia

Entro en mi oficina sin llamar y se sentó en la silla que había enfrente de mi mesa. Transpiraba. Era evidente que estaba nervioso.

"Pastor, estoy perdido", dijo sin rodeos. Apenas tres palabras. Ciertamente, no es necesario decir más palabras para describir la tragedia de una persona en conflicto.

Conocía bien a aquel joven. Habíamos trabajado juntos muchas veces ideando programas para los jóvenes.

Ahora, allí, con los ojos lagrimeantes, repetía:

"! Lo puede creer, pastor, estoy perdido!"

Y entonces, con voz entrecortada por la emoción me

conto su drama:

"Soy cristiano de nacimiento. Todos creen que soy un buen cristiano. Mis padres creen que soy un hijo maravilloso. Los hermanos de la iglesia piensan que soy un joven consagrado. Y hasta me nombraron dirigente juvenil. Muchas veces oigo a los padres decir a sus hijos: 'Me gustaría que fueses como aquel joven'. Todos creen que soy un cristiano modelo, pero no es verdad, pastor, soy un miserable.

Acabo de hacer algo horrible, y no es la primera vez que lo hago. Hasta tuve ganas de morir. Yo no soy lo que todos piensan que soy".

Trate de decir algo, pero él me interrumpió: "Yo no quiero ser así pastor. Quiero ser un cristiano de verdad, pero no lo consigo. He luchado muchas veces, me he esforzado, pero siempre termino derrotado".

Me dolía verlo de esa manera.

"Usted esta chasqueado conmigo, verdad?", me pregunto después, con ansiedad.

Chasqueado? Lo que sentía era un nudo en la garganta. Trate de esconder mi tristeza, mi dolor, porque en realidad el drama no era solamente de aquel joven, En ese momento tenía en mente a muchos otros jóvenes de mi iglesia, y hasta es posible que aquella tarde hubieses podido estar tu sentado también en aquella silla.

Pastor, estoy perdido!" Perdido? Si, dentro de la Iglesia y, sin embargo, perdido. Es posible estar dentro de la iglesia y estar, al mismo tiempo, perdido? Lamentablemente, si. Existen los que, como en el caso de aquel joven, están perdidos haciendo lo que no deben cuando nadie los ve, pero existe también otra clase de perdidos:

Aquellos que hacen todo correctamente, que cumplen aparentemente todo lo que la Iglesia demanda; que viven preocupados solamente por los detalles externos de los reglamentos y las normas, pero que están igualmente perdidos.

Me acuerdo del joven rico. Era un joven como cualquier otro de la Iglesia de nuestros días. Quizá los líderes de su congregación estaban demasiado preocupados con las normas, las leyes y los reglamentos. "No puedes hacer esto", "No puedes hacer aquello", "Hacer eso es pecado", "Hacer aquello también es pecado". Quizás aquel joven creció con un concepto equivocado de Dios, imaginándolo sentado en su trono de justicia, dictando reglas, con rostro serio y la vara en la mano, listo para castigar al desobediente.

Desde pequeño sus padres y maestros Ie habían enseñado a cumplir fielmente todas las normas. Eran líderes preocupados solo con la imagen de la Iglesia. Actualicemos un poco la historia: Si, por ejemplo, una señorita apareciera vestida en forma inconveniente, llevarían el problema a la junta de la Iglesia; la joven, como ama a su iglesia, dejaría de usar esa ropa y todos en la Iglesia quedarían contentos, sin preocuparse por lo que pasa en el fondo del corazón de la joven. Lo que les importa es que ella cumpla la norma, que sea un buen miembro de iglesia. Y el joven rico aprendió, de ese modo, a cumplir externamente todas las normas y leyes.

Aparentemente era un joven de buen comportamiento, activo en la iglesia, participaba de los programas y cultos, podía ser señalado como un joven ejemplar; pero alla en el fondo alguna cosa no andaba bien. No era feliz, tenía la sensación de que estaba perdido a pesar de cumplir todo.

Cierto día anunciaron la llegada de Jesús a su ciudad. La historia aparece registrada en el capítulo 10 de San Marcos. Los fariseos, siempre preocupados par los detalles de la ley, fueron los primeros en salir a enfrentar a Jesús: "Le es licito al marido repudiar a su mujer?" "Es pecado cortarse el cabello?" "'Es pecado orar sentado?" "Es pecado tener un salón para actividades recreativas al lado del templo?" "Es pecado ir a la playa?"

El Señor Jesús no se detuvo mucho tiempo a discutir con ellos. Se dirigió hacia donde estaba un grupo de niños, los puso sobre sus rodillas, les acaricio la cabecita con amor, y beso aquellas caritas inocentes.

El joven rico quedo emocionado al ver aquella escena. Nunca se había imaginado que Jesús pudiera ser capaz de besar y hacer un cariño. Esa no era la imagen que se había formado acerca del Hijo de Dios. Por primera vez en su vida sintió el deseo de abrirle su corazón a alguien.

Corrió cuando Jesús estaba saliendo ya de la ciudad. Se arrodillo delante de Él, y dijo: "Buen Maestro. Que hare para heredar la vida eterna?" En realidad, lo que estaba diciendo era: "Que tengo que hacer para ser salvo? Siento que estoy perdido. No tengo seguridad de la salvación". Por que se sentía así? No era, acaso Un buen miembro de iglesia? No cumplía todas las normas? Ah, amigo mío! cumplir solo externamente los mandamientos nunca fue sinónimo de salvación. Ser, en apariencia, un buen miembro de la iglesia no quiere decir estar salvo. Es posible, en cierto modo, obedecer todo y estar completamente perdido dentro de la iglesia. Y perdido!

El Señor Jesús trato de llevar a aquel joven de lo conocido a lo desconocido. El joven conocía la letra de la ley, de modo que Jesús le dijo: "Guarda los mandamientos". Eso era un tratamiento de choque. "Señor -dijo el joven confuso, todo eso lo he observado desde mi niñez, pero la angustia no desaparece, la desesperación aumenta, la sensación de estar perdido es cada día mayor". Jesús lo miro con ternura y lo amo. Sabes?

Jesús también te ama a ti. No importa si eres pobre o rico, si eres negro o blanco, si eres feo o hermoso. El te ama. El te comprende. Eso es lo que dice la Biblia.

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