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Presentación: Еspiritualidad de Мaria en el servicio


Enviado por   •  24 de Octubre de 2013  •  Trabajo  •  3.436 Palabras (14 Páginas)  •  242 Visitas

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ESPIRITUALIDAD DE MARIA EN EL SERVICIO

Presentación

1. El Documento de Aparecida propone una espiritualidad como compromiso con el seguimiento de Jesús y fuente de acción misionera. De manera especial dedica un apartado del capítulo sexto que explica el itinerario formativo de los discípulos misioneros y lo titula Una espiritualidad trinitaria del encuentro con Jesucristo (nn. 240-275). Además, en otros muchos lugares se alude a la espiritualidad como origen y meta de la acción evangelizadora.

2. Es importante partir del concepto de espiritualidad como un estilo o forma de vivir la vida cristiana que es vida en “Cristo” y “en el Espíritu”, que se acoge por la fe, se expresa en el amor y se vive en la esperanza. Hablar de espiritualidad no es, por tanto, hablar de una parte de la vida, sino de toda la vida. Es referirse a una cualidad que el Espíritu imprime en nosotros. Es tratar también de la acción bajo el impulso del Espíritu Santo. La referencia primordial de la espiritualidad cristiana es Jesús, la conversión y su seguimiento que nos lleva al servicio de Cristo en el mundo y en la Iglesia.

3. También cuando hablamos de espiritualidad es necesario atenernos al significado original de la palabra espiritualidad, que se entiende por todo aquello que tenga que ver con la vida en el Espíritu, de donde espiritualidad significa la manera de vivir el espíritu, sus mociones, movimientos, intuiciones, dones y frutos. El termino original en hebreo es ruah = soplo de género femenino, que en latín se traduce spiritus = espíritu que significa lo que no es carnal y pertenece a un orden sobrenatural dentro del orden natural de lo creado.

4. Hoy en día tenemos un gran reto: dar a conocer a Cristo resucitado en nuestras vidas y el testimonio de la primera cristiana que dio el modelo original más completo de fe, santidad plena. No podemos contentarnos con el manual de catequesis o de teología fundamental si nos enfrentamos a nuevas generaciones que desconocen el misterio de la fe y necesitan de testigos genuinos de fe.

5. Esto significa tener una experiencia autentica de encuentro personal y comunitario con Cristo Resucitado, que haya cambiado, transformado nuestra vida cotidiana introduciendo la presencia de Dios en nuestra existencia diaria, así como María y los discípulos que cambiaron sus vidas desde el momento de su encuentro personal con Jesús. El caso de María sobresale con una gran fuerza en el medio de la comunidad creyente porque Ella vivió una experiencia única de fe: ser la madre del Señor.

María la servidora del Señor.

6. Comprender a María, la Bienaventurada Virgen y Madre de nuestro Señor, y darla a conocer, significa no hacerlo solo desde nuestra fe y devoción mariana, sino ahora más que nunca, es fundamental motivar, fortalecer y continuar hasta el final el acto de creer en Cristo por la fe de María que es la fe de la Iglesia.

7. María se define a sí misma como la esclava, servidora, dule (Lc 1, 38) en griego, y motiva a los servidores diakonoi de la Boda de Cana (Jn 2, 5) a hacer lo que Él les mande. Este es el primer servicio apostólico que ejercen los discípulos llamados a ser diakonos servidores de todos (Mc 10, 42ss). Desde el comienzo del Libro de los Hechos, el apostolado es considerado un servicio, un ministerio (diakonia: Hech 1, 17.25) que define el carácter principal de los que siguen a Cristo Palabra encarnada en el seno de María y encarnada en el seno eucarístico de la Iglesia.

8. Se hace necesario partir de otro enfoque y desde una perspectiva más espiritual y práctica al mismo tiempo, que nos obliga abordar el tema de la madre del Señor desde la misma revelación bíblica que acompaña el anuncio del Kerigma primitivo en la sinagoga de quien es mi madre y mis hermanos (Mc 3, 31-35), junto a la experiencia de vida del caminar de la misma comunidad eclesial de fe que ha ido comprendiendo, atraves de los siglos, el misterio de Cristo y de la Iglesia con la presencia de María.

9. Por esto es necesario ubicarla en su contexto original en los relatos evangélicos como recuerda San Pablo (Gal 4, 4-6), donde Ella participa del misterio de Cristo en la iglesia primitiva donde desarrolló una presencia activa y silenciosa según como la tradición y el magisterio de la Iglesia nos hablan de Ella. Su camino de fe es el camino de fe de la Iglesia purificada por el Espíritu de amor que siempre consume los corazones enamorados en el fuego del Consolador que no se acaba.

La espiritualidad de María en el servicio

10. Servicio a la vida: María se diferencia de las demás creyentes de su época en vivir su llamado de forma virginal y juvenil (Lc 1, 27), tenía apenas 14 años de edad como dice Isaías 7, 14, es decir, una almaha = una jovencita en su primera menstruación en hebreo, comprometida con José (Lc 1, 28) poniéndose al servicio del Dios de la Vida, del Dios de las promesas, sirviendo el cumplimiento de la voluntad de Aquel que Ella adora profundamente desde su fe judía (Lc 1, 38). Es una espiritualidad al servicio a la vida que se entraña en su ser como en su corazón.

11. Ella misma se define sierva en la anunciación, no solo por un acomodo exegético-bíblico inter testamentario (es decir entre el AT y el NT) del autor del evangelio que quería conectarla como la esposa madre estéril de Isaías 54,1, que da gritos de júbilo, anunciando el cumplimiento de la Encarnación de su hijo Jesús, el siervo de dolores profetizado por Isaías 53, 1-12, sino además porque María ha sido concientizada por el Ángel de que por obra del Espíritu Santo el embarazo de su Hijo quede asociado a la obra de la salvación, obra que tiene un pago, un valor, un rescate que pagar y que Ella vive entonces con Jesús, movida por el mismo espíritu, poniéndose al servicio de su amo y Señor dador de la vida para todos: la Corredención.

12. Servicio a la muerte: Después de toda una vida educando, proveyendo, junto con José mientras vivió, a Jesús (Lc 2, 41, 52) y pasada su misión en Galilea, María se pone en Jerusalén al servicio del misterio pascual de su Hijo, al servicio de la muerte que da la vida, sin oponerse a su sacrificio, acompañándolo hasta el altar de su cruz, sin hacer valer sus derechos de madre viuda que le otorgaba la ley judía, y animándolo a ese acto supremo de entrega y sacerdocio, como víctima y altar. María lo entregó, junto al Padre, como virgen oferente desde el comienzo hasta el final (Lc 2, 22-40).

13. María estaba consciente de que los hombres por si solos no se pueden salvar a sí mismos por sí mismos, no tienen el vino verdadero que es la sangre de Cristo, sangre pura sin mancha, para lavar los pecados de la conciencia impuro e infiel.

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