Religiosidad Popular
Enviado por padregarrido • 16 de Noviembre de 2012 • 1.615 Palabras (7 Páginas) • 962 Visitas
RELIGIOSIDAD POPULAR
Siguiendo con los temas de Aparecida, hoy vamos a ver el tema de la religiosidad popular. Pero quisiera que tuviéramos siempre presente en todo lo que voy a presentar, que la gran invitación que nos hace Aparecida es redescubrir con corazón humilde las manifestaciones de fe de nuestro pueblo. A aprender de ellas, a hacernos pobres y pequeños para encontrar en ellas su sentido profundo, pues la religiosidad expresada en los pueblos de América Latina es la fe de un pueblo pequeño, que sufre. Es la fe de los pobres, de los que se reconocen hijos, de los que no buscan entender sino que confían, y es por esto que - al menos yo - la veo como una gran invitación a volver a esa fe sencilla, existencial y que inunda todos los ámbitos de la vida.
El Santo Padre destacó en Aparecida la “rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos”, y la presentó como “el precioso tesoro de la Iglesia católica en América Latina”149.
Rescatar las fiestas y celebraciones de nuestra fe y nuestro pueblo, nos ayudan a no olvidar como país nuestras raíces profundamente cristianas, como ha sucedido en Europa.
La fe en Dios ha animado la vida y la cultura de nuestros pueblos durante más de cinco siglos. Del encuentro de esa fe con las etnias originarias, ha nacido la rica cultura cristiana de este continente expresada en el arte, la música, la literatura y, sobre todo, en las tradiciones religiosas y en la idiosincrasia de sus gentes, unidas por una misma historia y un mismo credo. La religiosidad popular es expresión de nuestra cultura mestiza y de esta manera se convierte en una verdadera liturgia, que nos va introduciendo en el misterio de nuestra salvación de una manera sensible y encarnada.
Aparecida nos llama a promover y proteger estas expresiones populares de nuestra fe, y lo primero para esto es conocerlas ¿cuáles fiestas conozco? ¿en cuales he participado? ¿qué se celebra en cada una de ellas?
Entre las expresiones de esta espiritualidad se cuentan: las fiestas de los patronos, las novenas, los rosarios y via crucis, las procesiones, las danzas y los cánticos del folclore religioso, el cariño a los santos y a los ángeles, las animitas, las promesas, las mandas, las oraciones en familia.
Nuestros obispos en Aparecida destacan las peregrinaciones, donde se puede reconocer al Pueblo de Dios en camino. Allí, el creyente celebra el gozo de sentirse caminando juntos a otros, como un pueblo, hacia Dios que los espera. Cristo mismo se hace peregrino, y camina resucitado entre los pobres. La decisión de partir hacia el santuario ya es una confesión de fe. El caminar es un verdadero canto de esperanza en medio de nuestra vida, en donde a veces también el camino se torna difícil y cuesta arriba, y la llegada es un encuentro de amor, un descanso en las manos del Padre.
La religiosidad popular rescata siempre lo esencial de nuestra fe y las respuestas que en ella encuentra el hombre a las preguntas fundamentales de su existencia: el sentido de la vida y de la muerte, del sufrimiento y la alegría. Su piedad, dice Aparecida: “refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer”150 Ella intuye, capta “la fragilidad del quehacer humano y la perennidad de lo divino… valoriza la gratuidad del don y el sentido de la plegaria: no es solamente petición también es alabanza y agradecimiento”. (Teología y Vida vol. XXVIII)
En la piedad popular, se contiene y expresa un intenso sentido de la trascendencia, una capacidad espontánea de apoyarse en Dios. Es también una expresión de sabiduría sobrenatural, la sabiduría de los pobres, que viene de la experiencia del amor de Dios y no del estudio o de un conocimiento ilustrado, ya que es fruto de la acción de la gracia, como dice Jesús a Pedro: “bendito eres Simón, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre sino mi Padre que está en los cielos”.
La súplica sincera que está presente en todas estas fiestas y expresiones de fe popular, es la mejor expresión de un corazón que ha renunciado a la autosuficiencia, reconociendo que solo nada puede y que se entrega confiado en las manos el Padre. Un breve instante condensa una viva experiencia espiritual152. (cf. DA 259) Tantas veces, en las misiones de verano o invierno, entré en casas llenas de imágenes de santos, crucifijos y vírgenes, que fueron y siguen siendo un testimonio enorme de una vida encomendada totalmente a Dios.
En los santuarios, muchos peregrinos toman decisiones que marcan sus vidas. Esas paredes contienen muchas historias de conversión, de perdón y de dones recibidos, que millones podrían contar y que están ahí para que nosotros no dejemos de admirarnos del poder de
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