SEMANA PARA ORAR CON LOS "REZOS" MÁS CONOCIDOS

SEMANA PARA ORAR CON LOS "REZOS" MÁS CONOCIDOS

     “La oración no es lo mismo que los “rezos”. Por eso,  dedicaremos esta semana a tratar de hacer oración con esos textos que comúnmente “rezamos”.

     Al comenzar cada día la oración en ese lugar tranquilo (Capilla, habitación, jardín…) que he elegido, me conviene, como siempre, seguir los tres pasos que ya conozco:

     1. Me pongo en la presencia de Dios. Recuerdo que voy a hablar con el Señor y que Él me mira con  amor. San Ignacio sugiere que "antes de entrar en oración repose un poco el espíritu, sentado/a o paseándome, como me parezca mejor, considerando a dónde voy y a qué" (EE.239). Me puede ayudar tener delante alguna imagen o un crucifijo.

     2. Hago la oración preparatoria conforme a la persona a quien dirijo mi oración. Puede ser al  Padre Dios; a Jesucristo; a María Virgen, nuestra Señora; o a algún Santo intercesor. Pido lo que quiero y sobre todo, pido a Dios su gracia para aprender a orar.

      3. Para iniciar la oración leo, sin apuro, el texto completo que voy a utilizar, dejando que Dios  toque mi corazón.

     Si al orar hallo en una palabra o en dos tan buena materia para pensar, y gusto y consolación, no me preocuparé por seguir adelante, aunque se acabe el tiempo que había destinado. Para concluir la oración puedo decir lo que resta del "rezo" en la forma acostumbrada. Si al día siguiente retomo el mismo "rezo", puedo avanzar normalmente hasta donde llegué antes y continuar, palabra por palabra lentamente, desde allí en adelante.

     Al concluir la oración puedo dirigirme a la persona a quien he orado y pedirle en pocas palabras las virtudes o gracias de las que siento tener más necesidad.

 Finalmente, anotaré brevemente cómo me fue y qué fruto saqué.

  Con estos tres pasos iniciales y con las recomendaciones de San Ignacio, podemos organizar la semana de “Preparación del Corazón” de la siguiente manera:

 Día 1º: Podemos orar con el Padre nuestro.

Consideremos cada palabra y, a propósito de ella, hablemos con Dios.

Pensemos lo que significa que Dios sea nuestro Padre…, admiremos, demos gracias, etc., conversando con Él.

Y, así, de cada palabra del Padre nuestro, tomando el tiempo necesario.  Es la oración más hermosa, que el mismo Jesús nos ha dejado.

Día 2º: Hagamos lo mismo con el Ave María.

 La primera parte contiene las palabras del saludo del ángel y de Isabel a María, en que le        dicen que es “llena de gracia”, llena del amor de Dios, que la ha preparado para ser madre de Jesús, del Hijo de Dios; que es bendita entre todas las mujeres. Piensa...., habla con Dios…, con María…

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