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Sacramentos


Enviado por   •  1 de Agosto de 2013  •  413 Palabras (2 Páginas)  •  304 Visitas

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Todo en la Iglesia es sacramental

Si la Iglesia en su totalidad y en cuanto magnitud unitaria, es un gran sacramento, lo

serán también todas las cosas que se encuentran dentro de ella. Y así todo en la Iglesia es

sacramental porque recuerda a Cristo o concretiza a la Iglesia-sacramento: la liturgia, con sus

ritos, objetos sagrados, libros, elementos materiales; las personas, desde el Papa hasta el

último fiel; la actividad de la Iglesia en el mundo, en la asistencia social, en la obra

misionera, en el anuncio profético. Para los Padres hasta la destitución de un obispo era

sacramento, lo mismo que la profesión de un religioso. Todos los gestos y palabras de la

Iglesia-sacramento asumen igualmente una función sacramental: van pormenorizando, en la

concreción de la vida, lo que es la misma Iglesia-sacramento.

Igual que a partir de la casa familiar y sacramental, todo podía asumir características

sacramentales: la ciudad, la patria, el mismo planeta tierra, algo semejante acontece con la

Iglesia. En cuanto portadora de gracia y sacramento de Jesucristo, se hace presente doquiera

que alcancen Cristo y su gracia. Cristo posee límites cósmicos, todo lo penetra y abarca: la

Iglesia todo lo abarca y penetra. Es, como bien decía la Didajé, no de los textos más antiguos

del cristianismo, «un misterio cósmico». Por eso la Iglesia puede estar limitada por sus signos

y humanidad histórica, pero el misterio que penetra esa humanidad histórica y esos signos es

libre y puede hacerse presente en todas las fases del mundo. A partir de aquí los Santos

Padres podían hablar de Iglesia cósmica, de la Iglesia de la ley natural, de la Iglesia de las

religiones del mundo, de la Iglesia del judaísmo, de la Iglesia de Jesucristo, de la Iglesia de

Los Sacramentos de la vida L. Boff 25

los apóstoles y de la Iglesia de la gloria en el cielo, donde «los justos desde Adán, desde Abel

hasta el último elegido, serán congregados» (Lumen Gentium 1,2).

La casa familiar y sacramental, vieja, con celdas estrechas y sin agua,

franciscanamente pobre, a pesar de todas sus limitaciones, es agradable para vivir; es una

alegría llegar a ella. A partir de ahí el mundo tiene un sentido y todos los caminos adquieren

un rumbo cierto. Lo mismo ocurre con la Iglesia: es ya anciana, llega cargada de siglos, tiene

las manos encallecidas de ablandar a los hombres, no raras veces es demasiado prudente,

premiosa al andar porque lenta, lenta en comprender; a pesar de todas esas deficiencias es en

ella donde fuimos gestados, nacimos y fuimos alimentados y donde encontramos

constantemente a Jesucristo y con él todas las cosas. Porque es sacramento.

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