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Simplemente la fe cristiana


Enviado por   •  21 de Septiembre de 2012  •  Trabajo  •  1.363 Palabras (6 Páginas)  •  526 Visitas

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298 Enzo Bianchi

(Col 1,27). Mediante el segui-miento, Cristo ya no es exteriora nosotros, no es sólo el maestroque hay que seguir ni sólo el quenos precede en el camino haciael Padre: el está

en nosotros.

Cristo está presente en lo másprofundo de nosotros, en nuestrocorazón. La palabra suya queescuchamos y que permanece ennosotros, su cuerpo y su sangreque se convierten en nuestrocuerpo y nuestra sangre (Jn 6,56)hacen de nuestro propio cuerpotemplo de Dios. Cierto que esapresencia de Cristo hallamos grandificultad en expresarla con pala-bras humanas. ¿Cómo expresaresa presencia a la vez fiel y oculta?¿Cómo afirmar que él está más enlo hondo de nosotros mismos quenosotros mismos? ¿Cómo decirque él es el esposo al que nosentregamos y a la vez aquél al quebuscamos sollozando, presas de lanostalgia de contemplar su ros-tro? Sólo un lenguaje contradic-torio, el lenguaje del amor, puedeesbozarlo, pero no explicarlo.El cristiano no es, pues, sólouno que intenta hacer la voluntadde Dios. Por encima de todo, éles aquél que mide la calidad desu fe por el reconocimiento de lagracia de Dios que hay en él. Ala joven comunidad de Corinto, lepide Pablo que se examine: «Po-neos a prueba a ver si os man-tenéis en la fe, someteos a exa-men. ¿No tenéis conciencia deque Cristo habita en vosotros?»(2 Co 13,5). Mantenerse en la fecristiana es, para Pablo, tener esaconciencia. Luego esa concienciaes esencial en la vida espiritual.Muchos cristianos no se atrevena pensar en esto. Nadie les hadicho que esto es

simplemente la fe cristiana

y que no es cosa demísticos o de cristianos extraor-dinarios. Se trata del «misterio»atestiguado en el NT de múltiplesformas y por distintos autores. Sí:Cristo vive en el corazón delcristiano (Ga 2,20), llora en elcorazón del cristiano, habla en elcorazón del cristiano (2 Co 13,3)y crea la comunión con DiosPadre (Jn 14,20; 17,23).Es evidente que esta «incor-poración en Cristo» y esta incor-poración de Cristo en el cristianoes la gran obra del Espíritu Santo,«el

otro

Paráclito» (Jn 14,16), quemanifiesta como el fruto del se-guimiento de Cristo el hecho deque Dios habite en el cristiano yel cristiano en él, es decir, el amor(

agape

). El Espíritu que inundanuestros corazones como amor(Rn 5,5) hace del cristiano unazarza ardiente. A través de eseamor deberían poder percibirtodos los hombres el Espíritu quehabita en nosotros. «Interroga tusentrañas: si están llenas de amores que tienes el Espíritu de Diosen ti» (San Agustin).Es así como se participa de la

perichóresis

trinitaria, del flujo yreflujo del amor en un amor totaly vivo, y es así también cómo esteamor se expande por toda lahumanidad: el amor con que elPadre ha amado al Hijo está enel Hijo y está en nosotros, porqueel Hijo está en nosotros. (Jn 17,26)No es posible hablar de esarealidad indecible en términosconvincentes. Sólo el martirio datestimonio de esa posibilidad,pues atestigua que el amor vivido

La vida espiritual cristiana 299

por Cristo es un amor hasta elextremo, que el cristiano puedevivir por gracia. La muerte delmártir puede vivirse como unaPascua y el don de su vida por loshermanos es un motivo por el quevale la pena morir. En la hora desu martirio ¿no dirá santa Felici-dad: «Es Cristo el que sufre enmí»?

Divinización

El término de vida espiritual hasido expresado de muchas mane-ras. Al Oriente le gusta decir queel término es la adquisición delEspíritu Santo o la divinización.Desde Atanasio el adagio es elsiguiente: «Dios se ha hechohombre para que el hombre sehaga Dios». Y en la tradiciónmonástica se hace énfasis sobreel hecho de que esto es posiblegracias a la adquisición del EspírituSanto. El cristiano se hace

stauró- foro

(portador de la cruz) paraconvertirse en

pneumatóforo

(portador del Espíritu) hastaparticipar en la naturaleza divina(2 P 1,4).Nos hallamos, pues, frente a loinefable, a lo imposible para elhombre y para sus propias fuer-zas: la

théosis

o divinización, queacontece en nosotros por obradel Espíritu Santo. El sueño dePrometeo y de Adán –llegar a serDios- el deseo que reside en elser humano, se realiza no median-te un robo, sino por el don deDios y participando en el amorde Dios, porque Dios es amor. Porsupuesto que la creatura no seconvierte en el Creador. MáximoConfesor lo precisa de formadefinitiva: «Uno se convierte enDios, a excepción de la identidadde

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